EL DESENCUENTRO

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En la Atenas de Cuba, las luces han sido apagadas para que largos tules queden enredados en amarillas espinas de blancos rosales.
Razgando toda ilusión, fragmentada por la duda de lo que siempre huye a un paso mas, sintiéndonos inalcanzables y con la duda de lo que no pudo ser.
Las gentes cantan y en sus humedas melodias, aguas envuelven pensando que todo procede de un eterno e infinito lugar donde no se escucha ni se puede hablar.
Objetos reflejados no dejan de escuchar el canto de los gallos empañados para no dejar acceder a transparentes, negras  y blandas piedras.
La brisa continua saltando como niños que han encontrado su favorito lugar para compartir el anhelo de aquellos quienes ya no están.
La luz se hace tenue y da lugar a un camino con cierto sabor a verdad.
Nunca estuvo tan cerca ni tan adentro, provocando la caída en un espacio que absorbe hasta el ultimo suspiro. Entra y sale como vagones de caballos montados por hombres de negra y larga melena, cual errantes buscaban un lugar donde apoyar sus canas, rodeadas de algún tipo de ilusorias esperanzas.
Ahi está, el arbusto a la entrada de una cabaña que protege  a tres de esos enanos que vienen a este círculo tridimensional. Ellos dan vueltas como rondas de bancos en un parque donde todos habitamos para poder sanar aquella loca idea que nos hizo sentir como pródigos sin hogar.
El suelo recibe su calor mientras ella sentada espera con sus piernas cruzadas un susurro que le haga eco su pensar.
Donde pudiera haberse arrojado aquel instante con diversos intentos de escapar volando en esas blancas y frías laminas de blanco papel confundido con su calor?
Déjame sentir tu aliento para sentir el mayor de los temores, el apego que arrebata la paz de mis huesos, el mas elevado de los sueños y el verde color de una cigarra  que trabaja intentando encontrar llenarse de insignificantes placeres que juegan a hacer de ellos el mejor de los encuentros.
El mejor de los encuentros es aquel que nunca tuvo lugar. Deja mitades de tiempo en un vaivén  de recuerdos que pudieron haber sido de infinita plenitud, la cual se les concede solo a aquellos algunos que han cubierto sus rostros y no pueden tomar un asiento para observar venir caer una hoja carcomida por un futuro alado insecto que en su momento no fue tan bello.
Las ventanas se agotan de ver y las pupilas se dilatan cual luz no pueden dejar entrar por aquella persiana que en su descontrolado deseo de ser observada ha quedado abierta para hacer que todos los que pasen cerca la ubiquen en el nivel  de las orgullosas mujeres que hacen que la atención de otros tropiecen en sus puntiagudas y pulidas piedras.
Aquí estoy, aquí esta y no sucede. No hay errores, no hay falta de voluntad. Hay falta de amor el cual, fuera del tiempo voy a recorrer largas distancias para poderle ofrecer una mano que se extienda hasta el infinito y me guíe, nos guíe, te guíen, les guíen.
No hay tal, todos corren detrás de un espejo que les pueda hablar de su soledad. Soledad cansada de estar acompañada y quiere tirar al aire reflejos que le hagan liberarse y no continuar perseguida por aquella imagen que es de niño intruso queriendo jugar a ser real aquel pensamiento que juzgastes de irreal.
Irreal son los monstruos de tus sueños y le das las virtudes de aquel ángel que sin intentos de abandonarte le confieres ser instrumento de aquel de quienes muchos queremos escapar, el ego. Creer en uno mismo. Quien soy para atrapar negras alas que ahora, le da desfavorables visiones a mi fragilidad?
Soy yo producto de tu fantasmagórica realidad?
Al mismo tiempo en que te detienen en el intento de invalidar las huellas de lo real, te dejas modificar por las influencias de aquel sueño en que hace ya algún tiempo hizo que te desvirtuara y no creyeras en tu divinidad.
Corre como caballo sin sentido ni dirección, coge tus propias riendas y recorriendo sin distancia regresa del externo mundo que te hace sentir un ser individual. En armonía recupera tus fuerzas y se constante sin causar daño o descontento a los otros dos caminos pretendiendo alcanzar ver la realidad.
Defenderse, mecanismos del ego. Atribuyes tus cadenas a aquellos otros que persiguen su propia libertad. Dictas que se defienden quienes te rodean, proyectándote y justificando tus defensas. Ya eres libre, cual pájaro ya no tan negro por el pasar de los años y las nubes que has tenido que cruzar. Cansado, frágil te retiras de esta ilusión que nos ha ayudado a crear este mundo que ahora en guerra se derrumba y se aleja en lo infinito, perdiéndose entre aquellas nubes creadas por aquellos quienes provocan la tempestad para que se haga evidente la tormenta que derrota a los frágiles guerreros que con sus banderas en alto corren a la batalla con aquellos caballos alados.
Unos caen, otros se levantan y otros por fin ya se han dado cuenta de que tienen que imperiosamente despertar.

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