44 | Sensaciones

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Cayden aparcó frente al hospital. Me apresuré a salir, pero cuando vi el portazo que dio al cerrar la portezuela del coche abrí los ojos. Jamás le había visto tratar al coche así. Sin esperarme cruzó la calle y se dirigió a paso rápido hacia el interior del hospital.

—¡Cayden! ¡Espérame, tranquilo!—dije intentando mantener la compostura. Las piernas me temblaban. Me agarré a su brazo, pero al notar su incomodidad le solté. Parecía un volcán a punto de explotar. Nos dirigimos rápidamente al pasillo donde estaba el quirófano. Observé los puños apretados de Cayden.

Cuando nos íbamos acercando escuché un llanto ahogado e histérico y el bello se me puso de punta al reconocer perfectamente quien era: Mi madre. Un flash pasó por mi mente como un rayo: mamá llorando de la misma forma al volver a casa y descubrir lo que me había hecho papá. Mantuve la respiración y entonces la vi. Estaba hecha un mar de lagrimas, parte del cabello lo tenía revuelto, parte se le pegaba al rostro. Josh estaba sosteniéndole una mano mientras una enfermera la abanicaba con delicadeza y le decía palabras amables para que se calmase.

—Mamá—dije. Josh se apartó de ella unos centímetros al verme y yo me acerqué para abrazarla con fuerzas. Sollozó sobre mi hombro, completamente desolada. Por un momento contuve las ganas de echarme a llorar con ella.

—Estábamos en el parque y Adler trepó por una de esas estructura de hierro para que los niños se suban que está cerca del arenero y entonces se cayó. Yo no quería que pasase esto—gimió con dolor. Negué y apartándola levemente de mí sostuve su cara entre mis manos, le limpié las lágrimas.

—Lo que ha pasado no tiene nada que ver contigo, mamá—le aseguré y ella negó. Sus manos temblaban con violencia. Se me estaba yendo la vida solo con verla así.

—No debería haber dejado que se subiese allí—rompió en llanto nuevamente, encogiéndose y yo me aparté con preocupación, sintiendo como mis ojos se llenaban de lágrimas, se me estaba rompiendo el alma.

—Señora, debe relajarse—dijo la enfermera negando, mamá enterró la cabeza entre sus piernas y Josh intentó hacer que la mirase, sin éxito.—Voy a traer un tranquilizante, vuelvo enseguida—aseguró.

—Elena, por favor—dijo un Josh pálido que se veía a leguas que intentaba mantenerse de una pieza.

—¿Cómo has podido dejar que se caiga?—le escupió un Cayden rebosante de odio a mamá. Josh le miró con espanto.

—Yo no quería que se cayese Cayden, tienes que saberlo, de verdad—sollozó mamá levantando la vista para mirarle. Cayden cerró los ojos y negó mirando hacia otro lado. Y de repente explotó.

—Como le pase algo juro que te mato—le gritó a mamá golpeando la pared con la palma de la mano. Ahogué un grito, mamá se encogió y sollozó aún más fuerte si eso era posible. Josh se puso en pie y se dirigió hacia él.

—Sal de aquí—le exigió y Cayden le lanzó una mirada que podría haberle traspasado como si de cuchillos se tratasen.

—¿Qué te pasa?—dijo Cayden dando un paso hacia él, Josh ni se movió ni apartó la mirada.—¿Ahora te importa mas esta que tu propio hijo? Te estás superando—Josh apretó uno de sus puños. Por un momento les imaginé dándose puñetazos el uno al otro.

Y es que a veces Cayden tenía la capacidad de sacar a la gente de sus casillas de una forma irremediable. Los ruidosos sollozos de mamá resonaban por la sala de espera. No se merecía que Cayden la tratase así, eso era evidente. Tenía que dejar de pagar el dolor de la pérdida de su madre con la mía.

—Deja de decir idioteces Cayden, esto no tiene nada que ver con Elena, date cuenta y deja de ser un imbecil insensible—escupió Josh. Cayden negó furioso.

La noche que coincidimos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora