Corina habla y habla sobre las consecuencias de no hacer las cosas sin realmente prestar atención, mientras yo solo asiento para que sepa que la estoy escuchando y que no tiene la necesidad de repetir todo. Me detengo afuera del aula, la miro y entrecierro los ojos.
-¿Qué? –pregunta con fastidio.
-No me dejaste agradecerle.
-No queríamos que se arrepintiera en el último segundo de hacerse el héroe. Él quiso echarse la culpa, pues ahora es su culpa y no la tuya –encoje los hombros -. Ya tendrás la oportunidad de agradecerle por hacerse el valiente.
-Eso no es justo, él no tuvo la culpa –frunzo el ceño y cruzo los brazos.
-Eso díselo a él, no a mí. Yo no le eché la culpa, él se la echó solito –aprieta mis mejillas antes de dejar un beso en una de ellas, al principio me quejaba de que hiciera eso, ahora estoy acostumbrada y sé que no dejará de hacerlo -. Ahora cuídate y deja de hacer estupideces.
-Lo intentaré –lo digo porque es la verdad, mi vida está llena de constantes intentos de dejar de ser tan despistada, cosa que nunca logro. Veo a mi amiga desaparecer por el pasillo hacia su clase y yo entro a la mía.
Me siento en uno de los primeros asientos junto a la ventana a la espera de que llegue el profesor. Este asiento ya debería de tener mi nombre en él, al igual que todos los de las otras aulas que se encuentren en el mismo lugar. Es como el lugar perfecto, cerca del profesor para poder prestar atención a la clase, pero al lado de la ventana para tener una buena vista y no aburrirme. Odio cuando llego y lo ocupan.
Hoy al llegar al instituto, como todos los días, me senté con mi amiga en nuestra banca preferida mientras esperábamos el timbre de entrada. Como cada mañana, así como mi pan de cada día, me quedé hipnotizada viendo a Michael, quien hablaba y se reía con sus amigos. No pude evitar quedarme viendo cada uno de los movimientos que hacían sus labios. Esos labios que he querido besar desde siempre.
En la entrada, el equipo de basquetbol se encontraba jugando con su balón, el cual cayó a mis pies. Pude escuchar que Corina seguía hablando, pero seguí sin prestarle atención porque estoy segura de que seguía hablando de maquillaje. Tema que me interesa tanto como aprender a hacer manualidades. Intenté devolvérsela, pero mi vista seguía tan pegada en Michael que accidentalmente la dirección en la que lancé la pelota fue esa, y para mejorar la cosa, la profesora Friedman iba pasando y la pelota pegó en su cabeza.
Creo que me puse tan pálida como cuando me realizan exámenes de sangre. Y peor aun cuando la profesora se dio la vuelta y comenzó a buscar al culpable y preguntó hecha una furia que quién había sido. Estoy muy segura de que comencé a temblar y no ayudó que todos voltearan en mi dirección.
Parecía la inquisición.
Sin embargo, un chico salió de la nada y levantó la mano echándose la culpa. Quise decir algo, asumir la culpa, o agradecerle, no lo sé. Pero cuando di un paso en su dirección, mi amiga me sostuvo del brazo y comenzó con sus regaños. Para cuando pude volver a buscarlo, ya había desaparecido junto a la profesora.
Nota mental, buscarlo y darle las gracias.
La clase de historia pasa lentamente ante mis ojos a la espera de que el profesor diga esa frase tan ansiada por todos, "pueden retirarse", sin embargo, él sigue hablando de fechas y nombres que jamás en la vida se me quedarán grabadas en la mente. Resoplo. A duras penas y recuerdo mi cumpleaños.
Al término de la clase espero a que todos se marchen para poder salir y así no quedar atrapada en el desastre en que se convierte la puerta. Cuando logro salir comienzo con mi búsqueda, porque estoy segura de que si espero un poco más se me va a olvidar. Me conozco.
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Mírame a mi. ·Miradas1
Genç KurguAlicia está enamorada de su mejor amigo. ¡Vaya cosa más trillada! Aunque ya no son tan amigos y ella no entiende la razón. De un día a otro, Michael solo le dejó de hablar, eso le dolió y la decepcionó, pero no logra quitar los sentimientos que sent...