Capítulo 1

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14 de Agosto de 2012

Son las 6:13 a.m. Acabo de levantarme.

Dicen que la Universidad es muy dura, y tienen mucha razón.

Mi primer día de clases en una nueva escuela y amanezco con una flojera bastante impresionante, supongo que es natural, sólo a un raro le gusta levantarse temprano los Lunes.

Me cambié a esta escuela porque aquí está la carrera que yo quiero estudiar (físico-matemático).

Me pongo mi ropa que había preparado anoche (una blusa con mangas largas color negra, un suéter negro con un gato color blanco en mi pecho, un pantalón azul marino, tenis negros- tengo como cinco pares de distintos colores- y mi cabello amarrado en una coleta con mi flequillo en la frente).

Son 6:27 a.m. "Sí me alcanza el tiempo entonces para desayunar". Bajo mi cereal favorito de la alacena y saco una caja de leche.
Termino de desayunar y salgo a lavarme los dientes al baño.

Me lavo la cara y me miro al espejo ¿cuándo dejé de usar mis trenzas y mi uniforme verde para ir al Preescolar? Cómo pasa el tiempo. Al parecer mi tía piensa exactamente lo mismo.
Lo bueno que hoy se fue a trabajar, porque sino me obligaría a ponerme ese vestido azul que me acaba de comprar.

"Por cierto"...6:35 a.m

Siempre tengo la mira puesta en el reloj de pulsera que ella me regaló en mi cumpleaños pasado


23 de Mayo de 2011


-¡Felíz cumpleaños a tí!- cantaban mis familiares junto con mis amigos.

-¡Una porra para Reyna!- grita Karla con alegría.

Nunca les pido que me hagan fiestas, pero ya sé que les da igual y siempre me hacen una "fiesta sorpresa"

Pasaron las horas y sólo quedamos mi tía y yo en esta enorme casa. Como siempre, nadie nos ayuda a limpiar el desastre que ellos mismos hacen.

Saco una bolsa para basura negra del cajón para echar los platos desechables.

-Siempre nos dejan el trabajo sucio- dice mi tía mientras enjuaga los vasos.

-Lo bueno de que hoy se fueron más temprano- le contesto bromeando.

-Si- se seca las manos- y aprovecho este momento para darte algo muy especial.

-¿qué?- volteo a verla con ojos brillantes. Sus regalos son los que más significan para mí.

Me da una caja, la abro y veo el reloj que había mirado con mucha frecuencia en la joyería en la que trabaja.

-¡Dios!- lo saco de la caja- ¡tía, es precioso!

-Sabía que te gustaría- lo pone en mi muñeca derecha- sé que tu color favorito es el dorado, aparte eres igual a tu padre- me acaricia mis mejillas- te gusta mucho los relojes.

-Lo extraño- la abrazo con mucha fuerza.

-Lo sé, también yo lo extraño.

Recuerdos OlvidadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora