Especial #3. La espera.

37 5 2
                                    

Sean se despertó temprano, gracias a la alarma que había programado en su celular. Se obligó a levantarse de la cama y con pasos lentos, se dirigió al baño. Después de bañarse, y cepillarse los dientes, tomó la afeitadora y la crema de afeitar. A Savannah no le gustaba que su barba durase más de cuatro días, vivía fastidiándolo y diciéndole que se la quitara. Que lo hacía ver mayor y ocultaba parte del rostro que para ella era hermoso. A veces sólo se la dejaba para demostrar su rebeldía y molestarla.

Ya con la cara suave y sin vellos, se peinó el cabello. Frente al closet, escogió lo primero que encontró, después de hacer lo que faltaba para la fiesta sorpresa se cambiaría y se pondría ropa decente.

Salió de su cuarto pero esta vez tomándose la molestia de no hacer ruido, no quería que ninguno de sus compañeros de piso se despertara y luego estuviera quejándose durante todo el día. Tomó el pomo dorado de la puerta blanca de madera y lo giró, asomó la cabeza y vio a Savannah durmiendo. Sonrió. Se acercó, le besó la cabeza y le desordenó el cabello. Parecía una bruja, una bruja linda.

Ése día iba a cumplir diecinueve años, pronto se iría a la universidad y conseguiría un novio, se casaría, se alejarían y sólo terminarían llamándose una vez al año. Sacudió la cabeza, y salió de su habitación, a veces era tan pesimista. Tomó las llaves de la mesita junto a la puerta del apartamento y llamó al ascensor. En el estacionamiento, se montó en su auto y revisó la hoja que estaba cubierta con su letra torcida en lapicero. Y que después de la tercera cosa, estaba escrita con otra letra y un marcador.

Cosas que faltan para la fiesta de cumpleaños de S̶a̶v̶a̶n̶n̶a̶h̶. La loca<3 (oh mi Dios, la amo tanto xd)

*Ir a buscar los postres.

*Ir a buscar la torta.

*Sacar el regalo del maletero.

*Comprar comida para el gato c:

*Hacer mercado c:

Nota: en serio, por favor cómprale la comida al gato.

-Esto es obra de Dylan. -Susurró.

Un par de horas más tarde, ya con el pastel en la parte trasera del auto, los postres, el regalo, el mercado y la comida del pretencioso gato de Dylan, Sean se encontraba atascado en una cola. Y es que qué mejor habían escogido unos adolescentes para tener un accidente y el semáforo para dañarse.

Empezó a silbar, estaba muy estresado, estaba que se jalaba de los pelos. Sí, faltaban muchas horas para que la fiesta comenzara, pero también faltaban muchas cosas por arreglar. Esperaba que Maria (otra compañera de piso y amiga) estuviera encargándose de la decoración. Su teléfono sonó y lo buscó en su bolsillo.

Maldijo en voz baja. Era una llamada de Savannah. ¿Debía contestar? ¿Si o no? No contestó y otra vez comenzó a sonar. A la tercera optó por ser valiente y contestar. Su amiga lo ponía nervioso cuando estaba molesta, y eso que la conocía desde que eran pequeños.

-¿Ho-hola? -Su voz temblorosa se escuchó por el altavoz de Savannah.

-¡Hasta qué contestas! -Cualquier persona se podría dar cuenta de que ella estaba molesta.

-Lo siento, estoy un poco ocupado... -Los autos comenzaron a moverse un poco.

-¿Ocupado en qué? ¡Hoy es mi cumpleaños! Deberías estar aquí conmigo, como el mejor amigo que no eres. Ah no, pero yo soy la que siempre está pendiente de tus cumpleaños.

-¿De qué hablai? Feliz cumpleaños. -Dos motorizados se pararon a ambos lados de su auto.

-Aff... ¡Ya no te quiero! -Le dijo Savannah jugando, como siempre cuando discutían.

-Ay no, Brujita. No me hagas esto.

-No me llames así.

-Pero si tú eres la brujita más hermosa que he visto... -Savannah sonrió. -con todo y esa escoba que tienes por cabello.

-¡Te voy a colgar! Ya es oficial, ¡no te quiero ni un poco!

-¡No! No, no. Bruji, ¿quieres que te diga por qué no estoy justo ahora allá contigo? -No hubo respuesta. -Bueno, estaba buscando tu regalo.

-Aw, ¿en serio? -Uno de los motorizados se bajó de su moto. Sean comenzó a asustarse.

-Sí, Bruji.

-Creo que te quiero otra vez... Ahora, dime qué es ¿Síiiii...? -Dijo, usando aquella voz que lo había hecho hacer muchas cosas de las que se arrepentía.

-No. -El motorizado se acercó al auto y tocó su ventanilla. Sean puso todos los seguros con un botón. Esperó a que los autos que estaban frente a él se movieran y desesperado, tocó la corneta y unas cuantas más lo siguieron.

-¿Sean? ¿Qué sucede? -El motorizado tocó otra vez la ventanilla con su mano izquierda, acercó su cara al vidrio y metió su mano derecha dentro de su chaqueta, mostrándole lo que llevaba ahí. Una pistola. Sean tocó otra vez la corneta. -Sean ¿en dónde estás? -Savannah estaba nerviosa y eso lo ponía a él más nervioso.

-Savannah, no te vayas a asustar... Por favor.

-Ajá. Dime qué sucede.

-Estoy en la avenida principal y hay dos tipos armados que quieren robarme el auto.

-¡¿Qué?! Pero ¡corre, no dejes que te hagan nada! -Savannah estaba a punto de llorar. Minutos atrás estaban teniendo una discusión estúpida y ahora estaban en esa situación.

-No puedo, estoy en una cola. Voy a darles el auto.

-¡Si! Si, hazlo pero no dejes que te hagan nada. -Ya estaba llorando y el corazón de Sean se partió al escuchar eso.

-Óyeme, sé que no me va a pasar nada pero necesito decirte algo. -El hombre seguía tocando la ventana. Podía partir la ventana, pero mientras menos daño tuviese el auto, mejor. Les iba a entregar el auto, pero antes tenía que sacar el regalo de Savannah. Era muy importante.

-Si, dime.

-He sido un completo cobarde, Savannah y sé que este no es el momento adecuado para decírtelo, pero necesito que lo sepas. Siempre te he amado. Eres un ser increíble y por eso lo hago. No me importa si no sientes lo mismo por mí. No me importa una puta mierda. -El hombre apuntó la pistola. -Savannah, debo salir.

-También te amo. -Las palabras salieron de los temblorosos labios de Savannah, al mismo tiempo que la bala del arma.

La última vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora