Jazmín se dejó caer en la cama con un resoplido exhausto.
Sentía la piel hormigueando y el cuerpo inusualmente liviano, como si su masa muscular no pesara siquiera un gramo; se centró en el momento, disfrutándolo cuanto durara puesto que esa era una de las muchas razones por la cual amaba salir a correr.
La sensación de total descarga, tanto física como emocional y su cansancio asociado, el cual adormilaba cualquier tipo de pensamiento que pudiese contaminar su paz.
Estirando las piernas hacia el techo y acompañándolas junto con sus brazos, miró la pequeña cicatriz en la piel convexa de su rodilla.
Parecía una media luna, pequeña y brillante, resaltando sobre su piel bronceada gracias a los principios de verano.
Era graciosa dicha forma, teniendo en cuenta la noche en la que se la hizo.
Recordaba vívidamente la forma en la que su corazón latía salvaje, acelerado por la adrenalina, mientras el cuerpo le picaba un poco ante el sudor y el pasto pegado a su piel.
Con la barriga contra el piso observaba a Lucía contar con la frente sobre su antebrazo el cual a su vez se apoyaba contra el tronco del árbol.
El rosedal detrás del cual se encontraba, le dificultaba la vista sobre la Estrella, pero podía distinguir su silueta, iluminada por la luna que se elevaba en el cielo.
Todavía no podía borrarse aquella forma, la curva delicada y las estrellas decorándola como si incluso estuviesen orbitando sobre ella, aunque Jazmín con sus cortos 10 años era una chica inteligente y sabía que eso no era así.
Había visto con excitación como Lucía salía hacia el lado contrario de donde se escondía ella, por supuesto con cara de pocos amigos (odiaba jugar a las escondidas, pero Jazmín tenía la sensación que no había cosa que Lucía no odiara), y en cuanto la figura se alejó más y más de ella, se paró de un salto, dispuesta a correr hacia el tronco y liberarse por esta ronda.
Unas pequeñas manos se clavaron a ambos lados de sus costillas y Jazmín saltó, asustada y procesando de manera desfasada el gritito que acompañó el movimiento.
El susto la impulsó involuntariamente hacia delante y tropezó, cayendo sobre una roca. Un borde agudo, sobresaliente de la parte superior de piedra, se clavó su rodilla y Jazmín siseó, sintiendo todos los dermatomas de su piel estimularse ante el dolor.
Las esquinas de sus ojos se llenaron de lágrimas y rodó hacia un lado, tomándose la pierna y acercándola con una flexión hacia la cara posterior de su muslo.
-¡Jaz! ¿Estás bien?
La leve risita que Jazmín creyó procesar de fondo se desvaneció en la noche mientras la voz de la niña, cargada de preocupación resonó en sus oídos.
Trató de asentir desde el piso, pero la rodilla le ardía y la picazón que seguía sintiendo en todo el cuerpo no la dejaba pensar con claridad.
-Perdoname- su amiga de arrodilló a su lado, colocando una de sus manos sobre el antebrazo de Jazmín- te quería asustar un poquito nada más.
Jazmín había abierto los ojos, tratando de calmarla, sabía que si no lo hacía su amiga se pondría nerviosa y no podría controlar su cuerpo ni su habla y eso era algo que la desesperaba mucho, Jazmín no quería ser la causante de esa angustia.
-Flopi, estoy bien.
La sonrisa que le había dado había sido temblorosa, el cuerpo le seguía picando y una gota de sudor le descendía por la nuca.
-Soy una hm boluda.
Cuando Flor se dio cuenta de las palabras que habían salido de su boca, abrió mucho los ojos; Mario Estrella había prohibido esa palabra y ahí estaba ella, rompiendo una regla que la persona que más admiraba en el mundo había impuesto.
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look at the stars, look how they shine for you 《flozmin》
FanfictionLidiar con los sentimientos es una tarea difícil para cualquiera, pero cuando además esos sentimientos están dirigidos hacia una persona que no te puede ver ni en figurita... si, las cosas se complican. Igual a Jazmín, siempre le gustaron los desaf...