Día 1

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Parecía una noche normal: Turno de noche en el motel, la típica ropa de trabajo, el canal de cocina en la TV, las  lavadoras funcionando; todo estaba en orden. Algo me hace falta. No siento hambre y tampoco sed, es más bien como si me faltara aire. Siento unas ligeras ganas de fumar un cigarro.
Hace como 1 año y medio, un día en el cuál estaba en la universidad (yo estudiaba ingeniería civil, pero decidí retirarme porque me di cuenta de que no era para mi), en un break salí a fumar un cigarro con mis compañeros. Ese día estaba un poco fatigada y sentía mucho asco pero también ansiedad, como todos los días. Ese fue el día, y específicamente el moemtno en que decidí que sería el último cigarro de mi vida. Pero a veces, el cuerpo, o mas bien la mente, es débil.
Unos 3 meses atrás, fumé junto con algunos amigos en una fiesta. Extrañaba un poco esa sensación del humo atravesando mi garganta, esa sensación que sólo un lucky de uva entrando por mi boca y atravesando mi garganta, me puede hacer sentir. Sabía que estaba rompiendo mi promesa.
-Este será el primer y último cigarro, después de más de un año- le dije a mi novia.
No sabía que las ganas aumentarían. La verdad es que luego de ese maldito cigarro vienieron más, porque no fui capaz de decir no, porque las ganas de sentir que mi cuerpo tenía ese humo me hacían sentir bien. Hay personas que no logran entender cómo una persona se puede hacer adicta a algo que te mata, y siendo sincera, yo tampoco lo entendía hasta que fumé y tomé alcohol (no es que dea una alcohólica o fumadora compulsiva, sólo un par de ambos de ves en cuando, cuando estoy con amigos). "La cerveza tiene pocos grados y un par de cigarros de vez en cuando no hacen mal", esa es una frase que me he repetido en la cabeza durante mucho tiempo, pero sé que aunque no sea algo fatal, me daña poco a poco, y no quiero eso.
Luego de mas o menos 3 meses desde ese cigarro ya van varios más, y no sólo en fiestas, ahora en el trabajo han vuelto las ganas de sentir el humo en mi garganta, pero sé que no me hará nada bien.
Hoy, mas bien ayer decidí que los últimos cigarrilos que tenía, serían los últimos.
Tres cigarros en una cajetilla de Kent, algo suaves y perfectos. Espero que sean suficientes para detener estas ganas. Aquí en el motel es difícil no sentir ganas de fumar en el turno de noche.
Hoy es mi día 1 sin fumar un cigarrillo, y espero que se sigan sumando por el resto de mi vida.

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