Capítulo 3: Ensoñación

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-¿De verdad te divierte pasar tiempo conmigo, stror bror? -Dijo el pequeño Gissur a su adorado hermano en una tarde primaveral en aquella tierra llamada Islandia. El platinado tenía la apariencia de un chiquillo de apenas unos 7 años, el menor no podía ocultarle a aquel noruego su alegría en ese momento, su sonrisita advertía su alegría. -Já, en serio, liller. -Respondió con simpleza el noruego, no era de muchas palabras, y menos si tenía que hablar de lo que sentía.

-Es que me cuesta creerlo, siento que te debe molestar bastante tener que venir a ver cómo estoy, viajas tanto y venir a verme debe ser pesado. -El pequeño miraba hacia arriba ahora, ya que estaba con la cabeza en el regazo del mayor, eso hacía que se encontrase con el rostro inexpresivo de su "hermanito mayor" y tutor. -Is, no es pesado para mí venir a verte. -El rubio dijo con seguridad.

-¿Puedo viajar contigo en tus expediciones? -La sola idea de tener al pequeño tratando de imitar sus movimientos en sus expediciones le provocaba ternura, pero definitivamente no iba a dejar que corriese los riesgos que conllevaban esos viajes. -No. -Contestó con frialdad, más de la que pensó haber mostrado. El gesto del niño cambió a uno de leve temor y tristeza. Casi pensó que iba a ser regañado, quizá fue mucha osadía de su parte preguntar eso, no sabía, pero se sintió algo intimidado con esa mirada tan seria y voz profunda.

-Y-yo, lo siento. -De ser un gatito, estaría con las orejitas abajo, mas solo mostró una carita desanimada el menor, estaba arrepentido y se notaba. -Es un no porque eres muy pequeño y es peligroso para ti, Is. -Tal vez fuera voluble aquello en ese momento, ya que el chiquillo cambió la expresión rápidamente, de una de tristeza y algo de temor a una de alegría. ¿Razón? La preocupación de su acompañante.

-Entiendo, pero si fuera grande como tú, ¿me dejarías acompañarte en tus viajes? -El mayor quería decirle que no, pero tampoco quería verle con expresión de derrotismo y tristeza, y menos quería ser él el que provocase eso. El noruego tenía el don de la magia, pero adivino no era, su época de vikingo no sabía cuán extensa sería, lógico, no es un dios como para poder saberlo o predecirlo, decirle una blanca mentira no haría daño, ¿verdad?

-Bueno... cuando crezcas y seas alto, fuerte y sepas todo sobre caza, pesca y supervivencia, ahí sí podrás ir conmigo, ¿entendido, liller? -Los grandes ojos amatista brillaron de emoción por las palabras que le fueron dirigidas. -Entendido, estudiaré mucho sobre esas cosas, la próxima vez que vengas, ya sabré pescar, y aprenderé rápido todas las cosas que dijiste. -Era lindo para el rubio ver aquel brillo de convicción en esos ojillos. -Hay tiempo, lillerbror, no te sobreesfuerces. -Debía velar por que el pequeño no se dañara, bien sabía que el chiquillo por demostrarle sus avances, era capaz de descuidarse, así también por mostrarle sus logros, era algo lindo, pero preocupante.

-Bueno. -Se trazó nuevas metas con las exigencias de su tutor. -Stror bror. -El aludido miró con atención al chico, esa llamada dicha por el islandés era de las pocas cosas que para él se acercaban a la felicidad. -Dime. -El pequeño tras incorporarse se puso de pie, entornando su mirada en el rostro de su único acompañante. -Nore. -Las mejillitas del isleño adoptaron un tono rosa suave, lo que diría era importante, al menos para él sí. Al noruego le llamó mucho la atención ese cambio de color de las mejillas islandesas.

-¿Cuando sea grande te casarías conmigo, stror bror? -Eso fue... inesperado, lindo a niveles exorbitantes, adorable de forma avasalladora, tierno y una gran sorpresa. Ni por si acaso hubiera imaginado que diría eso su tutoreado. Antes de siquiera poder pensar en qué decirle, el platinado volvió a hablar. -Prometo quererte muuuuuchísimo, nadie te querrá más que yo, prometo y juro hacerte muy feliz y cocinarte caballa y salmón cuando quieras. -La seguridad del menor al decir esas cosas era notoria. Y claro, el pequeño hablaba de todo eso con inocencia, la propuesta era peculiar, pero adorable viniendo del islandés. Y si era sincero, el noruego no sabía qué responderle.

-Le pregunté a Danmörk que cuál era la mejor forma de mostrarle a alguien que lo amas y dijo que pedirle matrimonio. También se lo pregunté a unas señoras y las tres dijeron que pedir matrimonio. Luego le pregunté a Dan que qué cosas hacen las personas que están casadas y dijo que abrazarse, dormir en la misma cama, besarse, quererse mucho, comer juntos y vivir juntos. -Odín... lo que contaba el pequeño le produjo un revoltijo de sensaciones, una lindas, otras no tanto, y otras desagradables. "Será imbécil, Dinamarca", pensó en lo que buscaba las palabras correctas, o no correctas, sino que adecuadas para responderle al menor, como también para corregir el malentendido que seguramente dejó el danés en la cabecita de su hermanito pequeño.

-¿Te casarías conmigo, stror bror? -Reiteró el menor, con una pequeña sonrisa nerviosa y un pequeño brillo de ilusión y esperanza de recibir una respuesta afirmativa.

-Is... Is, ya son las seis. Vamos al internado, Is. -La ensoñación del nórdico menor acabó a razón de su hermano mayor. Bueno... no era un sueño, era un recuerdo que vino a su mente y le tuvo soñando despierto por alrededor de un minuto. Habiendo salido de aquel pequeño trance, miró a la única persona que se encontraba con él ahí en la biblioteca. -Ya, entendí, sal tú primero. Debo cerrar. -Aquello fue una mezcla entre una sugerencia y una orden. -No tardes o te dejaré. -El noruego hizo caso y salió tras cargar su mochila y la de su hermanito, llevándolas con facilidad.

Una vez solo el islandés, se llevó una mano al rostro y cabizbajo suspiró. -Todo iba bien hasta que recordé eso. -Obviamente se dijo a sí mismo. Era cierto, para él fue un día provechoso, podía decirse que estaba de buen ánimo, pero ese recuerdo y sopesar lo que sentía, hizo decaer su estado anímico. Se cuestionó si seguir con esto era bueno, ahora lo veía como algo que le traía más perjuicios que beneficios.

-Is, vamos ya. -Y el nombrado bufó y apresuró la labor de dejar cerrada la biblioteca, saliendo de ahí con desgano, pero a paso rápido. -Yo la puedo llevar. -Se refirió a su mochila el menor. -Tengo sueño, me iré rápido para dormir ya. -Y sin más, la nación más joven tomó su mochila y se marchó, a paso rápido y dejando a un desconcertado noruego, quien no creyó en aquella excusa que usó su hermano para retirarse. El rubio le dio su espacio y lo dejó irse solo a su respectiva habitación, lamentablemente no estaban asignados en la misma habitación del internado del instituto.

-Mañana será otro día. -Dijo para sí mismo el noruego y se retiró en dirección a su cuarto.

La que el amor hace sentir es a veces difícil de entender, como de explicar. Por que el amor puede resultar ser como un enrevesado libro, algunas veces difícil de entenderlo y comprenderlo.

¿De verdad quiero que lea entre líneas? [Fanfic NorIce Gakuen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora