Día 6: El rol de Pikachu en la relación de Ash y Misty

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Islas Remolino...

Esta se suponía que sería solo una competencia amigable, pero quienes los conocieran sabrían que tenerlos a los dos participando en el mismo torneo era pedir estar en área cero para un desastre inminente a punto de explotar. Ninguno de ellos se imaginaba que tanto, o que el deseo de Ash por ganar le costaría tan caro.

- Grandísimo idiota. – dijo Misty, mientras se agachaba en el suelo donde yacía Ash. – Te lo juro, si te atreves a morir ahora nunca te lo perdonaré.

Eran las semifinales de la Copa Remolino, y los dos habían decidido participar en busca de una revancha por esa última vez que según Ash, Misty solo le ganó por pura suerte. Fue un combate muy feroz, y los dos se lanzaron con la artillería pesada utilizando a los Pokémon más fuertes que tenían, Ash su Greninja y Misty su Gyarados. La batalla se escaló totalmente cuando decidieron usar la transformación de Fenómeno Lazo y la Mega Evolución respectivamente. Misty sabía perfectamente que ejecutar esa sincronización le implicaba a Ash un enorme esfuerzo físico y mental, y que entre más se incrementara el poder de Greninja, mayor sería el desgaste para Ash. Pero eso no pareció importarle en aquel momento. ¿Por qué no le dijo que era mucho más serio?

Aunque Ash fue el ganador de la batalla, colapsó justo después que Greninja disparó su último ataque, esa Shuriken de Agua gigantesca que noqueó a Gyarados. En el calor de la batalla, nadie se percató de que Ash se había desplomado de repente, y cuando fueron a examinarlo, se percataron de que había sufrido un paro cardiaco. No había tiempo para llevarlo al hospital, así que el personal médico estaba ahora tratando de resucitarlo con el equipamiento que tenían a mano.

- Malas noticias, el desfibrilador está averiado. – dijo uno de los asistentes. – Sin él no podemos resucitarlo.

- ¡¿Qué dicen?! – exclamó Misty. – ¡Tiene que haber una forma! ¡Por favor, tienen que salvarlo!

- ¡Pikapika! – agregó Pikachu de manera frenética.

- Bueno... un Pokémon Eléctrico podría ser un buen sustituto, pero si no controla la cantidad podría...

Misty miró a Pikachu. El roedor la miró de vuelta, y luego a su entrenador, que yacía en el suelo, con la camiseta levantada mientras intentaban reanimarlo. Al ver después a todos, y especialmente a Misty, se dio cuenta que todos contaban con él.

- Por favor, Pikachu. Tú puedes hacerlo. Yo creo en ti.

Tenía que al menos intentarlo, si había una posibilidad, por ínfima que fuera, tenía que hacer un esfuerzo. Se habían salvado la vida uno al otro en muchas ocasiones, y esta no sería la excepción. Asintiendo con determinación, se colocó encima de él.

- De acuerdo, colócale las manos en el pecho. – dijo uno de los asistentes. – Dale una carga mínima, e iremos subiendo poco a poco. Mientras, uno de nosotros tiene que darle masaje cardíaco al mismo ritmo.

- Yo lo haré. – dijo Misty. – Préstenme unos guantes.

A pesar de las protestas, la pelirroja insistió en ser ella, y como el tiempo apremiaba, nadie se puso a protestar. Misty colocó las manos enguantadas en el pecho de Ash, y Pikachu hizo lo propio. Los dos se miraron y se asintieron uno al otro.

- A mi señal. Uno... dos... ¡TRES!

Misty presionó al tiempo que Pikachu le daba una descarga, sacudiendo a Ash, y uno de los asistentes le examinó la mano. Todavía sin pulso. Lo volvieron a intentar, pero tampoco hubo respuesta. Tercera vez, esta tenía que ser la vencida...

- ¡Ya hay pulso! ¡Una más!

- ¡Pikachu! – Pikachu soltó otra descarga mientras Misty aplicaba la compresión. Por fin, tras ese cuarto intento, Ash abrió los ojos como platos, y al despertarse se levantó de golpe tirando a Pikachu y llevó la mano al pecho, respirando con dificultad.

- ¿Qué... qué pasó? – preguntó, mirando a Misty.

- ¿Qué pasó? ¡¿Qué pasó?! ¡QUE POR POCO Y TE MUERES, GRANDÍSIMO TONTO! – exclamó la pelirroja, lanzándose a abrazarlo y apretándolo con fuerza.

- ¡Ay! ¡Misty, me vas a romper las costillas!

- ¡Aguántate! – gritó ella.

Mientras Ash se quejaba por el dolor de sus costillas, Pikachu se sentó aliviado. Eso había estado demasiado cerca para su gusto. Por mucho que no fuese la primera vez, esas experiencias nunca eran agradables en absoluto.

...

Aquella noche, pese a que Ash aseguró que se sentía bien, Misty lo obligó a que descansara. Los organizadores de la Copa Remolino aceptaron posponer la final un día para darle tiempo de recuperarse totalmente. El entrenador aceptó a regañadientes quedarse en el Centro Pokémon el resto del día, y mientras tanto, ella tenía que hacerse cargo de Pikachu. Después de llevárselo a comer algo, se sentó en uno de los sillones del recibidor, y empezó a acariciarle la cabeza distraídamente.

- Ese tonto... ¿por qué no me dijo que hacer eso era tan peligroso? – se preguntaba.

- Pikachupi...

- Tú no te culpes de nada, Pikachu. – dijo Misty. – Él siempre ha sido muy terco, ambos lo sabemos. Gracias por salvarlo. Sé que él es tan importante para ti como lo es para mí.

- Pikapika. – asintió el roedor eléctrico.

Ahora que lo pensaba, Pikachu parecía haber jugado un papel importante en la relación de Ash y Misty. Por lo que le contó Ash después sobre su primer día como entrenador Pokémon, Pikachu fue la razón de que ella y Ash se hubieran conocido en primer lugar. Todo comenzó con que Ash llegó tarde para obtener un Pokémon inicial al laboratorio del Profesor Oak, y solo recibió un pequeño ratón eléctrico que no quería obedecerlo. Una cosa llevó a la otra, y los dos terminaron siendo perseguidos por una parvada de Spearows asesinos. Ella los pescó del río y luego Ash se robó su bicicleta. Allí fue cuando comenzó todo.

- Sabes, en retrospectiva ahora... no habría conocido a Ash de no ser por ti. – sonrió la pelirroja, acariciándolo un poco más. – Tal vez sea cierto lo que me dijo aquella vez.

Ash podía ser un chico inmaduro, terco y despistado a veces, pero nada de eso cambiaba el hecho de que se había convertido en su amigo más importante. De hecho, era más que un amigo, mucho más que eso. Pero solo lo había conocido gracias a Pikachu. Si Ash no se hubiese despertado tarde aquel día, o si Pikachu no hubiera decidido desobedecerlo, ella no se hubiera encontrado con él. Quizás era cierto lo que le dijo aquella vez, que no fue casualidad que se conocieran. Fue el destino.

- ¿Quieres ir a dar un paseo? – le preguntó. – Después tendremos tiempo de regañar juntos a Ash un poco más por ser tan imprudente.

- Pikachu.

Con el roedor sobre su hombro, Misty abandonó la sala y decidió salir a caminar. Tal vez debería comprarle algunas botanas extra como recompensa. Después de todo, gracias a Pikachu fue que pudo establecer una relación con Ash, y ahora gracias a él, podría continuarla.

FIN.


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