Capítulo 3

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Se oyó como se cerraba el portón atras suyo, mientras avanzaban hacia el interior del bosque. Cada vez se hacía más oscuro y, de vez en cuando, veían pequeñas formas de color rojo y que desprendían calor moverse por el bosque. Supusieron que eran las hadas y siguieron corriendo. Angeor empezó a pensar como capturarían a las hadas. No tenían instrucciones, no sabían nada, no les habían enseñado.
Se notaba que iban muy en serio.
A su lado iban corriendo Raulyn y Evanora, con cara de esfuerzo.
En ese momento empezaron a escucharse explosiones y se veían llamaradas salir de algunos puntos del bosque. Se frenaron en seco.
La cacería había empezado.
—¿Qué hacemos ahora?— preguntó Raulyn — Tenemos que atrapar un hada, pero no nos han dado instrucciones. ¿Las matamos? ¿O no?—.
Escucharon una explosión muy cerca suya y vieron un cuerpo, calcinado, que volaba y que caia.
— Bueno una cosa tenemos clara.— dijo Angeor — Esas putas hadas no son fáciles de vencer. Así que hay que estar en constante movimiento y si nos topamos con una... Hacer todo lo posible por no acabar quemados.—
Raulyn asintió. Evanora se quedó mirando inexpresiva hacia el punto donde el cuerpo calcinado había caído. Y de repente echó a correr.
— ¿¡Evanora que coño haces!? — gritó Raulyn angustiado — ¡Hay una puta hada ahí! —.
A su lado Angeor corrió detras de Evanora. Cuando llegó donde estaba Evanora comprendió porque había ido hacia allá. El cuerpo era del Fredric el príncipe. Evanora se arrodilló ante el cuerpo y puso la oreja en el pecho. Por algún milagro había sobrevivido, la armadura le había protegido.
— Hay que salvarlo — dijo Evanora preocupada —. No podemos dejar que muera ahora y de esta forma —.
— No — dijo Angeor tajante — No voy a arriesgar nuestras vidas por una que pende de un hilo —.
— ¿Porque eres tan egoísta? — le espetó Evanora furiosa — Si estuvieses en esta situación querrías que los demás te ayudasen —.
— Si hiciese que otros muriesen no — dijo lentamente Angeor —. Además sabes que lo haces porque es atractivo. Si fuese un engendro del infierno bien que te alejarías de él —.
— ¡Pero seras hijo d...— no acabó la frase ya que la mano de Angeor se puso en su boca.
— ¿Pero que coño haces? — le dijo furiosa Evanora mientras le empujaba—.
— Cierra la boca — Angeor se puso serio, lo que hizo que Evanora también lo hiciese. Habían llamado demasiado la atención. Algo se acercaba.
— Prepárate — susurró Evanora —.
Angeor se mantuvo en silencio, escuchando, concentrado...
Entonces atacó.
Empezó todo con una llamarada. Angeor rodó hacia un lado. Evanora simplemente se alejó un poco, ya que la llamarada apenas le había pasado cerca. Angeor se levantó y desenvainó la espada. Evanora puso una flecha en el arco y con su ojo crítico empezó a prepararse. Habrían unas tres hadas, pero eran suficentes para hacerlos cenizas.
— Espera a que de una señ...— Evanora no esperó ninguna señal. Ella iba libre, como el viento. No tenía reglas, no tenia señales, nadie le decía cuando tenía que poner la flecha, nadie le decía cuando disparar. Simplemente apuntaba y ya. Era automático.
Tremendo error.
La primera flecha se clavó en la cabeza de una de las hadas, en el sitio que habia calculado Evanora.
Eso fue lo único bueno que les pasó.
Las otras restantes lanzaron llamaradas enormes. Una falló la tremenda llamarada. La otra fue a por Evanora.
— ¡Evanora! No, no, no...— Angeor la sujetó entre sus brazos — ¡¿Raulyn donde estás?! —.
Como si lo hubiese invocado, Raulyn apareció blandiendo su espada y de un mandoble le cortó la cabeza a la otra hada. Su cuerpo cayó y empezó a oscurecerse, perdiendo el calor que desprendía. Sólo quedaba una hada. Evanora y Fredric estaban malheridos. Angeor se habia quemado el brazo, ya que al tocar a Evanora se había quemado, aunque era un dolor que podía soportar.
— Vale cuando yo diga vamos a por ella y acabamos con esto ya — dijo Raulyn con furia — Vamos allá —.
Empezaron a correr hacia el hada, que lanzó una llamarada hacia ellos. La esquivaron y continuaron corriendo. Angeor empezó a dar mandobles que no acertaban nunca.
El hada era muy rápida.
Siguieron atacando, sin ningún resultado mientras que el hada les iba debilitando, lanzando bolas de fuego y llamaradas. Al cabo de un rato estaban chamuscados y cansados. El hada hizo un movimiento imprevisible. Empezó a volar hacía ellos y cogió el brazo de Angeor que empezó a gritar de dolor. De repente al hada se le pusieron los ojos oscuros y a Angeor también. Empezó a hablar en un lenguaje antiguo y espeluznante. Raulyn estaba paralizado sin saber que hacer. Cuando soltó a Angeor su brazo estaba casi carbonizado e inutilizado y con un extraño simbolo en el brazo. Se desmayó y cayó al suelo. El hada se dirigía hacia Raulyn que empezó a correr hacia su amigo. Angeor le dijo algo inteligible y abrió un poco los ojos mientras veía al hada acercarse rapidamente. Cuando esperaban el golpe final se escuchó algo silbar. Miraron hacia Evanora, que sujetaba el arco, y le salía una especie de fuego oscuro aunque apenas por unos segundos. La flecha se clavó en un ojo del hada y murió. Evanora se desmayó y todo quedó en silencio.
— Ostia puta... — dijo asombrado Raulyn, casi riéndose — ¿Cómo lo hemos hecho? —.
Puso de pie a Angeor que tardó un poco en levantarse y fueron a por Evanora. Cogieron a las hadas con las manos, ya que ya no quemaban, y las pusieron en unos sacos. Raulyn tenía en la espalda a Evanora mientras avanzaba hacía el interior del bosque, hacia el castillo. Se giró y vió que Angeor llevaba a sus espaldas a Fredric.
— ¿Qué haces? — preguntó Raulyn —.
— Pues verás, tu hermana casi muere por salvar a este. Si lo ha hecho es porque le importa algo. No voy a dejarle aquí ahora — contestó —.
— Ah — Raulyn no dijo más y se encaminó hacia el castillo —.
Por el camino encontraron muchos de los chavales que habían luchado contra las hadas. Unos quemados, otros sin partes del cuerpo, probablemente carbonizadas. Cuando llegaron les esperaba el rey. Les dijo que pasasen a la sala y que allí vería si habían completado la misión con éxito. Cuando llegaron, vieron que faltaba mucha gente. Antes de empezar había como 100 personas.
Ahora habrían 30. No se imaginaban que tanta gente había muerto.
Cuando el rey comenzó a mirar si todos habían logrado completar la primera misión, Fredric se empezó a despertar.
— Veamos — dijo el rey — Muy bien, lo habéis conseguido. Y también habéis sacado unas buenas cicatrices — dijo el rey en una carcajada —. No os preocupéis por las heridas, nuestros médicos se encargaran de ellas —.
El rey se acercó a su hijo.
— Hola padre — dijo en un susurro — Estoy vivo — sonrió —.
— Ya lo veo hijo, estoy orgulloso — le puso la mano en el hombro —. Ahora, enseñame el hada —.
Fredric se le quedó mirando, con miedo en los ojos.
— Oh — soltó el rey — No lo has conseguido, ¿verdad? —.
Fredric seguía enmudecido. Mientras, el rey se alejaba un poco y ayudaba a su hijo a levantarse.
— No pasa nada hijo — dijo el rey, sonriente — No se lo diremos a nadie. Como eres el hijo del rey pasarás a la siguiente prueba —.
— ¿De verdad? — dijo Fredric, con un brillo en los ojos —.
El rey le miró a los ojos.
— Ingenuo —.
Esa fué la ultima palabra que Fredric escuchó, antes de que la espada de su padre se clavase en su estomago.




Bueno aquí está el tercer capítulo. A toda la gente que haya estado esperando, si es que hay, siento haber tardado tanto pero es que entre examenes y falta de imaginación no tenia tiempo y lo siento. Intentaré ser más puntual. Ahora disfrutad de las putas navidades Joder

El Despertar De Lo ArcanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora