El Inicio Del Viaje

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Como todos los días caminaba de regreso a mi casa después de un largo día de escuela, el ultimo día por suerte, nunca más tendría que volver a esa terrible prisión; prácticamente saltaba de la felicidad, finalmente estaba a un paso de ser universitaria, de hecho creo que sonreía demasiado...quizás por eso es que nadie se acerca a mi... pero no es lo peor que podía pasar, de hecho me sentía mejor estando sola. Detuve mi andar cuando llegue a aquella encrucijada que separaba la pequeña ciudad del sendero que me llevaría hasta mi hogar; sabía lo que tenía que hacer al llegar ahí, pero no hize caso de ello y de forma que casi sin pensar me quite el collar que colgaba de mi cuello, para luego detenerme a mirarlo por unos segundos, siempre me había fascinado la forma del dije que se balanceaba en la fina cadena de oro blanco. Era un dije casi perfecto, se trataba de un semicírculo de oro blanco el cual acunaba una esfera azul la cual poseía un degradado del gris plata al azul oscuro de un cielo estrellado.

Con el mayor de los cuidados guarde el collar en una pequeña caja negra cubierta por dentro con terciopelo rojo y oculte la caja en mi mochila antes de dar un paso y adentrarme en un camino que nadie solía utilizar, y no los culpo, aquel sendero e...

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Con el mayor de los cuidados guarde el collar en una pequeña caja negra cubierta por dentro con terciopelo rojo y oculte la caja en mi mochila antes de dar un paso y adentrarme en un camino que nadie solía utilizar, y no los culpo, aquel sendero estaba rodeado por un aura de soledad y peligro, casi podía imaginar cómo los más terribles villanos de las novelas se ocultaban tras esa niebla que lo rodeaba todo; dentro de aquellos senderos era muy fácil perderse, de hecho, nadie en el pueblo se atrevía a poner un solo pie en aquel sendero. Por suerte, yo conocía aquellos caminos como la palma de mi mano, así que avanzaba sin temor, aunque me mantenía alerta, ya que siempre tenía una mala vibra en aquel lugar.

Finalmente llegue a mi casa, el único refugio decente en todo aquel horrible paraje; se trataba de una sencilla morada de dos plantas, hecha de madera y para suerte mía, estaba rodeada de una cerca, curiosamente, mi hogar era la única parte de aquel sendero que no estaba en la oscuridad así que en cuanto logre verla me apresure a entrar sin dudar ni un segundo.

-Ya llegue!- grite al cruzar el umbral de la puerta mientras dejaba mi mochila al lado de la puerta y avanzaba hacia la sala

-Tuviste algún problema en el camino?- pregunto desde la sala de estar, desde donde siempre que entraba se podían escuchar sonidos metálicos sumamente extraños.

-No, tranquila, todo ha estado normal- le respondí en cuanto llegue a la sala de estar, donde como siempre, se encontraba leyendo una revista, aunque sudando como si hubiera hecho mucho ejercicio. La mire con algo de ternura, siempre la había admirado, era una mujer fuerte que parecía capaz de cualquier hazaña de leyenda, aunque no podía evitar pensar en lo mucho que daría por cambiar su vida... o tenerla, la verdad no estaba demasiado segura. Por un lado, si no fuera por mi ella no habría tenido que aislarse del mundo y podría vivir con sus hermanos, sus amigos y todas las personas de las que tanto me había contado; pero también deseaba tener su vida, pues aunque estaba apartada de la gente por mi causa, al menos ella tenía un lugar al que pertenecía y al que podría volver cuando necesitara.

-Daly... te encuentras bien?- al escuchar sus palabras volví a la realidad, la mire fijamente por unos instantes, se encontraba justo frente a mi mirándome con su frente arrugada por la preocupación, cuantas veces no había pasado por alto lo joven que era? Su rostro que apenas si tenía unas cuantas arrugas, mostraba a una mujer de no más de 25 años, como es que había terminado aquí conmigo? Alguien como ella debería estar feliz viviendo con el chico que ama y viviendo sus sueños, en vez de tener que soportar la presión constante de cargar conmigo.

-Sí, solo estaba pensando, no te preocupes- al escuchar mi respuesta sonrió ligeramente reacomodando un mechón rebelde de su rubia cabellera, mientras sus ojos grises se movían rápidamente de un rincón a otro analizando cada sombra, ella creía que yo no me daba cuenta pero era obvio su ansiedad.

-Daly, debes prepararte... ya es momento de partir...- dijo tan quietamente que de no conocerla bien, no le habría escuchado. En cuanto comprendí lo que dije, entendí el porqué de su preocupación, este día finalizaba el plazo que debía mantenerme alejada de su gente, era un momento que había esperado y deseado por años, ya que finalmente podría conocer a todos aquellos de quienes tanto había escuchado

-Lo tengo todo preparado, podemos irnos ya mismo si quieres...- también hable entre susurros, aunque casi pegaba saltos de felicidad, recordando que desde hace meses había mantenido mis cosas en la mochila que usaba en la escuela. Al escucharme ella esbozo una sonrisa pero esa sería la última que vería, pues en ese mismo momento todo mi pequeño mundo se vino abajo. Sin previo aviso unos monstruos irrumpieron en la sala desde las ventanas y paredes, lanzándose sobre nosotras, había demasiados, y parecían salidos de una pesadilla, ni siquiera pude verlos a todos, había una especie de súper perros mutantes negros y feos, una especie de vampiros deformes, unos fantasmas que lanzaban rayos y muchos otros monstruos de leyendas; mi hermana que de alguna manera había sacado una espada de la nada luchaba ferozmente contra todos los monstruos, trate de ayudarla atacando a uno de los tantos monstruos con un atizador para el fuego, pero no logre acabar con uno siquiera antes de sentir un golpe en mi nuca y todo se oscureciera...

Cuando desperté todo había acabado, no quedaba ni rastro de los monstruos que nos habían atacado... durante unos segundos no me atreví a apartar la mirada de las tablas que se encontraban justo debajo mío, no podía creer que lo que vi fuera cierto, no quería mirar y enterarme de que lo que vi no había sido una pesadilla, pero tarde o temprano debía hacerlo, de manera que me levante con cuidado, ya que estaba completamente herida y empecé a caminar por la casa con la esperanza de encontrar a mi hermana en alguna de las habitaciones cercanas, pero pronto la realidad me golpeo como un balde de agua fría, pues justo en el rellano la encontré... estaba tirada en el suelo con múltiples heridas sangrantes, pero aun parecía respirar, por lo que rápidamente me arrodille a su lado con la intención de salvarla, pero ella me detuvo, y temblando a causa de su debilidad me entrego su anillo y lo que parecía una carta hecha hacía mucho tiempo.

-Ve con ellos... te cuidaran... te quiero... tu...- murmuro con su último aliento unas últimas palabras que no llegue a comprender y comprendí que había muerto y unas lágrimas silenciosas se deslizaron por mi rostro, sabia a que se refería e iba a cumplirlo sin importar lo que pasara, incluso, le prometí entre sollozos que sería fuerte, y que no la decepcionaría.

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¿Semidiosa o Monstruo? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora