Blake y yo caminamos en silencio hasta mi casa. Yo no me atrevo a hablar, y no sé si es porque aún me siento terrible por lo que pasó con Michael, o por la vergüenza que me dio saber que Blake me vio llorar como una retrasada sin poder moverme.
Por su parte, Blake va metido en sus pensamientos, o tal vez quiere darme mi espacio. De vez en cuando lo atrapo mirándome de reojo, pero aparta la vista cuando se da cuenta de que lo atrapo mirándome.
No tardamos mucho en llegar a mi casa. No es la gran casa, pero sí exageradamente grande si tomamos en cuenta la cantidad de personas que habitan en ella.
La mesa del comedor es para doce personas, demasiado grande para que solo coman en ella cuatro, razón por la que no la usamos. Sin embargo, todo cambia cuando toda la familia está de visita y terminan faltando lugares.
La cocina es la mejor parte de la casa, y es que tener unos padres amantes de la cocina, y sobre todo de la comida, hace que tengamos una cocina digna de un restaurante de lujo, con tantos utensilios que estoy casi segura de que más de la mitad nunca los hemos usado.
Invito a Blake a que se siente en la pequeña mesa que tenemos dentro de la cocina –la cual usamos en realidad- mientras busco algo en la nevera que le pueda ofrecer.
-¿Eso es un horno para pizza? –pregunta con algo de impresión. Tomo el jugo de naranja y asiento en su dirección.
-Sí, si quieres vienes un día vienes a cenar.
Espera, ¿lo acabas de invitar a cenar?
Nunca había invitado a nadie a mi casa a otra cosa que no fuera hacer algún trabajo, y si se quedaban a comer era porque mamá los invitaba. No yo. Corina cuando mucho –a pesar de ser mi mejor y única amiga- solo había pisado mi casa unas tres veces, y en cuanto a Michael, era yo la que iba a su casa debido a los problemas que él tenía. Aunque él siempre se quejaba y decía que prefería venir a la mía para alejarse de todos. Su mamá nunca lo dejaba.
Pero ahora la invitación estaba hecha, y no podía retractarme. Sería algo maleducado de mi parte, así que podía tomarlo como una manera de agradecimiento a su persona por haberse echado la culpa por mí. Por lo que cuando me preguntó que, si hablaba en serio, le asentí con una sonrisa.
>> Claro, yo te avisaría qué día podría ser.
Sonrió, y yo tragué saliva cuando volví a ver su sonrisa. Esa que seguía en mi cabeza y no sabía da dónde.
-No deberías sufrir por alguien como él.
Dejo de escribir la traducción del trabajo y levanto la vista con el ceño fruncido. Blake tiene la mirada perdida en la ventana junto a la mesa.
-¿Disculpa? –suspira y me mira.
-Por Michael. No deberías sufrir por alguien que no te aprecia.
Ouch.
-No sé de qué me hablas –respondo mordiéndome el labio.
Claro que sé de lo que habla, pero ya estaba olvidando lo que pasó esta tarde y sacar el tema a colación solo hace que el dolor vuelva.
-Sé que llorabas por él, yo estaba allí Alicia, lo vi todo –se pasa las manos por la cara exasperado –. Es un idiota que no hace buenas elecciones.
-No tiene importancia –encojo mis hombros en un intento de reafirmar mis palabras y hacerle ver que de verdad no dolía. Aunque sea mentira.
-Sí que la tiene Alicia, tú vales mucho más que ella y él no se pudo dar cuenta de eso. Eso lo convierte en un ciego idiota que no sabe diferenciar entre alguien que lo quiere verdad, de alguien que solo le puede dar unos efímeros segundos de placer.
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Mírame a mi. ·Miradas1
Roman pour AdolescentsAlicia está enamorada de su mejor amigo. ¡Vaya cosa más trillada! Aunque ya no son tan amigos y ella no entiende la razón. De un día a otro, Michael solo le dejó de hablar, eso le dolió y la decepcionó, pero no logra quitar los sentimientos que sent...