Emily nunca pensó que al mudarse a los Estados Unidos su vida daría un giro de 180 grados.
Al ser secuestrada y vendida a Industrias Mercellies, es utilizada como conejillo de india en sus últimos experimentos, siendo obligada a procrear con una n...
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Algunas veces los hombres que nos retenían dejaban cerca de la entrada de la celda una gran bandeja de madera. Esta llevaba consigo carne cruda que si te fijabas bien, aún estaba bañada en sangre y además de esto también había aparte un pan viejo duro con una pequeña lasca de queso. Nunca notaba cuando ellos dejaban la comida, pero me daba cuenta de ello cuando 324 se tensaba y gruñía entre dientes cerca de los barrotes.
Lentamente me fui acostumbrado a su comportamiento muy peculiar. Los gruñidos y movimientos inhumanos ya eran simples de ver a la vista. Siempre deseaba preguntarle cómo y por qué los hacía, pero por el temor de molestar a la bestia siempre optaba al final por el silencio.
-En serio, ¿Cómo puedes comer eso?-digo formando en mi rostro una expresión de asco y señalando hacia su plato.
No era mi intención ser desagradable con él, pero al verlo tomar con la mano la carne que goteaba y llevársela a la boca como si nada, hacía que se me revolviera el estómago. Una pequeña gota de sangre cayó desde la comisura de sus labios hasta el mentón.
-Entonces no mires.-concluye simplemente para cambiar de posición y darme la espalda.
"¿Acaba de pasar de mí?"
Tomo una gran bocanada de aire y suelto un suspiro sonoro de molestia.
-¡Ja! Ya estás de mal humor de nuevo- me quejo con reproche, pero me rindo al momento por no lograr nada de su parte.
Mi mirada se desvía a mi plato y frunzo en ceño al ver mi pan. Era pequeño y duro, seguramente tenía días de donde sea que lo hayan sacado. Ya casi podía verle los hongos formándose en la corteza. Tenía un color sucio y no poseía un olor para nada apetitoso.
"¿Con esto piensan mantenernos vivos?"
No podía quejarse ya que no había nada mejor. Prefería comerse el pan mil veces ante la posibilidad de que también tuviera que tragarse la carne ensangrentada de 324.
-No sé cómo logro tragarme esta porquería.-tiro mi plato lejos de mí y me abrazo a mí misma atrayendo mis piernas a mi pecho.
Luego me estiro un poco para tomar un poco de agua de la manguera que estaba a nuestro lado.
-Posiblemente nos dejen sin comer por unos días hasta que te monte.-escucho por parte de él.
Me atraganto con el agua y suelto un grito que posiblemente se oyó en marte.
-¿¡Qué!? ¡No pueden hacernos esto!¿Qué se han creído ellos? Somos humanos igual que ellos, no malditos animales.-me acerco a 324 arrastras intentando que nuestras miradas se encontraran.
-Habla por tí.-suelta secamente.
-¿Por mí? ¿Qué quieres decir?-indago confunsa. Repaso lo dicho, pero no le encuentro aún la lógica.