Capítulo 1

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El novio misterioso

Después del incidente de la cafetería ella me explicó que él se le había declarado el día anterior, cuando le pregunte porque me había ocultado que le gustaba ella solo cambio de tema. 
Me sentía un poco traicionado por eso, reitero, pero aun así sonreí y  le pedí que me lo presentara; Se sorprendió al principio, pero terminó aceptando.
Hoy era el gran día, íbamos a salir a comer pizza solo los tres y podría interrogarlo para saber que quería de mi mejor amiga.
Llegué a casa de Sara más o menos dos horas antes, yo sabía cómo se ponía cuando no tenía idea de que vestir. Cuando entré a su habitación la encontré envuelta en una toalla sentada en su cama observando al armario fijamente. No pude evitar reír frente a la escena y sentir algo de ternura.
- ¿Qué estás haciendo? – le pregunté entre risas.
- No te rías, esto es serio. No sé dónde está mi pantalón gris. – me respondió sin quitarle la mirada al armario.
- ¿El pantalón gris que hace que tu trasero se vea perfecto? ¡Oh santo cielo! ¿Qué vamos a hacer? – dije divertido.
- Llama y cancela, esto es un desastre – dijo apuntando a su celular.
-No, no, no. Tranquilízate encontraremos algo mejor que puedas usar.
Me pase media hora esclavizado rebuscando en su armario, solo para que cada vez que sacara una prenda ella grite ¡NOOO...! Desde la cama. Creía que todo estaba perdido hasta que encontré sus shorts azules, sabía que era invierno, pero no podía dejar que esta salida se arruinara.
- ¡Ponte estos! – le grite lanzándole los shorts en la cara.
- Estos me gustan, ¿con que me los pongo? – me interrogó con su rostro iluminado por la ilusión de la idea.
- Las mallas que te di en tu cumpleaños, las botas negras y... ¡esto! – Le contesté mientras alzaba un jersey negro que encontré en un cajón.
- ¡Acepto! – chilló mientras saltaba sobre la cama.
- Cálmate que se te va a caer esa toalla. Iré abajo a asaltar tu refrigerador, tu cámbiate y maquíllate rápido. Nos queda menos de una hora.
-¡Entendido!

Bajé las escaleras y me instalé en la cocina a comer todas las oreos que pude, sabía que saldríamos a comer dentro de poco, pero mi hambre y mi aburrimiento eran demasiado grandes, ella tardaba horas.
Después de veinte minutos de estar devorando toda la provisión de galletas de mi amiga apareció su madre, quien me descubrió con las manos en la masa. Yo solo sonreí de manera tierna mostrándole mis dientes negros por el chocolate, ella se comenzó a partir de la risa y se sentó a mi lado. "Soy demasiado irresistible", pensé.
Estuve hablando con Verónica, la mamá de Sara, durante unos treinta minutos más. En ese tiempo descubrí que ella tampoco conocía al misterioso novio y que le preocupaba bastante si le gustaría o no la lasaña que haría el domingo en su honor. Ambos estábamos comiendo y bebiendo refresco cuando mi bella mejor amiga gritó que estaba lista.
Verónica y yo nos tapamos los ojos esperando que Sara se apareciera con el resultado final de su ritual de cincuenta minutos. Antes de decir algo más debo aclarar que esta niña y yo hemos sido amigos desde los cuatro años; la he visto crecer, llorar, maldecir, enloquecer y reír; la he visto en pijamas, en jeans, en toalla, en vestido y hasta en ropa interior; pero cuando quite mis manos de mis ojos me quedé estupefacto. 
Juro que era la mujer más hermosa que había visto. Traía la ropa que le dije que usara, su largo cabello negro caía sobre sus hombros cubriéndolos, pero dejando a la vista sus clavículas definidas; el color de sus shorts hacía que sus ojos azules se vieran más brillantes y su rostro estaba casi libre de maquillaje, permitiéndome apreciar su belleza natural.
¡WOW! – soltamos Verónica y yo al mismo tiempo.

- Te ves preciosa, amor. – dijo su madre casi con lágrimas en los ojos.
- Que suerte tiene ese malnacido. – gruñí yo – Tú te mereces al mejor hombre de la Tierra.
- No saben cómo los amo a los dos. – susurró Sara mientras se aproximaba a abrazarnos.
El timbre de la puerta interrumpió nuestro momento emotivo. Yo me ofrecí a atender en caso de que fuera el novio misterioso, tenía que verlo primero. Cuando abrí la puerta me topé con un tipo alto y fornido, vestido con una chaqueta de cuero y jeans negros. No podía creer lo que mis ojos estaban viendo, era el típico chico malo salido de una película romántica llena de clichés, 
Él me vio, sonrió y estiro la mano para saludar, pero yo estaba ocupado viendo sus dientes estúpidamente blancos y rectos. Estiré mi mano para regresar ser educado y me di cuenta de que algunos tatuajes se le escapaban de la chaqueta; este hombre no podía ser un cliché más grande.
- Hola, soy Tom. ¿Está Sara en casa? – dijo el mientras estrechábamos las manos.

- Sí, claro. Mi nombre es Adrián, soy su mejor amigo. – respondí con una sonrisa bastante fingida – Por favor pasa.
En cuanto me hice a un lado para dejarlo pasar,Sara se abalanzó sobre él.
Verónica y yo nos quedamos detrás de ellos viéndolos un tanto sorprendidos.
- Se ve bastante bueno para Sara, ¿no? – susurró Verónica en mi oído.
No era para nada verdad, Sara se merecía algo mejor que ese imbécil. No me creía que su madre pensara que era bueno para Sara, tenía que encargarme de que cambiara de opinión.
- ¿Bueno para Sara? Parece un delincuente. ¿Ya vio esos tatuajes y ese atuendo? – le respondí.
- Solo debe ser su estilo Adrián, no tengas la mente tan cerrada.
-  Tal vez traiga drogas en su auto, ¿no le preocupa? ¿Y si nos rapta? – ella solo sonrió y negó con la cabeza. 
- Ya es hora de irnos. – gritó Sara desde la puerta – Apúrate Adrián, ¡te amo mamá!
Salí de la casa detrás de ellos y me metí al auto del delincuente. No parecía haber drogas o esposas para secuestrarnos, pero aún no estaba del todo convencido de nuestra seguridad. Dimos un par de vueltas antes de encontrar una pizzería donde comer al gusto de todos. Sara y yo nos sentamos mientras Tom conseguía un menú.

-  Así que este es el novio misterioso. – le dije a Sara.
- Sí, es un amor de persona.
- Tiene cara de narco.
- Sabía que dirías algo así, por eso mismo no te dije que me gustaba. – dijo ella mientras se cruzaba de brazos.
- Está bien. Lo siento, le daré una oportunidad para que me caiga bien.
Él no había hecho nada malo además de tener esa apariencia. Tal vez eran  solo celos de mi parte, por haberme encontrado con un hombre que me quería quitar la atención de mi mejor amiga. Me asustaba un poco verla con un novio, pero valía la pena si ella era feliz.
Nunca había visto a Sara así. Sus ojos se iluminaban cada vez que él aparecía en la escena, sus labios temblaban cuando Tom se iba y su sonrisa jamás fue tan brillante que cuando este chico le decía que la quería. Era realmente una escena de amor la que estaba presenciando, pero de alguna manera solo lograba producirme celos.
La noche pasó sin la menor contrariedad, cada vez que trataba de direccionar la conversación a las intenciones que tenía Tom con mi mejor amiga, ella cambiaba el tema bruscamente. No comprendía del todo que era lo que estaba tramando, ¿estaba tratando de defenderlo? No lo sé, pero todo este asunto era demasiado raro.

Una vez que acabamos de comer, automáticamente Tom me dejo en mi casa a petición de Sara, y luego ambos se fueron en su auto a Dios sabe dónde. Por mi mente solo podía pasar que me estaban excluyendo del plan del resto de la noche, obviamente pasando por alto la posibilidad de que haya ido a dejarla inmediatamente a ella después de a mí, ya que más tarde cuando llamé a su casa Verónica me dijo que no había vuelto.

Tinta OcultaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora