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—Brad... —susurraba la señora Huston con lágrimas en los ojos—. Bradley, despierta.

El Sheriff abrió sus ojos y al ver a su esposa en estado de Shock se preocupó. Se puso rápidamente de pie y le preguntó que pasaba.

—Es Jonah...—espetó, como si las palabras le quemasen la garganta—. Me acaban de llamar de la estación y...—farfulló— Y... —No pudo continuar.

El sheriff trató de animarla, pero lo que hizo fue agravarla aún más, por lo cual derrumbó en el suelo. Viró su vista a la sala, donde estaba una foto de su hijo junto a una veladora. Se le nubló la vista. Bradley salió disparado hacia su auto y se fue en dirección a Manhattan ignorando los llamados de su mujer.

—Amor —soltó en medio del llanto— Amor, espera...

Pero no le hizo caso.

El trayecto casi se hizo eterno, pero logró llegar al lugar donde Jonah le había dicho que iba a estar. Preguntó por él en el sitio, pero nadie lo había visto. Se subió al auto nuevamente y se detuvo cuando vio una ambulancia y un equipo de policías alrededor. Todos voltearon a verlo casi al tiempo, como si fuese una ceremonia diabólica. Sus rostros reflejaban compasión, dolor, todo excepto cosas buenas. Aunque ya se lo esperaba desde que abrió lo ojos, sintió un desgarro en el pecho tan fuerte como un infarto. El cuerpo tendido sobre la camilla con vidrios clavados por doquier, a pesar de tener el rostro irreconocible era indudablemente de su hijo, de su muchacho, de su orgullo. El tiempo se detuvo, impasible. También los latidos de su corazón.

"Feliz noche de Halloween", pensó, antes de que su vista se fundiera a negro.

Noche de HalloweenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora