Capítulo 5

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Ya a pasado una hora desde que le conté lo sucedido a Kaede y no deja de verme con una sonrisa pícara en su rostro. ¿Acaso dije un chiste?.

«Le conté algo muy serio para mí y ella se ríe» — Hice una mueca.

—Abuela Kade, ¿Porqué sigue mirándome de esa manera?.

—No, por nada querida.— Dijo sin quitar su sonrisa. Volteó hacia el vacío y se recargó sobre su brazo en la masita frente a ella. —(Tn), ¿Sabes porqué cuido de ti y dejo que estés conmigo?.

Esa pregunta me dejó helada. No quería que dijese me tenía lástima. Eso sí me destrozaría el alma y así mismo, el gran amor que le tenía.

No obstante, si ella dijera aquello que temía, mi única opción sería irme de ese lugar qué -desde que llegué- supe, me habían arrebatado.

Pero no fue así.

—.. por amor.— Volteó quedando frente a mi lagrimoso rostro.

Sí, soy extremadamente sensible.

Pero, a pesar que me estuviera diciendo todo ésto, no comprendía a dónde quería llegar.

—Abuela Kade, ¿Qué tiene que ver todo esto con mi enfermedad?.

—Lo sabrás en su momento, por lo pronto..— Se levantó con su mirada fija en una pequeña canasta, de dónde sacó un frasco, el cuál, invirtió ese líquido color miel en un vaso. —.. por lo pronto bebe ésto y verás como se te calma ese corazoncito tuyo..

Le dediqué una sonrisa y asentí con agradecimiento.

***

Inuyasha y los demás volvieron después de un par de horas más.

«La abuela Kaede me mintió» — Mordí mi labio inferior.

En cuanto ví a Inuyasha, el corazón me volvió a brincar. Algo pasaba conmigo y no era PARA NADA normal. La sensación de inquietud al estar separada de ese mitad perro no me agradaba. Por otra parte, si lo tenía de frente y/ó a la vista, mi nerviosismo aumentaba considerablemente.

No podría ser algo común.

Decidí saltar a un árbol y quedarme a descansar allí mismo. No es como si estuviera preocupada, pero se veían ligeramente lastimados. Sus ropas estaban si no con tierra, rasgadas y arrugadas. Sin mencionar que Inuyasha tenía un muy visible corte en su casi desnudo torso.

«¿Estarán bien?» — No podía evitar mirarlos. Se veían tan decaídos y tristes.

Creo que iré a ver si Kaede ocupa ayuda con ellos.

Bajé con rapidez y corrí adentrándome en la choza dónde, minutos antes, vi entrar a todos.

En cuanto mi vista se aclaró gracias a la bombilla que brindaba luz, mis ganas de entrar a ayudar se esfumaron.

«¿Porqué.. porqué la está abrazando?»

Inuyasha tenía en sus brazos a Aome consolándola; ésta, al igual que Sango, lloraban sin que parecieran querer detenerse. Lo peor del caso, es que Inuyasha me miró y no hizo nada, solo nubló la vista y volteó la cara. No sabía la razón por la cuál mi pecho dolía. Sentia unas terribles punzadas por dentro que me obligaban a hacerme ver la realidad que estaba frente a mí.

No quería seguir mirando esa estúpida escena, pero mis pies no se movían del lugar en el que estaban.

—¿Qué haces allí, querida?.— Kaede venía hacia mí con una mirada que mostraba clara preocupación. Yo solo retrocedí tres pasos.

—N-No pasa nada Abuela.. yo... ¡Debo irme!.— Corrí sin siquiera saber a dónde me dirigía.

En mi mente se llevaba a cabo una pelea que parecía no tener fin, puesto que, aquella escena vista por mí, se aferraba a quedarse allí y no desaparecer.

Poco a poco mis fuerzas en las piernas se agotaron y dejé de correr para tomar aire al caminar. Llegué hasta dónde pude ver un pequeño y cuadrado pozo y me senté en él.

—¿Porqué solo a mí me pasan éste tipo de cosas?.— Me lamentaba casi a punto de llorar.

Los ojos dorados, llenos de tristeza y vergüenza que reflejó Inuyasha en ese momento no los dejaba de ver en mi cabeza.

«Si tan sólo hubiera sido yo a la que tenías en brazos»

No sé la razón por la cuál pensé en ello pero, si era sincera conmigo, era lo que más me abrumaba en ese momento.

Suspiré para calmarme y así, regresar con... Kaede. Si no sabía el porqué estaba triste, no tenía sentido estar alejada de ellos, ¿No?.

Tomé aire y me puse de pié. No iba a dejarme caer por algo del cuál no sabía que era. Así que, fuí brincando entre árboles con mi cabeza más fresca y cuerpo liviano.

«¡Debe haber una explicación para todo esto!»

Llegué rápidamente a la entrada de la aldea hasta que escuché venir hacia mí algo velozmente. Lo esquivé con habilidad, eran cuchillos. Dirigí mi vista hacia la dirección en la que provenían.

Una mujer con un Yukata a cuadros lilas, volaba sobre una pluma gigante y me veía con una sonrisa malévola. Voló hacia la dirección opuesta a dónde yo me encontraba. Intentaba escapar.

«¡Eso si que no!»

Sin poder evitarlo fuí tras ella. No la dejaría escapar después de haberme atacado. No soy tan linda como para dejarla irse, obviamente la tenía que matar.

•°•°•°•

—Eso es mi pequeña gatita, síguela. Síguela y vuelve a mí.

Los ojos del Pasado (Inuyasha Y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora