Todos miraban el atardecer.
Sus ojos estaban clavados en aquella mezcla de colores mágicos que llenaba el cielo. El viento susurraba con suavidad, arrancando pequeños quejidos de los árboles al perder sus hojas amarillas y rojizas.
El profesor de etología señaló cómo se empezaban ya a vislumbrar las estrellas. Además de ser un amante de las aves rapaces nocturnas, también lo era de la astronomía. Comenzó a hablar de las galaxias, de la Vía Láctea, y como está era una espiral en contaste movimiento. Y aquello me hizo recordar un libro en el que la protagonista también hablaba de espirales, pero no de espirales constituidas por infinitos sistemas y cuerpos celestes, sino formadas por pensamientos. Contaba como su mente no era más que una agónica espiral de pensamientos que cada vez se iba estrechando más y más.
Supongo que así me sentía yo en aquel momento. Todos miraban extasiados cómo poco a poco anochecía, mientras que en mi caso, tenía la mirada perdida en la nada. Mi espiral de pensamientos se estrechaba en aquellos momentos, giraba sin parar, sin control. 《Para》 gemí en mi cabeza. Pero como siempre, no era yo quién controlaba mis pensamientos, eran ellos quiénes me controlaban a mí. Aumentaban mi frecuencia cardíaca, alteraban mi respiración, hacían que me temblaran las manos, que me mareara, que quisiera meterme las manos por debajo de la camiseta y clavarme las uñas.
Hacían que no pudiera disfrutar de aquel atardecer.
-----------------------------------------------------------
El libro al que me refiero es Mil veces hasta siempre (Turtles all the way down) de John Green.
ESTÁS LEYENDO
Pequeñas historias
القصة القصيرة"Escribir sobre las cosas me ha permitido soportarlas" - Bukowsky.