Capitulo 15

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“Tal vez sea hora de cambiar.”

Luego de pasar tres días atrincherada en la casa de mi hermano, Ana llama.

Lo ha hecho un millón de veces, pero no estaba dispuesta a atender nuevamente después de que me gritara por el teléfono preguntándome ¿Por qué no había ido a su casa, que por que había tratado mal a Cris? y un montón de cosas mas. Simplemente le dije: no defiendas a Cristian y eso hizo que lo defendiera aun peor, así que enojada con ella no volví a atender.

—¿Qué? —Pregunto a la defensiva, luego de un mal día de trabajo. Lo último que necesitaba era encontrar a Ana cabreada, parada en la puerta de la clínica.

—¿No vas a volver a hablarme? Por que te cuento que no va a ser fácil.

—Lo noto —digo mientras agarro con más fuerza las correas de mi cartera.

—Tu y yo iremos por un café y desde ya te advierto que Cristian estará ahí también.

—¿Qué?  ¡Estas borracha si piensas que iré!

—Irás… —me reta mientras avanzo unos pasos. —O se lo contaré a tu madre.

Me quedo helada allí donde estoy.

—Por que asumo que tu madre no lo sabe ¿cierto?

—Sabe que discutí con Cris y que estoy quedándome con mi hermano. Así que tus amenazas no sirven.

—¿Sabe lo del trabajo?

—Eres una traidora —le grito indignada. Si mi madre se enteraba insistiría que dejara el trabajo y volviera a casa y no acabaría hasta que lograra su cometido.

—¡Como imaginaba!, así que súbete al coche ahora o lo sabrá.

—¿Usaras eso en mi contra?

—¡Claro que si!, soy tu hermana, es nuestro deber casi al nacer torturar y embaucar a los hermanos menores.

—Pero nosotras no nacimos de la misma madre. —Declaro aun dolida por su traición.

—Meras coincidencias y desencuentros. Métete en el coche. O lo haré yo.

Avanza unos pasos para meterme en el coche y sedo.

Rendida me dejo caer en el asiento. Ana toma la ruta hacia el cielo, o algo parecido llamado Starbuck… que son lo mismo al menos para mí.

Cuando llegamos hay dos o tres personas delante de nosotros.

—Aún quiero saber por que no me lo dijiste. —Refunfuña por lo bajo.

—Te lo dije.

—Si, después que ya estabas en casa de tu hermano, ¿Por qué no viniste?

—¿Por qué crees? Porque siempre defiendes a Cristian y por que estoy en todo el derecho del mundo de ir a fastidiarle la vida a mí hermano por unos días y darte franco de mis problemas emocionales.

—Igual así. ¡Oh! Ahí esta Cris —ella levanta la mano y no me giro, por el contrario siento que mi entrecejo se frunce y me cruzo de brazos. —Hola.

Un remolino de emociones me colma. Había pasado todos estos días pensando en sus palabras, en Lucas. En nuestra noche juntos. Había sido una perra al decir todo lo que dije y no atender sus llamadas, pero él no tenia derecho.

—Hola Ana —le da un beso en la mejilla y la fulmino con la mirada que grita: T-R-A-I-D-O-R-A. —¿No vas a saludarme? —Me pregunta y lo ignoro sacudiendo la cabeza y poniendo los ojos en blanco.

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