Y de nuevo regresa a mi la locura, como si no tuviera nada que hacer en esta noche de luna. Vuelve a mi la sana locura, regresa a cubrirme como una madre cubre a su retoño del frió que trae consigo la primavera después del deshielo. Me asecha como animal salvaje, lista para saltar desde cualquier rincón y saborear la dulce miel que corre por mi cuello para saciar su hambre de corromper, desviar y cuestionar la ya de por si desfigurada alma de cientos de milenios trastornada por el amor. Yo la dejo pasar, pues no tiene sentido el resistirse al igual que no tiene sentido que la luna se caiga de su pedestal de estrellas si no asisto cada noche puntualmente a visitarla, mejor le dejo pasar. Sabiendo ella las palabras, palabras que sus suaves labios carmesí susurran tan despacio que mis oídos son incapaces de saborearlas. Yo solo la abrazo, pues se supone que eso debo hacer, como las enredaderas abrazan a sus guías para subir hasta la vida que les da la luz de mi hermano sol, pero yo bajo, tan profundo y abismal para encontrar a toda esa fauna exótica y de singular belleza que me indique el camino hacia mi, abajo, muy abajo me encuentro por fin en ese calabozo de granito, siempre en la misma posición, siempre preguntándome si lo dejare salir, pues esta encadenado, encerrado y vendado como la bestia que es. Se que un día se han de romper sus cadenas que con tanta fuerza protegen este mundo y no podre hacer nada para detenerle pues ya me habrá matado.
Espero que el viento sople a tu favor y esta carta llegue a tiempo, ya que me queda poco por hacer en esta tierra infertil y de rebosante cordura, corre y escóndete, corre lejos vuela si lo deseas y escóndete bien, en un ataúd si es posible, pues cuando el granito se desmorone y la venda caiga te iré a buscar.......