Tras la tormenta siempre viene la calma, y esta vez no fue una excepción. Ambos se quedaron dormidos, Enzo al lado de Alejandro, pero esto no duró demasiado. Digamos que fue una pequeña siesta, y Enzo se despertó a la media hora más o menos. Se incorporó, se frotó uno de los ojos y bostezó. Miró a Alejandro, el cual estaba completamente dormido a su lado, y no pudo evitar sonreír.
Cubrió el semi desnudo cuerpo del chico con una manta que había por allí cerca, y él se fue al baño a asearse para luego salir ya vestido, sin la prótesis puesta. Tenía la suerte de que la que usaba era bastante fácil de quitar y poner, y no le dolía en exceso. Se la había quitado porque, principalmente, era algo incómoda para cocinar.
Se dirigió a la cocina del chico, mirando primero la nevera a ver qué había, y al ver un pollo y unas patatas ya preparados, decidió sacarlo y lo puso a calentar para que ambos pudiesen comer. Por su parte, el hambre le estaba matando, y suponía que lo mismo le pasaría a Alejandro cuando despertase.
Mientras calentaba dicha comida, sintió cómo alguien le abrazaba, y al ver las manos de Alejandro alrededor de su cintura, se le escapó una sonrisita.
- Buenos días a las cuatro de la tarde, dormilón.
Sintió la cabeza de Alejandro contra su espalda y consiguió percibir un suave "hola". Luego, notó como el chico se separaba y oyó cómo iba al baño. Antes de que él saliese, Enzo ya había puesto ambos platos en la mesa, con sus respectivos vasos y, por supuesto, la bebida. Alejandro se sentó frente a él, bajando la mirada a su brazo, ahora sin prótesis. Pero no fue una mirada demasiado intensa, ni duró demasiado, ya que Alejandro entendía que Enzo pudiese sentirse incómodo. En el silencio de la comida, a ambos les empezaron a llenar las dudas sobre lo que había ocurrido hacía un rato, pero fue Enzo el primero que se lanzó.
- ¿Todo bien? Con lo que ha pasado, no sabía hasta qué punto te sentías bien con tu cuerpo y aún así hi--
- Estoy bien -dijo él, cortándole las disculpas con una sonrisa-. Ha sido muy agradable. No me arrepiento de lo que ha pasado en absoluto, y me gustaría repetirlo. Algún día, digo. No tiene por qué ser mañana. O-O bueno, sí. No sé. Cuando quieras. Ay madre -a medida que iba hablando, la voz perdía más fuerza, y el rubor crecía hasta ocupar todas sus mejillas-.
Enzo dejó de comer un segundo para echarse a reír por la timidez que presentaba el chico. Alejandro le miró algo enfurruñado, pero se le contagió la felicidad ajena y también se echó a reír por nada en concreto, estallando así ambos en una carcajada. Pero esa carcajada les hizo sentir aliviados, tranquilos, les había ayudado a despejar la mente sobre las dudas que tenían, sobre lo que había pasado, sobre todo.
Luego de comer, y dado que Alejandro no quería que Enzo se fuese ya, le invitó a ver una película con él. No una película en el cine, ya que no estaba para derrochar el dinero, una en su sofá, con algunas palomitas y algo de beber. No era por el hecho de ver la película, si no más bien de estar un rato más con Enzo, porque le encantaba estar con él, y se sentía muy cómodo en sus brazos. Enzo, como es obvio, aceptó.
Ese día se convirtió en el primero de muchos en los que la pareja disfrutaba de actividades varias. Podemos llamarlo una primera cita, incluso. No fue hasta un par de meses después que Alejandro se armó de valor y decidió pedir salir a Enzo, como una pareja formal y seria. Enzo, por su parte, pensaba que ya estaban saliendo, por lo que el nerviosismo de Alejandro se disipó cuando ambos se echaron a reír por la divertida situación.
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Alejandro siguió al pie de la letra todas y cada una de las pautas que Enzo le había indicado en cuanto a las hormonas, por lo que, a los dos años de estar en tratamiento, pudo acceder a la mastectomía bilateral y conseguir lo que siempre había soñado; sentirse un hombre. Porque siempre lo había sido, pero hasta este preciso instante, no se había sentido del todo.
Esto mejoró su vida notablemente, y gracias a ello, la vida en pareja junto con Enzo. Habían sido muchos los cambios en estos dos años, no solo por el inicio de la relación, si no en general. Le había crecido pelo, su voz ahora era más grave, el deseo sexual no había sido un problema, los cambios de humor no habían sido demasiado bruscos ni continuos, y todo esto era gracias a que, en su vida, por primera vez, había alguien apoyándole. Y ahora ya estaba todo. No sabía ni cómo agradecerle a Enzo hacer su vida mucho más feliz en todos y cada uno de los aspectos.
Enzo, por su parte, había dejado de pensar en la prótesis. En si era bonita o fea, grande o pequeña, en si le hacía guapo o feo. Eso eran cosas banales, porque la única opinión que le importaba era la de Alejandro, y éste jamás había hecho un comentario desagradable sobre eso.
En resumen, ambos habían hecho que el otro superase todas y cada una de sus inseguridades, y que incluso se sintiesen cómodos con ellas. Se habían ayudado mutuamente, y habían llenado el vacío ajeno con todo lo que tenían.
Y es que todo es más fácil si consigues respetarte a ti mismo, aceptarte cómo eres, y aceptar al resto como son.
FIN
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Bueeeeeno sé que no esperábais que acabase tan pronto pero no sabía muy bien cómo continuar xDDD Para mi, así está genial.
Digamos que ha sido una pequeña introducción a los personajes, que seguramente los use para más AUs o fics, incluso quién sabe si una segunda parte de sus vidas (si consigo pensar en cómo seguir xD) y bueno, eso.
Nos vemos en la siguiente aventura <3
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Red Thread (FINALIZADO)
RomanceAlejandro es un adolescente cualquiera. Enzo, un ex militar que actualmente trabaja como médico. ¿Qué ocurrirá cuándo sus caminos se crucen en una simple revisión escolar? -->