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  El lunes estaba tan nerviosa que se levantó a las cuatro de la mañana para hacer las tareas. Cuando le hizo el desayuno a Bill, la miraba como si estuviera a punto de explotar,así que casi no habló salvo para decir que la llevaría a Austin. No quería que condujera al volver. Ella sonrió sentándose a la mesa, pero casi no comió de los nervios.Se puso su vestido verde. No es que tuviera muchos vestidos, pues siempre iba en vaqueros y el vestido verde le quedaba muy bien. Quería tener buen aspecto cuando viera a Christopher . Se dejó sus rizos sueltos y se maquilló un poco para resaltar sus ojos almendra. No solía maquillarse, pero era un día especial. Incluso se echó algo de perfume de lilas que su padre le había regalado en su cumpleaños un año antes.Bill vestido con el traje de los domingos llevó la camioneta hasta Austin sin abrir la boca. Aparcaron en un centro comercial cerca de la oficina del abogado que Chris le había dicho la noche anterior. En realidad, no habían hablado mucho. Chirs le había preguntado si podía quedar a las once de la mañana y ella había dicho que sí. Entonces él le dio la dirección y antes de que Dul pudiera decir nada, le había dicho que no podía hablar porque estaba en una reunión familiar. Que ya se verían al día siguiente.No pudo evitar sentirse decepcionada por su tono, que más bien parecía profesional que personal, pero se dijo que bastantes cosas tenía en la cabeza como para preocuparse poreso.Bajándose de la camioneta reprimió las ganas de vomitar. Bill la cogió del brazo—Estás algo pálida, niña.—Estoy a punto de soltar el corazón por la boca.—Eso sí que sería un drama, porque tienes el corazón más grande de Texas.Ella sonriendo apretó su brazo— Te quiero.—Y yo a ti, niña. Vamos a terminar con esto, que tenemos mucho que hacer.Para distraerla empezó a relatar todo lo que tenía pensado hacer en cuanto recogieran el maíz. Cuando llegaron al despacho del abogado le estaba contando que pintarían la casa.Ella estaba encantada con la idea y sonrió cuando sus ojos se encontraron con los de Chris, que en cuanto la vio se levantó de la silla de la sala de espera.—Dul... has venido.Sonrió más aún y sintió que su corazón volaba al ver su alivio— Te lo habíaprometido.Bill carraspeó — Oh, perdona Bill. Christopher Uckermann, Bill Haswell.—Mucho gusto. — dijo su amigo apretando la mano de Chris mirándole fijamente.— ¿Es quién vive con Dul?—Sí. Chris sonrió— Me alegro de conocerle, porque cuidará de ella, ¿verdad?—Siempre lo he hecho. —dijo algo ofendido 

 — ¿Dónde está Jacey? — preguntó mirando a su alrededor para que cambiaran de tema.—No la verás, ¿recuerdas? Ella ya ha firmado los papeles. Al igual que yo.Dul asintió mordiéndose el labio inferior— Muy bien.— ¿Señor Uckermann?Los tres se volvieron hacia un hombre que salía con unos papeles en la mano. Era mayor y cuando miró a Bill abrió los ojos como platos— ¿Bill, el bestia?Dulce levantó una ceja mirando a su amigo que se sonrojó— ¿El bestia?— ¡Soy el cangrejo!Bill le miró sorprendido de arriba abajo— ¡Coño! ¡Has encogido!El tipo se echó a reír a carcajadas asintiendo con la cabeza— ¡Es que han pasado cuarenta años!Chris miró a Dul divertido, que a su vez sonrió apartándose de Bill mientras su amigo le abrazaba— Desde la marina que no te veía. ¿Cómo te va?— ¡Soy abogado!Bill debió recordar porqué estaban allí porque la miró perdiendo algo la sonrisa—Sí,estamos aquí por eso.—Tenemos que quedar para tomar algo. ¿Tienes algo que hacer después? Tengo unas horas libres...Antes de que Bill pudiera replicar nada Chris dijo— ¿Por qué no vais a recordar los viejos tiempos después de firmar los papeles? Yo me llevo a Dul a comer y después a la clínica.Las palabras de Chris la dejaron de piedra. Ella esperaba acabar lo antes posible,pero pasar unas horas con él era un sueño. Asintió imperceptiblemente y Bill entrecerró los ojos— ¿No te importa?— ¡Es estupendo! — dijo el cangrejo palmeando la espalda de su amigo con vigor. Se volvió hacia Dul— Por cierto, soy Félix Turner.—Dulce Espinoza. — le estrechó la mano.— ¿Pasamos? — el tipo se echó a reír— Madre mía. El bestia después de tantos años.— ¿Por qué le llamaban el bestia? — preguntó intrigada.—No seas cotilla, niña. —replicó Bill haciéndola reír a carcajadas.Christopher puso su mano en la parte baja de su espalda para guiarla y ella perdió el aliento, perdiendo la risa. Él aparto la mano a toda prisa y siguió a Bill poniéndose nerviosa de nuevo.Cuando entraron en lo que parecía una sala de juntas ella se sentó frente al abogado y miró de reojo a Chris sentado a su derecha. La mano de Bill cubrió la suya y sonrió a su amigo sentado a su izquierda. Tomó aire dándose fuerzas y miró al abogado que preguntó— ¿Comenzamos?—Por favor. — susurró ella.Él empezó a leer un montón de frases legales que para ella eran un sin sentido. El abogado se las iba explicando para asesorarla y ella sintió alivio. Le explicó que los Uckermann darían un adelanto de cincuenta mil dólares y ciento cincuenta mil al entregar el bebé.Sorprendida miró a Chris— ¡No!Todos se tensaron y Chris dijo— Si quieres más podemos negociarlo.

Madre de AlquilerWhere stories live. Discover now