Everardo Rivera de 30 años, es un cirujano plástico reconocido en la ciudad de México, es un hombre rico, trabajador y muy responsable. Era muy limpio, íntegro y le gustaba mucho la perfección, no solo en su trabajo si no en todos los aspectos de su vida. Gracias a ello tenía muchos reconocimientos por su excelente carrera.
Luego de un largo día de trabajo, alrededor de las 9 de la noche, Everardo salió de la clínica y se dirigió a su carro, era un auto negro muy lujoso, y sin otro compromiso que atender se dirigió a su casa.
Vivía en un área muy poco habitada, habían alrededor de unas 4 casas pero separadas entre sí, parecía que se trataba de una zona que apenas estaba iniciando a ser habitada. Su casa era muy grande, tenía un aspecto antiguo pero moderno a la vez.
Al llegar a ella, dejó su auto bien estacionado afuera, se bajó y entró a su casa. La cual estaba muy limpia y ordenada, tenía muebles antiguos y cuadros muy costosos por todas las paredes.
Dejó su maleta en la entrada de su casa, se quitó los zapatos y los alineó perfectamente al lado de la puerta. Luego se dirigió a la cocina, abrió el refrigerador y de entre todos sus alimentos que estaban muy ordenados sacó una bebida vitaminada y comenzó beberla, luego sacó un recipiente de plástico con ensalada y una botella de agua, mismos que puso sobre la mesa, sin abrir.
Era un hombre soltero, a su edad ya había logrado tener todo lo que se suponía que debería conseguir en su vida, una buena profesión, un excelente empleo, una gran casa amueblada, carros y mucho dinero, las cosas que siempre quiso.
Sin embargo, por dentro era un hombre frio, triste e infeliz, él sabía que todas esas cosas materiales y todo su dinero no lo hacia verdaderamente feliz.
Al terminar su bebida, se dirigió a su habitación, se quitó la ropa, era un hombre atlético, cuidaba mucho de su cuerpo y su alimentación.
Se metió a bañar y al cabo de unos minutos se puso perfume por todo su cuerpo, luego se vistió con una ropa muy elegante, era un traje color rojo oscuro, con un par de botas negras, se puso guantes color negro, y finalmente se puso una máscara de cuero negra con orificios en los ojos.
Luego se dirigió a la cocina por la comida que había dejado antes sobre la mesa, sacó muchas llaves y se dirigió a la sala, y detrás del librero había una puerta negra que tenía unas largas escaleras hacia abajo que llevaban a un largo pasillo oscuro, y al término de este, había otra puerta color roja la cual tenía 5 cerraduras diferentes.
Al abrir la puerta, encendió la luz, y en este sótano había una cama vieja en el centro y sobre ella estaba encadenada de pies y manos una joven desnuda, de unos 17 años, tenía la boca cocida, los ojos vendados y tenia diversas marcas y cicatrices por todo su cuerpo, parecía que había sido torturada.
Era una joven muy bonita con piel blanca y cabello negro. Sus muñecas las tenía muy rojas de lo maltratadas que estaban por las cadenas, y de su boca salía un poco de sangre por las suturas.
Este hombre colocó sobre una mesa la comida que le llevaba, y le descubrió los ojos, la joven temblaba con solo tenerlo cerca, sus hermosos ojos azules expresaban un gran terror al verlo.
La desencadenó de sus pies y manos, quitó unos grandes candados que tenían las cadenas, la joven parecía estar aliviada pero no del todo, no dejaba de verlo y de cuidarse de él.
Con sus pequeñas y femeninas manos se tocaba las suturas de su boca, le dolía mucho, solo emitía unos quejidos con su boca cerrada, como si le dijera que se los quitara. Ya que no dejaba de ver la comida que estaba sobre la mesa.
-¿tienes hambre eh? Le preguntó Everardo.
La joven asintió desesperada con la cabeza. Así que Everardo sacó unas tijeras de su bolcillo y le cortó los hilos lentamente para que pudiera comer.
Al hacerlo la joven desesperada se lanzó a la comida y con sus manos empezó a comerse la ensalada, pero luego soltó un grito mientras comía.
-ah no te dije, la ensalada tiene limón. Le dijo Everardo con un tono burlesco.
La joven gritaba de dolor, ya que no solo le ardían los pequeños orificios de su boca, sino que le ardía la lengua en la que también tenía cicatrices y heridas sin sanar completamente, además sus manos le temblaban mucho y le dolían sus dedos, porque también le había extraído todas sus uñas, incluso las de los pies también.
Aun así con este dolor, la joven no dejaba de comer, pareciera como si no hubiera comido en días. Sus lágrimas caían en ese recipiente con ensalada.
-¿tenías hambre? Le preguntó mientras se sentaba a observarla.
La joven tímidamente se sentó en un rincón de ese sótano a tomarse el agua de la botella. Y no dejaba de mirarlo con miedo.
-no hay nada que temer. Le dijo mientras se acercaba a ella.
La joven solo se encorvaba y se cubría con sus manos lo más que podía, y no por el frio sino más bien intentaba protegerse.
-no temas, tranquila. Le dijo en voz baja mientras le acariciaba el cabello.
-por favor, déjame ir. Le dijo la joven llorando.
-¿dejarte ir? Esto apenas comienza. Le dijo mientras la levantó del cabello y la aventó sobre la cama.
-por favor, no me lastimes. Le dijo ella llorando e intentando quitárselo de encima.
El hombre le agarró la cabeza y la azotó sobre la cama.
-¿lastimarte? Te haré algo mucho mejor. Le dijo mientras desesperado se quitaba el pantalón.
La comenzó a violar violentamente, la joven lloraba y se aferraba fuertemente a la cama, y por si eso no fuera suficiente este hombre sacó una navaja de su bolcillo y comenzó a hacerle cortes por toda su espalda.
La sabana de la cama se cubrió de sangre y la joven con sus ojos cerrados llevó su mente a otra parte, a sus mejores recuerdos para tratar de sobrellevar la situación.
Después de abusar de ella, Everardo le curó las heridas de su espalda. Allí sobre la cama estaba esta joven, con su mirada triste y pérdida.
-¿por qué no me matas? Dijo ella en voz baja llorando
-no seas estúpida, no te mataré, te convertiré en la muñeca humana perfecta. Le respondió.
-¿de qué hablas maldito? Le gritó desesperada
-ya lo verás, te haré más bonita de lo que ya eres, simplemente perfecta. Y solo por eso esta vez no te vendare los ojos, ni te coceré la boca. Le dijo mientras la encadenaba de las manos a la cama.
Después de eso apagó la luz y cerró la puerta.
La joven no paraba de llorar en aquel oscuro lugar, no gritaba puesto que ya lo había hecho antes, al grado de lastimar sus cuerdas vocales, y claramente no había funcionado. Pero de alguna forma se las había arreglado para quitarle las tijeras que él traía mientras la violaba.
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Layla: La Muñeca Perfecta
Misterio / SuspensoLayla es una chica de 17 años, que está secuestrada por un cirujano plástico, quien a base de modificaciones corporales quiere hacer de ella la muñeca perfecta....