¿Que cómo la definiría?
Creo que diría que es una especie de parásito. Sí, exactamente, como un parásito. Se aferró a mí un día y desde entonces no me ha vuelto a soltar. A veces afloja un poco sus fauces, y parece que no se agarra con tanta fuerza. Sin embargo, otras veces no me da tregua. Me destroza, me succiona, me muerde, me araña... Mi querido parásito está siempre mirándome con una sonrisa sádica. En ocasiones me la imagino por la noche, de pie, en frente de la cama, observándome. Se asemeja a una sombra difusa en la oscuridad, aunque puedo distinguir perfectamente su boca curvada hacia arriba.
Cuando este parásito decide hacer horas extra, las noches se alargan, mi mente se vuelve una tormenta de pensamientos y recuerdos desgarradores. El insominio me tortura y cuando por fin consigo sumirme en el mundo de los sueños, descubro que las pesadillas estaban ahí esperándome, agazapadas.
Mi parásito a veces me susurra al oído: "Te odio", y me descubro a mí misma diciéndome "te odio", "inútil", "desaparece". A veces dudo de si el parásito soy yo misma.
Ojalá solo fueran pesadillas, noches sin dormir. Pero desgraciadamente ella se encarga además de que mi pecho esté en una constante sensación de angustia. Pareciera que una mano está poco a poco aplastando mi corazón.
A veces consigo ganar alguna batalla, me dejo de morder las uñas, pero entonces ella se ríe de mí, y me encuentro de pronto arrancándome el pelo o rascándome la piel de forma compulsiva, yendo a la báscula y descubriendo que he perdido tres kilos en algún instante de esta locura.
Simplemente dejo que me consuma, hasta que ya no queda nada, para que vuelva a darme una tregua.
ESTÁS LEYENDO
Pequeñas historias
Short Story"Escribir sobre las cosas me ha permitido soportarlas" - Bukowsky.