Capítulo 1

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Me han vuelto a atar, como si eso fuese a servir de algo, solo por apuñalar a un enfermero.
Ya lo he hecho 17 veces, nunca aprenden.
Quiero irme de este lugar, ¿Qué hago aquí si no hice nada malo?

Estoy harto de estas paredes blancas, de la comida con sabor a cartón, de que todos piensen que estoy loco, no estoy loco. Dicen que soy un peligro para la humanidad, tonterías, yo no hago nada malo, yo ayudo a la humanidad, le hago un favor al mundo eliminando la escoria, y en vez de agradecerme me encierran en este infierno llamado "psiquiátrico", cuando los dementes son ellos.

Tengo que huir de aquí. Tengo un plan:

Cuando sea la hora de dormir y me vengan a dar las pastillas, antes de que los enfermeros me encierren otra vez, los empujaré, haré lo que sea para quitarles las llaves y encerrarlos en la habitación.

Después empujaré al guardia, clavándole las llaves donde pueda, para que retroceda aún más y me dé tiempo a salir lo más rápido posible.

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El plan fue todo un éxito, tuve que matar a más gente de la esperada, pero eso no tiene importancia, pude salir de ese horrible lugar, deben estar buscándome en estos momentos.

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Andando sin rumbo encontré a un señor en un callejón, necesitaba sus cosas, seguía con la bata del psiquiátrico. Me acerqué a él y antes de que le diera tiempo a decir algo empecé a golpearlo hasta que cayó inconsciente en el suelo, le robé todas sus pertenecías y me puse su ropa lo más rápido posible, antes de que me viera alguien.

Empecé a correr lejos del lugar, cuando llegué a una calle donde no había nadie decidí sentarme a descansar hasta que se me acercó una chica, apestaba a alcohol y no podía mantener el equilibrio. Era una alcohólica sin remedio, no tenía derecho a vivir junto con nosotros, solo era un desecho social.
Intentaba ligar conmigo, seguramente todos la rechazaron por lo borracha que iba y no le quedó más opción que acercársele a un desconocido, así que me la llevé hasta un sitio cerrado y vacío, quería jugar un rato con ella.

Pasamos un buen rato de sexo salvaje, pero no tan bueno como lo que vendría ahora.

La dejé en el suelo y busqué todo lo que me pudiese servir, las llaves del psiquiátrico, una botella de cerveza rota y por último un cuchillo oxidado (aún tenía filo) que había en el lugar.

Que empiece la fiesta.

Falsos recuerdos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora