Cuando el rey retiró la espada, el cuerpo se desmoronó en un charco de sangre. Alguien soltó un grito, pero no hizo nada. Nadie tendría mucho aprecio a Fredric, pensó Angeor. Evanora se quedó mirando el cuerpo un rato y se fué. Angeor estuvo a punto de seguirla pero se quedó quieto mirando el cuerpo, cosa que le sorpendrió. Es le podía pasar en cualquier momento, tanto a el como a sus amigos. Alguien se le acercó.
— Hey — el chico tenía piel morena y pelo casi al cero. Tenía unas cuantas cicatrices y llevaba una espada. Por un momento pensó que le atacaría.— ¿Era tu amigo? —.
Angeor se rió.
— Digamos que no le tenía mucho aprecio — dijo casi entre risas — Encantado, soy Angeor — le tendió la mano —.
— Colt — dijo mientras se la estrechaba (la mano mal pensados) — Supongo que la que se ha ido era amiga tuya, ¿no? —.
— ¿Cómo lo sabes? — no había hablado con nadie, y de todas formas no se lo habría dicho a nadie —.
— Tranquilo, no soy un espía — dijo con una sonrisa — Os vi discutir antes de entrar en el bosque —.
— Ah — dijo Angeor — Ven, voy a presentarte a Raulyn —.
Raulyn estaba apoyado en una de las paredes, mirando al infinito. Angeor le presentó a Colt y, al parecer, hicieron buenas migas. Estuvieron hablando hasta que volvió Evanora.
— ¿Dónde estabas? Estábamos muy preocupados — le dijo Angeor cuando la vió venir—.
— Estaba pensando — respondió Evanora de forma fría —.
— Oye, ¿estás bien? — le dijo preocupado si hermano —.
— Sí, no es nada — dijo ella con lágrimas en los ojos — Ya se me pasará —.
Angeor estuvo a punto de ir a hablar con ella, pero supuso que no sería buen momento.
Estuvieron descansando y hablando mientras esperaban nuevas órdenes. Raulyn, Colt y Angeor compartieron experiencias de caza. Colt les enseñó a hacer unas trampas básicas, pero muy eficaces:
— No necesitas mucho — les explicaba Colt — solo unas cuantas ramas y un poco de cuerda, por eso siempre llevo a mano —.
Mientras Colt les explicaba como iba el mecanismo, y donde era lugar ideal para ponerlas, se oyó la voz del Rey:
— ¡En pie! — ordenó impasible — Nos ponemos en marcha —.
— ¿Qué? — dijo alguien — Se supone que aún quedan dos pruebas más — apuntó al cadáver del príncipe que no se habían molestado en retirar — Además, ¿no tendría que haber un funeral para el príncipe? — objetó —.
— No lo habría matado si hubiese tenido madera de principe — dijo mirando al que se lo había dicho, que estaba cabizbajo — La única prueba que vais a tener que superar es la de sobrevivir al viaje — comentó, mirando a todos esta vez — Será difícil. Tendréis que cazar vosotros mismos, hacer ropa adecuada para el clima al que os enfrenteis, tendréis que mostrar liderazgo en momentos difíciles... Muchos no sobrevivirán. Recordad que vais a entrar en La Academia, sabéis lo que eso implica—.
¡La Academia! Eso es lo que Angeor quería hacer, entrar en La Academia, donde se decía que tu poder interior salía a relucir por los intensos entrenamientos. También porque allí habia ido su padre y tal vez, podría saber más sobre él...
—El que se quiera retirar ahora, tiene derecho a hacerlo, pero si lo hacéis de viaje, vuestros propios compañeros se encargarán de mataros por ralentizar el viaje — dijo con una voz dura — ¿Alguien se quiere ir? —.
Nadie levantó la mano.
— Sois valientes. Bien, ¡en marcha! —.
Salieron del castillo hacia el norte, sin caballos y sin provisiones. El único a caballo era el Rey, pero la mayor parte del camino iba a pie, como recordando el momento en el que el tuvo que recorrer ese mismo camino. Cuando se acercaba la noche decidieron acampar en un bosque lleno de grandes coníferas cuyas copas daban una oscuridad total. Encendieron una gran hoguera y sólo por esa noche el Rey ofreció un poco de comida. Después, organizaron las guardias: Angeor, Colt y dos más harían las primeras. Dicho eso, durmieron.
Aunque no estuvieron tranquilos mucho tiempo.
— Oye, ¿crees que debería hablar con Evanora? Parece muy afectada — le preguntó Angeor a Colt —.
— Si crees que tienes algo que decirle, si. Pero si vas a decir lo primero que se te pase por cabeza mejor que no — respondió Colt, nervioso —.
— ¿Te encuentras bien? Estás sudando — le preguntó a Colt —.
— No me gusta la oscuridad, me trae recuerdos... Y no son buenos precisamente — dijo, entre risas nerviosas —.
— Vosotros, estaos callados — le soltó uno de los que hacían guardia — Si algo ocurre no podremos avisar a... — su frase se cortó y su cuerpo, desapareció entre los árboles —.
— Hostia puta — dijo el otro guardia — Habéis visto grande que era ese... — Angeor y Colt vieron como unas mandíbulas gigantes arrancaban su cabeza y su cuerpo se desplomaba —.
— Despierta a Raulyn y a Evanora — ordenó Angeor —.
Colt fué despacio a avisarles mientras Angeor desenvainaba la espada. Se calmó y pensó solo en el sonido. Se podía escuchar el crujir de las ramas.
Era algo grande.
Raulyn se le acercó mientras desenvainaba el espadón.
— Raulyn, ¿te acuerdas de aquella vez que los agricultores de la aldea dijeron que algunos compañeros suyos desaparecían misteriosamente? — le preguntó Angeor —.
— Sí, recuerdo que dijeron que era una especie de... No me jodas que es un lobo huargo —.
— Sí — respondió Angeor mirando hacia el bosque —.
— Chicos, lo tengo — se oyó decir a Evanora mientras colocaba una flecha en el arco —.
— ¿Se acerca? — preguntó Colt —.
— Se está preparando para saltar — dijo tensando ya el arco —.
— A mi señal nos apartamos. Evanora, empieza a disparar flechas hacia la yugular, ojos y nariz. Raulyn, Colt y yo
iremos a por él — ordenó Angeor —.
— De acuerdo — respondió Evanora con la mirada fija en el animal —.
Colt y Raulyn asintieron y esperaron. Cada vez se escuchaba más cerca el crujir de las ramas. De repente, silencio. Estuvieron con la vista fija hacia el mismo sitio unos dos minutos. Entonces, se escuchó un chasquido más grande y la figura del lobo salió de los árboles.
— ¡Ahora! — gritó Angeor —.
Dada la orden Evanora disparó hacia los ojos de la bestia. Cuando acertó, el lobo se abalanzó hacia ella, pero apareció Colt y le dió una estocada en la cara que le desestabilizó. Aprovechando la confusión, Raulyn saltó sobre el lomo y le dió con el espadón, pero solo le hizo un rasguño.
— ¡Tiene la piel muy fuerte! — apuntó Raulyn —.
— ¡Tiene que haber una forma! — Angeor se puso a pensar. Un punto débil... ¡La barriga! — ¡Evanora, distráelo! —.
— ¿Qué vas a hacer? — le preguntó —.
— ¡Haz lo que te digo! — le ordenó Angeor —.
Evanora gruñó, pero le hizo caso a Angeor. Le disparó una flecha que se le clavó en un costado. El lobo se giró una vez más hacia Evanora. Entonces, Angeor aprovechó que se había girado para deslizarse por debajo de su barriga. Pero, cuando estaba apunto de clavarle la espada, el lobo se giró hacía su cabeza, abriendo las fauces.
— ¡NOOOO! — gritó desgarradamente Raulyn —.
De sus manos salieron pequeñas ascuas negras que se extendieron por sus dedos.
— ¡UOOOH! — aulló Raulyn —.
Se dispuso a usar esas pequeñas ascuas que le salían de las manos como último recurso para salvar a su amigo cuando la figura del Rey apareció fugazmente, clavando su espada en las fauces de la bestia. El cuerpo se desplomó sobre Angeor, que estaba sudando. Raulyn se desmayó del sobreesfuerzo y todos se quedaron en silencio.
— ¿Que se supone que estábais haciendo? — les preguntó el Rey susurrando —.
— Estabamos intentando salvar al campamento de un jodido lobo huargo — respondió Evanora —.
— Debéis avisarme a mi primero a mí primero, no hacer cosas a lo loco y sin pensar — les dijo con rabia — Bien, hablaremos de esto mañana. Ayudad a vuestro amigo y montad guardia —.
Al día siguiente se dedicaron a recoger lo que podían usar del huargo: dientes, piel...
— Ya que lo habéis matado, os recompenso con una enhorabuena, es complicado matar a un huargo. De todas formas, tengo que advertiros de algo: si alguien va a hacer algo, se me comunica a mi primero — les explicó el Rey — Más adelante usaremos la piel para hacer ropa contra el frío, aparte de que es difícil de atravesar como vuestros compañeros han podido observar — dijo, señalandoles —.
Después de eso, se pusieron en marcha una vez más. Después de aquella pelea, hablaron mucho sobre Angeor, Colt, Evanora y de Raulyn. Sus compañeros decían que ya habían desarrollado sus habilidades porque era imposible de creer que unos jóvenes tan inexpertos matasen a un huargo.
— Oye Raulyn, me dijo Colt que vió como unas llamas negras cuando fuiste a intentar salvarme — le dijo Angeor —.
Raulyn se puso blanco de recordarlo.
— Tio, no me apetece hablar de eso. Fué una sensación de poder indescriptible pero me desgastó demasiado y me desmayé — le respondió nervioso —.
— ¿Crees que... es tu habilidad? — le preguntó titubeante —.
— Puede ser — soltó cortante Raulyn —.
Era obvio que no quería hablar de ello, así que lo dejaron pasar. Después de unos días, comenzó a hacer frío y usaron la piel del lobo para hacerse unas capas y para el mango de las espadas. Siguieron cazando todo tipo de animales: lobos, ciervos, jabalíes... No encontraron ningún huargo más, así que se tranquilizaron un tiempo. Después de unas semanas, llegaron a una aldea pequeña. Allí, el Rey les dió una notícia a todos ellos.
— Bien, nuestros caminos se separan — les dijo —.
— ¿Qué quiere decir? — preguntó alguien —.
— Quiero decir que iréis solos a La Academia —.Bueno pues después de 48 siglos he escrito. No le importará a nadie porque nadie lee esto pero por si acaso.
¡¡ALBA, DEJA DE SER TAN PESÁ'!!
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El Despertar De Lo Arcano
FantasyHan pasado ya 10 años desde que acabaron las Grandes Batallas aunque estas duraron 100 años. Humanos, elfos y enanos. Todos juntos peleando por una misma razón: que los grandes magos arcanos no liberasen un poder descomunal. Al final lo consiguieron...