Nunca pensó que conocería al chico más timido de toda su corta vida, su forma extraña de comportarse le parece tan tierna que no querra dejar de apreciar su peculiar sonrisa y sus mejillas de tomate.
Ayer apenas cruce unas cuantas palabras con chico de la revista, y me dejado intrigada por su peculiar comportamiento. Así que como toda chica normal haría, fui y le hable otra vez.
- Hola, Como estás hoy? - me sente a su lado
- Bie-en, y tú? - Responde sin alzar la vista
- Pues la verdad no estoy muy bien -
- Porr-que? -me miro de reojo
- Pues, ayer desapereciste y me asute sabes, pensé que te habia secuestrado un extraterrestre-
sonrie -Perdon por lo de ayer, no fue mi intención dejarte hablando sola tenia ganas de ir al baño desde hace rato pero no le dije a la maestra y... - agacho su mirada.
- Y...? -
-y si me gustaría ser tu amigo pero no estoy acostumbrado a socializar con las personas - se sonroja
- Oh vaya jaja, bueno descuida yo tampoco estoy acostumbrada a hablar mucho -
- ¿Enserio?- me miro con confundido.
- Bueno en realidad... si lo estoy, pero igual no siempre lo fue, asi que te puedo ayudar con eso si quieres -
- (se queda en silencio)
- Entonces...? -
-Está bien -
Le regalo una sonrisa - menos mal, pense que iba a esperar toda la clase
-jaja- sus mejillas se rojizan dibujando una sonrisa
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Después de ese momento fui por mis cosas y me senté enfrente de él. En algunas ocasiones podía sentír su mirada, pero cuando volteaba a verlo, él estaba escribiendo o leyendo, creo que eran alucinaciones mías, pues nunca ví que lo hiciera. En los recesos, platicaba con él o mas bien, yo era la voz y el todo oídos. Le conté sobre mis experiencias en la secundaria, el chico de la revista me escuchaba atentamente, en ocasiones sonreía, y me provocaba un sentimiento de paz.
Al terminar la ultima clase, no sabia como despedirme, pues él era un chico timido de esos que no conoces nunca. Mientras llegábamos a la puerta de salida, me despedí y sin pensarlo más planté un beso en su mejilla.
