Capítulo XXVI

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Cordura

"La línea que separa la locura de la cordura a veces es demasiado delgada"

Anónimo.

-¿Sabes? -Liam seguía riendo- Realmente voy a disfrutar mucho esto.

Caminó hacia él, con una sonrisa increíblemente feliz y real pasmada en su rostro, enfermo, cínico. El hombre encadenado por primera vez en muchos años sintió un jalón en el pecho que dedujo como miedo.

-No tienes ni una puta idea de cuánto tuve que destruir esta casa para encontrar esto -siguió hablando con voz cantarina, sacó del bolsillo trasero de su pantalón una daga, reluciente y vieja.

Liam se tomó un tiempo para apreciarla, viendo la hoja con un inexpresivo semblante. Comenzó a moverla en su lugar con los dedos, la luz artificial la alumbraba y hacía que destellara.

Aún sin borrar su enorme sonrisa, habló; -Lo preguntaré una vez más. ¿Dónde está mi omega?

Yaser aún con la boca inundada por su sangre soltó una carcajada, escupiendo el fluido al suelo. Su rostro estaba moreteado y sus dedos sangrantes carentes de garras, a unos centímetros de dónde se encontraba atado, sus garras a medio transformar estaban tiradas y destruidas. Liam se las había arrancado como tortura en primera estancia cuando lo amarró.

Se había tomado horas haciéndolo, arrancándolas de su piel con una paciencia increíble y aún con una sonrisa, pero Yaser sabía que no era más que actuación. Malik había apreciado sus ojos rojos -no por el cambio- e hinchados.

-No tengo idea de a dónde pudo ir tu zorrita -abrió los ojos fingiendo sorpresa y alargó una sonrisa-. Lo juro -dijo con cinismo en su voz.

Liam le proporcionó una patada en su abdomen bajo.

El cuerpo de Yaser fue levantado ligeramente del suelo y volteado con rudeza. De su boca salió más sangre y de sus ojos algunas lágrimas, aunque no por dolor. Él seguía riendo como si le hubieran contado el chiste más gracioso del mundo. Disimulando su miedo.

Liam se acuclilló para estar a la altura del dañado cuerpo de Yaser y lo tomó fuertemente del cuello.

-No te atrevas a llamarlo así -lo miró se arriba hacia abajo con asco-. Zorrita.

El hombre mayor le sonrió sin vergüenza, con los dientes disparejos por los golpes al aire, cubiertos de aquel líquido carmesí.

-Puedo ser muchas cosas, Payne. Pero al menos yo no le pongo el culo a nadie, dime, ¿cuánto tardó el separar las piernas para ti? ¿Gritó mucho? Mis clientes decían que aullaba y gritoneaba como una verdadera perra. Recuerdo que cuando lo devolvían, todo destrozado, ni siquiera le salía la voz.

Liam frunció los labios y lo golpeó. Fuerte, por un largo rato. Yaser no gritaba, soltaba uno que otro gemido involuntario de dolor, pero se mantenía en silencio. Liam quería que gritara, quería escucharlo gritar tanto que pudiera nublar sus pensamientos para no volverse loco, aún más.

Zayn, Zayn, Zayn.

Era lo único que su mente podía formular.

El maldito se había ido, ¡lo había dejado! Solo le dejó una mísera carta que le dejaba aun más incógnitas. Y Liam lo único que quería era dejar todo ese puto drama, encontrar a su cachorro y darle unas buenas y merecidas nalgadas. Todo para luego hacerle el amor toda la noche y acariciar su cuerpo cuando el pequeño caiga dormido y el mayor pueda apreciarlo con tranquilidad.

Corazón de Plomo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora