Amparados en la oscuridad los impuros se multiplican. Sus ojos rojos se posan en quien será su próxima víctima, a quien atraparan con sus garras negras semejante al metal corroído, en un agarre mortal de hierro, donde sus picos llenos de colmillos d...
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¿Cómo se sentía la libertad? Era complicado de responder ¿Cuándo se era verdaderamente libre? Tal vez nunca. Jimin, como ahora gustaba de identificarse, sintió por breves días aquel sentimiento, desde que salió del hechizo asfixiante de su progenitora que lo recluía, ahora era capaz de razonar por sí mismo, de anhelar cosas, de sentir. Pero definitivamente no fue hasta después de la primera purificación, que salió totalmente del yugo de su progenitor, allí pudo empezar poco a poco, a recordar, a dejar de luchar contra sí mismo. Llevaba años existiendo, tantas memorias que relataban toda una vida de abusos, utilizado por Cancerbero como un simple ingrediente, por muy valiosa que fuera, nunca lo dejaron de manipular como se les diera la gana. Nadie tenía el derecho de juzgarlo por ser como era, violento, arrebatado, insensible, odiando a cada ser vivo; de la gran necesidad de querer vengarse, destruir el imperio de su padre y a todos los seres Impuros.
Encontró en el misterioso cazador que lo libero, un aliado, este albergaba los mismos deseos en su alma, ambos eran seres torturados desde sus principios por esos seres contaminados. Era una cruel ironía del destino, que sus miserables existencias encontraron en el otro, un lugar confortable, que estuvieran unidos por un sentimiento que siempre encontró demasiado puro y hermoso, para personajes tan corruptos, la predestinación del amor.
Nada debía sentirse bien para alguien de su linaje, no estaba destinado a ser feliz, demasiado dolor siempre empañaría su futuro. Por lo mismo le sugirió al Cazador, que lo entregara a la Organización de Cazadores, ellos bajo múltiples torturas, seguro encontrarían la manera de matar a un ser que representa la inmortalidad, eliminando así, cualquier posibilidad de que los impuros sigan existiendo. Pero los sentimientos egoístas de Jungkook lo detuvieron de hacer lo correcto. Para ser un hombre adulto, amargado y mandón, podía ser muy tierno, creyendo que podían gozar de una vida juntos, y que todo el mal de su alma, seria purificado.
Fue tan gracioso oír al gran ejecutor de brujas, hablar como si estuviera un poco enamorado, que hasta se le pego un parte del ridículo optimismo. Por eso estaba allí, asumiendo el papel de Jeon Jimin, el joven omega comprometido con el gran primero Jeon Jungkook. Olía el fracaso a kilómetros, el tratar de ser una buena persona, con toda la ambigüedad de la palabra, para lograr la completa purificar de su alma, parecía imposible, por más que haya logrado la mitad del trabajo.
Fue presentado en la casa Jeon como un potencial compañero, por lo que las hermanas menores de su nueva pareja, amablemente se ofrecieron a enseñarle a ser un buen omega, sí, no tenía que especificar que las odiaba. Según las doncellas, debía ser servicial, siempre pensando en satisfacer las necesidades de su Alfa, por lo que recibía dos veces a la semana, clases de cocina y limpieza, justo cuando él odiaba todas esas actividades. Tenía que verse siempre hermoso, por lo que se bañaba todos los días, tapaba su desnudez con finas prendas, lo perfumaban y ponían listones en el pelo. Era su obligación natural distraer al Alfa de sus duros días matando horripilantes criaturas, ya sea siendo dulce en cualquier ámbito que le plazca, como en la cama o con conversaciones interesantes.
