Through the Autumn Forest [KrAy]

Parte 2/2

De nuevo está surcando los cielos infinitos. Sobrevuela los mares interminables que comparten las sirenas y ondinas; las tierras vastas de los sidhes que portan una belleza excepcional; algunos lagos brillantes con ninfas encantadoras y kelpies encantados alrededor; divisa tierras élficas y grupos de dríades conviviendo con manadas de cambiaformas. También alcanza a ver un nido de dragones en la montaña pero teme acercarse porque donde hay un nido, hay decenas más.

Hay una presencia a su espalda. La sensación debería disparar sus alertas, pero, por el contrario, es bañado en una comodidad que serena su corazón. Sólo hasta que toca tierra desviste la incógnita sobre la identidad de su acompañante: es el unicornio. Entre sus cavilaciones se pregunta qué hace allí, está a unos metros de él, tan espléndido como siempre. A su lado, un dragón negro aparece entre neblina oscura, sobrepasando por varios metros al unicornio, quien ni se inmuta por la irrupción.

Yifan está alerta, al igual que el dragón frente a él. Su respiración es pesada y su mandíbula tensa, tal como la bestia. Se retan. Quiere alejarlo del unicornio, reducir cualquier riesgo que pueda significar; por lo que avanza un par de pasos, pero no cuenta con que la criatura se sincronice con él.

El unicornio está frente a ambos, sin tomar ningún lado en particular.

"Mira...", tanto el dragón como Yifan voltean a donde la voz proviene. "Recuerda". Pero Yifan no entiende a qué demonios se refiere ni a quién exactamente se está dirigiendo hasta que menciona su nombre. Y se vuelve hacia el dragón que nuevamente clava sus orbes profundos en él. Todo en él es oscuro: sus escamas, sus garras, sus alas..., salvo sus ojos, que por más negros que sean –y Yifan indague en ellos– no guardan maldad sino cautela.

"Yifan", escucha de nuevo al unicornio, "mira... Mira...te".

Se inclina a mirarse en el charco a su lado pero ni rastro de su reflejo. Intenta con alzar su mano, pero en el trayecto pierde el equilibrio y casi cae. Además..., eso que ha visto no es su mano, en su lugar hay garras largas y afiladas y una capa de gruesas escamas negras; su otra "mano" es igual. Está aterrorizado, es capaz de mirar su propia espalda con sólo voltear, encontrando un lomo lleno de más de la oscura capa escamosa y guiando hacia una fuerte cola con una especie de pequeños picos sobresaliendo al final.

Da vueltas tratando de poder verse por completo, sin resultar ser buena idea. Cada acción que lleva a cabo, por más pequeña que sea, es imitada por el dragón frente a él. Puede jurar que hasta las emociones que invaden a Yifan son reflejadas en el rostro del otro.

"¿Cómo es...?", empieza, pero en su mente se escuchan dos voces similares, ambas gruesas, ambas rasposas. Se da cuenta que una de ellas pertenece al extraño dragón negro, la otra es suya.

"Es lo que es. Tu reflejo. Tú mismo", suelta el unicornio.

Yifan está tan sorprendido y ensimismado que comienza a hiperventilar, todo sucediéndole también a la bestia que sigue observando. ¡Él no puede ser un dragón, mucho menos uno de espíritu malvado!

La desesperación lo ciega, lo ataranta, que ya tiene lista su extremidad para tirar un zarpazo a "su reflejo" y deshacerse de él, sin ser consciente que el otro hace lo mismo hasta que ya es muy tarde. Cree escuchar al unicornio, pero no está seguro.

Despierta sudado, jadeando y con un peso extra en su abdomen. Ese sueño (o pesadilla) es el más insólito y real que ha tenido últimamente. Todavía no se desprende de la conmoción que hormiguea por su cuerpo, como si las escamas siguieran incrustadas en su piel; sacude sus manos a fin de que la sensación desaparezca.

Vislumbra la cabeza del dragón dormido sobre su abdomen. La impresión del sueño todavía está presente así que, sin pensarlo, lo empuja lejos de sí y se levanta con rapidez dejando un desconcertado dragón meneando su cabeza.