Sinópsis

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Cuando me avisaron que sería transferido a un instituto me sentí alegre aunque cierta parte de mí sentía nostalgia. Ser transferido a un instituto era un gran progreso n mi carrera cómo profesor, yo aspiraba ser educador en la universidad pero cómo dice mi madre: "Se empieza de abajo hacia arriba" y de esa forma lo hice yo.

Mi nombre es Jackson Wang, tengo veintitrés años de edad, soy soltero, sin compromiso. Me gradué a los veinte años y empecé a trabajar cómo maestro, primero fui suplente siendo muy paciente para tener un verdadero cargo. . .  Al ver mi gran desempeño me contrataron y comencé dando clases a niños de cuarto grado y así sucesivamente me fui elevando. Conforme el tiempo fue pasando ya no fueron niños de cuarto, sino de quinto, luego de sexto hasta que por fin me han transferido a un liceo. Comenzaré dando clases a alumnos de bachiller y eso es un gran avance. Sin embargo me siento triste de dejar a mis alumnos, los había dirigido desde cuarto grado y me dolía el alma dejar de verlos.

Siempre fui amante de la educación, cuando era pequeño deseaba con fervor ser profesor y guiar a las futuras generaciones; deseaba enseñar valores, principios y guiar a hombres/mujeres de bien hacia el futuro, hacia un mañana. Era un sueño bello sin duda alguna y por ello día a día trabajaba duro. Mi lema era "La educación no tiene límites" así que creía que cualquier ser humano, sin importar cuán difícil sea la situación o el carácter podía ser educado. Todos merecemos educación.
Sí, sí, ya sé, deben estar cansados de que hable de educación y bla, bla, bla pero es que amo mi carrera, me fascina enseñar ¡Así que se joden! Amo mi carrera y no me detendré hasta idealizarla, ustedes no son nadie para decirme algo al respecto ¿Estamos de acuerdo? ¡DIJE QUE SI ESTAMOS DE ACUERDO! Sin darme cuenta estaba respirando agitado debido a mi exasperación así que espero que les haya quedado claro. Bueno, cómo iba diciendo he sido transferido y comenzaré a dar clases al siguiente día ¿Que si estaba nervioso? No, que va. . . Yo no estaba nervioso, lo que estaba era ATERRADO.
Sí, estaba aterrado, me tocaría enfrentarme con niños de doce años en adelante y eso sería difícil debido a que muchos de ellos estaban en esa etapa en la que era imposible controlarlos. Se creen los dueños del mundo y sus padres tienden a tener muchos dolores de cabeza a causa de  esos mocosos rebeldes.






MI PELIRROJO ACOSADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora