La última vez.

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La mujer bajó de su viejo auto, abrió la puerta de atrás y sacó el ramo de flores que había comprado en la misma floristería de siempre.

Caminó por el jardín del cementerio. Allí había miles de flores de todos los colores, era hermoso. Un lugar digno para descansar por toda la eternidad.

Las personas llevaban sillas y se sentaban junto a la tumba de la persona que visitaban. A diferencia de otros cementerios, ése brindaba una sensación de paz.

Los niños corrían por todos lados, sin saber en dónde se encontraban, o tal vez sabiéndolo, pero también sabiendo que esas personas se encontraban en un mejor lugar. Siguió caminando hasta llegar a su destino

"Sean Ford

19 de Enero 1989- 27 de septiembre 2011."

Se podía leer sobre el mármol que decoraba una de las más lindas tumbas del lugar. Colocó el ramo de flores en un florero de vidrio que se encontraba allí, desde años atrás, y habló

-Hola, saqué un momento de mi agenda para venir a visitarte, no dudaré mucho tiempo aquí... -Siempre hablaba con facilidad y las palabras no se le enredaban. En ese momento estaba muy nerviosa, aunque no tenía razones, pues, aunque le costase admitirlo, estaba hablando sola- ah, te he traído tus flores favoritas, bueno las mías porque tú no tenías unas, y también he venido a contarte un poco de cómo siguen las cosas.

Una vez más vio a los niños jugando. Hizo una pausa y recordó cuando él siempre llevaba su dinosaurio de juguete a todos lados y cuando ella siempre llevaba coletas con unos ridículos lazos, y jugaban en el lodo. Recordó cuando él cumplió nueve años y ella enterró su cabeza en el pastel, cuando un año más tarde, en su cumpleaños número ocho, él se vengó. Cuando iniciaron la primaria en diferentes colegios y él la esperaba todos los días en la entrada de su casa, cuando en aquella rueda de la fortuna, en lo más alto, dieron su primer beso, cuando se graduó y se fue a vivir con él junto a tres amigos más, todas las veces que uno se enfermaba y el otro lo cuidaba, las promesas, las innumerables discusiones, los momentos felices... todo.

-Tu hermana acaba de graduarse y comenzará a estudiar arquitectura, como siempre quiso... Está muy grande, ya es más alta que yo. Tus padres cada vez están más locos, como es de esperarse. Y yo, no he hecho mucho, hace poco terminé de estudiar inglés y me dieron la oportunidad de presentar una prueba para entrar a University of British Columbia, y adivina qué, ¡entré! Queda en Canadá así que creo que sabes lo que significa.

El nudo en su garganta cada vez se había más insoportable, era muy triste el hecho de que todos hubiesen seguido con sus vidas y él no hubiese estado allí para presenciarlo.

La vida se los había arrebatado tan rápido. Y aún sentía que era mentira.

-Ésta será la última vez que te visite, querido amigo, o al menos por un largo tiempo, me duele separarme de ti otra vez, venir a hablar contigo ya se ha hecho una costumbre en estos cinco años. Sé que prometimos que nuestra amistad duraría para siempre, y no pienso incumplir nuestra promesa. Te extrañaré, aunque estando aquí también lo hago, pues sólo está tu cuerpo. Tu alma se marchó hace mucho tiempo. No me olvides, porque yo no podré hacerlo. Siento no haber evitado que te fueras. Espero poder volver a encontrarme contigo en otra vida. Te amo, mejor amigo, no lo olvides. Adiós, Sean.

Con unas cuantas lágrimas en la cara y una sonrisa triste, se levantó de la grama y se despidió una vez más con la mano.

-Adiós, Brujita.

Se escuchó un susurro en el aire y Savannah volvió la vista hacia la tumba. Había sido la voz de Sean... No, eso era imposible, se dio la vuelta y siguió con su camino, sin mirar atrás. Sin nunca mirar atrás.

La última vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora