La seguí atravesando el bosque. No apartaba mi vista de aquella chica tan extraña que cada par de minutos me veía de reojo. ¿Se aseguraba de que yo, la estuviera siguiendo acaso?.
Seguro quiere un buen lugar para pelear.
—¡Oye!.— Grité. No estaba conforme con seguirla nada más. Iba a matarla aquí y ahora. —¡Detente estúpida duende!.
Había que admitir que sus orejas no eran normales.
La chica volteó enseguida con el ceño fruncido. Quizá le molestó el apodo. Detuvo su huida y su pluma gigante dio vuelta en mi dirección. Claro que, no se movió de su lugar.
—¿Cómo me llamaste, mocosa?. ¿Acaso quieres que te mate yo misma?.— Me veía con una mirada fría y cubrió la mitad de su rostro con un abanico.
—¿Que eso no era lo que planeabas?..— Cuestioné, ella palideció un poco y volteó hacia otro lado molesta y algo pensativa.
«Si su intención no era pelear conmigo..»
—.. ¿Entonces..?
La chica se mordió el labio y bajó con rapidez de su pluma.
—Tendré que dejarte inconsciente para cumplir bien con la tarea. Tch.— Sacó nuevamente su abanico y lo agitó. —¡Danza de las cochillas!.
—Alto.— Las cuchillas se detuvieron en el aire quedando congeladas.
La duende me veía entre sorprendida y asustada, pero, eso era algo que me importaba muy poco. Quería saber si mis sospechas eran ciertas y mi.. "Padre" la había enviado.
Me acerqué y tomé una de sus cuchillas del aire. Ella retrocedió unos pasos pero no huía. ¡Debía estar paralizada!.
—¿Fué Padre quien te envió?.
—N-No sé de qué hablas..
Coloqué su cuchilla en su propio cuello. Tragó saliva. Se notaba en su mirar el miedo que dominaba su cuerpo.
«Esos ojos..»
«—¡Papá no! ¡Duele mucho! No quiero más! ¡Detenlos porfavor!
—Querida hija, ésto te hará más fuerte.. ¡Háganlo!.
—¡Nooo!.»
Esos recuerdos me dejaron mal sabor de boca. Y sentí como mi odio se acumulaba en mis ojos como húmedas lágrimas que retenía. Mi agarre fue aún más duro con la chica frente a mi.
—Dime si fue o no mi padre.
—Y-Ya te lo dije.. No sé de qué hablas.. No sé qu-quien es tu padre.. solo cumplo con lo que N-Naraku me pide..
—Tu nombre, ahora.— Apreté aún más el cuchillo en su cuello causando una leve cortada de dónde brotó un hilo de sangre.
«Naraku. Ese es el mismo hombre malo del que hablaba Kaede.»
—K-Kagura.— Se quejó mientras cerraba los ojos.
—Bien. Kagura, ésto es lo que harás; irás con tu señor Naraku, le dirás que no pudiste atraparme. También, adviértele que lo asesinaré por lastimar a mis..— Medité un poco lo que estuve a punto de decir. No son mis amigos. —.. a unos conocidos y ahora, por meterse conmigo.— Ella tragó seco y sonreí satisfecha.
La solté del fuerte agarre con brusquedad y comenzó a toser. Tal vez me había pasado un poco.
No, no creo.
Ella se colocó de pié cubriendo su cuello y detener el sangrado. Yo por mi parte, decidí irme de allí pues, si no había pelea, no era divertido. Me di media vuelta pasando por medio de las cuchillas que seguían congeladas.
«Oh, son de ella. Casi lo olvido»
—Lo siento, olvidé devolverte tus cuchillos..— Sonreí con malicia. — Hacia ella.— Y como dije, éstas cambiaron su destino y regresaron a su querida dueña clavándose en su Yukata al tiempo que la dejaban inmóvil y pegada a un árbol. Kagura solo me dedicó una mirada llena de odio.
Creo que hice una nueva amiga.
Sonreí ante la vista que tenía y me marché. Ya estuve lejos de la aldea mucho tiempo y probablemente Kaede se preocupe.
***
Llegué después de un rato. La luna ya se asomaba por detrás de las montañas presentando la noche. Caminé adentrándome en la aldea hacia la choza de Kaede. Logré divisarla no muy lejos pero un pensamiento fugaz pasó por mí mente que me hizo parar en seco.
«¿Y si está enojada por irme sin avisar?»
Mordí mi labio inferior ante esa posibilidad. Kaede nunca me a regañado por cosas así, siempre es buena y amable conmigo. No obstante, cuando alguien es así de gentil, no hay que descartar la opción de que cuando se enoje sería la persona más peligrosa del mundo.
Tengo dos opciones.
1. No decirle dónde estaba. Equivalente a mentirle.
2. Decirle que me buscaron pelea y no pude decir que no.
Suspiré.
¡Maldita duende de las plumas! ¡Toda es su culpa! Si no me hubiera buscado ahorita estaría allí adentro cenando tranquilamente. ¡Pero no! Tenía que escuchar a su jefe y venir a hacerme perder el tiempo.
Aunque con esas orejas a quien no escucharía. ¡Deben admitir que NO son normales!. Bueno, tener orejas de gato tampoco lo son, pero creo que debería ser ilegal tener las orejas de un ser que no existe.
Es patético.
Sin darme cuenta sonreí. Pero no era una sonrisa de felicidad, más bien era melancólica. La verdad me cayó tan feo como un balde de agua helada. Me había vuelto blanda en demasía. Mira que dejar con vida a aquella tipa no estaba bien, si mi yo de hace unos años le hubiera pasado lo mismo ahora mismo ella estaría 3 metros bajo tierra.
Suspiré con pesadez.
—No queda otra eh..
Caminé hacia la choza lo suficiente como para que se notara mi presencia. Pude escuchar con claridad como todos se levantaban al tiempo de cruzar el umbral de la puerta hacia el exterior encontrándome. Kaede fué la primera en salir, seguida por Sango, Aome, Miroku y por último..
«Inuyasha.»
—¡Mi niña!.— Me abrazó Kaede con fuerza. —.. ¿Dónde has estado? ¿Estás bien? ¿Te duele algo? ¿Tienes hambre? ¡Vamos dime!.
Sonreí ante su preocupación.
—Kaede, ya no soy una niña. Puedo cuidarme sola.— La tomé de las manos.
—(Tn), sé que no te agradámos ni nada por el estilo. Pero nos alegra que estés a salvo.— Dijo Aome acercándose.
—Eso es verdad, si eres importante para Kaede, lo eres también para todos nosotros.— Agregó con una sonrisa Sango.
No sé porque razón, tenía ganas de llorar.
—Queria señorita (Tn), no puedo ya contener las palabras que mi corazón grita por hacerle escuch-- Ni bien terminó de hablar cuando Sango le dió un sape. —Digo, me alegra que esté bien.
No pude evitar reír a carcajadas. Los demás igual se contagiaron.
Pero no reí por mucho tiempo, puesto que las palabras de cierto mitad demonio me hicieron callar por la vergüenza.
—No deberías irte sin avisar, me tenías preocupado..—
Nadie las oyó, únicamente yo, pues.. las dijo para él mismo mientras se regresaba a la choza.
Kaede me volteó a ver con una sonrisa.
—(Tn)..— Me llamó. Volteé hacia ella. —.. estás castigada.
¡¿Porque a mí?!.
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