Marshall y la reina de Hielo

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Narra Marshall:

Me encontraba en mi casa practicando con mi bajo hacha para el concierto que daría en unos días. Cuando escuche que alguien abría la puerta principal sin siquiera llamar. Era Fiona y Cake.
—¿se os a perdido algo en la casa del rey de la nochesfera? —dije en un tono borde y cansado. Llevaba días con un hambre que ni el color rojo de las cosas podía saciarla. 
—se nos perdió un vampiro pervertido ¿lo as visto? Tiene como un metro setenta, pelo negro y un humor de perros. —dijo burlona la rubia chocando los puños con su inseparable gata.
—Tal vez lo allá visto—murmure mientras dejaba mi bajo en su lugar — ¿Qué es lo que queréis?
—mira guapo, Chicle nos a dicho que vallamos a capturar a la reina helada por no se que cosa a hecho esta vez—respondió Cake.
—y queremos que nos acompañes. —termino de decir Fiona.
—no se chicas…
—vendrás y punto, no pienso aceptar un no por respuesta.
Entre las dos me cogieron del brazo y me llevaron a la fuerza al reino helado. Cake nos dejo dentro del castillo de la reina y Fiona saco su rosada espada a la espera de un inminente ataque que nunca llego.
El lugar estaba mas oscuro de lo que recordaba y todo esta echo un desastre. Habían vidrios rotos por todo el suelo y restos de nieve donde se apreciaban las huellas de pingüinos.
—Parece que Gunter se a divertido bastante—admitió Fiona dándole una ligera patada a una botella de vidrio destrozada.
—La pregunta es donde estará Simona
(Creo que ese era el verdadero nombre de la reina hielo😞)
Me adentre en la oscuridad flotando para no pisar los vidrios.
—Marshall espera—susurro la humana.
—Quedaos hay—les ordene y me aleje hacia las profundidades del castillo.
Aun siendo un vampiro me costaba ver mas allá de mis narices en la penumbra tan solo la sensación de ser vigilado me acompañaba y  me ponía nervioso. A mi alrededor empecé a oír graznidos de pingüino lo que me tranquilizo bastante.
“menudo rey estoy echo si me asusto por cosas tan insignificantes como un par de pingüinos ”
—¿Simona? Estas hay—llame —soy Marcy, ¿me recuerdas?
El pasillo que estaba siguiendo desemboco en unas escaleras que descendían hacia algún lugar de donde se escapaba una sombría luz azulina. Sin pensarlo baje las escaleras esperando que mi vieja amiga estuviera hay abajo.
Las escalera me llevaron a una sala amplia, echa de paredes de puro hielo, completamente vacía salvo por dos enormes estatuas de un humano con un gorro de oso junto a un perro. Mire mejor y junto a ellas se encontraba la reina helada.
—Simona—la llame pero ni siquiera volteo a verme. —Reina Hielo.
Esta vez si que se giro y vi sus ojos azules completamente enloquecidos por esa estúpida corona que la había consumido por completo.
Retrocedí sombre mis paso asta chocar con un muro de hielo donde antes debía de encontrarse la salida. Nos había encerrado.
—Simona déjame salir—exigí.
Ella no respondió. Se levanto del suelo y camino lentamente hacia mi con aire sembrío y maligno.
—Simona, basta 
Un bloque de hielo salió despedido de una de las paredes y estuvo a punto de golpearme. Sin duda esa mujer no era Simona sino una marioneta de la corona que pretendía matarme.
Me comencé a sentir mareado y ya no pude mantenerme en el aire y mis pies tocaron el suelo.
¿Qué me estaba pasando?
Otro bloque de hielo salió despedido en mi dirección pero no lo pude percibir antes de que chocara contra mi y me mandara contra la pared golpeándome con fuerza en la cabeza. 
Todo comenzó a darme vueltas y mi respiración se volvió agitada.
—Simona detente, esta no eres tu, es esa estúpida corona que te controla.
La alvina rio enloquecida y mas bloques de hielo fueron lanzados hacia mi.
Pude esquivarlos de milagro y conseguí llegar hasta la reina. 
Le arrebate la corona y la hice pedazos con mi fuerza vampírica hasta que de ella no quedo mas que un montón de polvo en el suelo que poco a poco se fue convirtiendo en nueve.
Simona grito desgarradoramente a la vez que el suelo temblaba y el techo se agrietaba. 
Sin su corona, había perdido todo su poder y sin el, el castillo que ella levanto se venia abajo.
No había salida, nos habíamos encerrado nosotros mismos. 
El techo cedió y su bloques de hielo nos cayeron encima. 
Cerré los ojos con fuerza y todo desvaneció en la oscuridad.







Hasta aquí el segundo capitulo. Tranquilos/as abra yaoi del bueno en el siguiente.

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