Capítulo 1

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¡Hola! Mi nombre es Celestia, tengo 11 años y soy hija única. Vivo con mis dos padres y mi perro llamado Ame.

Toda mi vida he estudiado en casa, nunca he ido a una escuela, así que no tengo amigos. Sin embargo, soy una niña feliz.

Es sábado, y mis papás decidieron organizar un campamento familiar, la cual me emocionó mucho, ya que nunca habíamos hecho algo así

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Es sábado, y mis papás decidieron organizar un campamento familiar, la cual me emocionó mucho, ya que nunca habíamos hecho algo así. Me puse a investigar sobre cosas que se hacen en un campamento para realizarlas después, pero mis padres entraron repentinamente a mi cuarto.

Mamá: Hija, ¿ya tienes listas todas tus cosas?

Celestia: ¡Si!

Papá: Cuando estés lista, bajas para subirlas al carro e irnos, ¿ok?

Celestia: Ok -contesté con una sonrisa-.

Mis padres salieron del cuarto y lo último que guardé en mi mochila fue una libreta donde tenía anotadas las actividades.

Salí del cuarto y bajé rápidamente las escaleras, subí a Ame al carro y después me subí yo. ¡Estaba súper emocionada! En el camino, me encantó ver todos los árboles, ríos ¡y animales! Era muy bonito.

Cuando llegamos, bajé rápidamente y me puse a saltar de emoción, mientras mis padres sacaban la casa de campaña.

Ame vio una ardilla y empezó a corretearla, me asustó y tuve que ir tras él. Cuando lo alcancé, vi a Ame ladrándole a un árbol, alzé la mirada y vi que la ardilla estaba sentada en una rama. Me reí de él y luego le pedí a Ame que regresáramos, pero no me hizo caso. Vi una rama y en seguida se me ocurrió una idea.

Celestia: ¡Ame, Mira esto! ¿Lo quieres?

En seguida, Ame volteó a ver la rama y empezó a mover su cola. Sacudía la rama y después la lancé hacia donde se encontraban mis papás. Cuando llegamos ¡Todo estaba listo! La casa de campaña, la fogata, la comida, etc. Le tomé muchas fotos con mi tablet y después fui corriendo hacia mis papás para darles un gran abrazo.

Anocheció. Nos pusimos a asar  malvaviscos y tomar chocolate caliente. Mis papás estaban sentados juntos y yo estaba con Ame. Cuando terminamos de comer, decidí ya irme a dormir, pero mis papás me hablaron antes de irme.

Mamá: Ven hija, tenemos que hablar contigo.

Me dio algo de escalofríos; creo que esa frase es horrorosa para todo el mundo. Regresé y me senté junto a Ame, quien ya estaba dormido.

Celestia: ¿Qué pasó, papás?

Papá: Bueno... Ya eres una niña grande, no podemos tenerte encerrada para siempre -entre risas-.

Celestia: ¿Cómo? No entiendo.

Mamá: Tu papá y yo decidimos meterte a la escuela, para que convivas con niños de tu edad y puedas estudiar con maestros que no seamos ni tu papá ni yo.

Ellos mostraban sonrisas, pero se les notaban los nervios. Yo me quede mirando a la fogata con mi mano en la barbilla, pensando sobre ello. Después de un rato, les dije a mis papás que me gustaba la idea, se alegraron y me comentaron que regresaríamos a casa manaña en la mañana para ir a comprar mis útiles escolares y poder inscribirme.

¡Moría de emoción!

Me fui a dormir, esperando el día de mañana.

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