Capitulo 17

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“Una bocanada”

Cristian regresa, como había prometido cerca de las cinco de la tarde, justo para la fiesta de su hermano. Voy a buscarlo al aeropuerto y me sonrojo al verlo. Últimamente creo que los únicos vasos sanguíneos que trabajan en mi cuerpo y en sobre turno son los de mi mejilla.

Agh… bueno no solo esos, ¡pero no pienso admitirlo!

Me dediqué parte de la tarde a cocinarle una torta y decorarla, cosa en la que me creía totalmente inútil pero por lo visto las clases daban sus frutos.

Mientras tomamos un café me interroga sobre el dinero pero me niego a mostrarle el vestido hasta que deba salir.

—Lo veras en su debido momento —sentencio ante su insistencia y eso parece calmarlo.

Sentada frente a él, lo observo con detenimiento y me asaltan las preguntas.

¿Qué haríamos ahora? ¿Estaba segura de querer saber que opinaba de lo que habíamos pasado juntos? No estaba segura de ese último punto. Después de todo, él siempre había salido con modelos de la revista Vogue, ¿Qué había visto en mi? Mujer de estatura mediana, con rollitos que salían por encima de los pantalones y casi, solo casi, cero sentidos de la moda. Eso era todo un misterio.

Él parece notar mi debate interno y me sonríe entrecerrando los ojos.

Agradezco internamente que no haya comenzado a preguntarme si he pensado sobre lo que ocurrió. Creo que no lo ha hecho tan solo para no ponerme nerviosa.

Mas, nerviosa.

Desde la mañana siento mariposas en el estómago, y al parecer son muy alborotadas ya que todo el tiempo noto como si se conectaran directamente con mi entrepierna y mi corazón. Las malditas bichas parecen tener línea directa con esas dos zonas ya que si no supiera que soy una persona sana, debería hacerme un estudio al corazón debido a la taquicardia que padezco durante todo el día, y algún estudio ginecológico en mis partes blandas.

Cristian me cuenta sobre el viaje a la capital. Vuelve completamente fascinado por las nuevas propuestas de la empresa. Dice que con esto podrían subirlo de cargo y brindamos con café por eso, aunque tan solo escucho una parte de lo que dice, ya que me paso la mayor parte del tiempo observándolo hablar. Hablar sobre “trabajo” me hace pensar sobre mi trabajo y decae un poco mi humor, pero me digo a mi misma que hoy no es el día para pensar en eso y estoy segura que encontraré el modo de arreglar eso.

Lo pongo al día sobre todo lo que pasó en su ausencia, salvo por el tema trabajo, le cuento todo y le informo de Mili y su pelea en el colegio por el juguete que le había regalado y decide llamarla.

Lo escucho hablar con la niña mientras comienzo a maquillarme aprovechando que esta distraído, me coloco un poco de base, polvo compacto, un poco de delineador, una sombra verde que he comprado especialmente para hoy y un par de cosas mas y estoy lista. Me meto en mi habitación aprovechando que aún está hablando por teléfono y saco el vestido como si fuera de porcelana y temiera romperlo.

En cuanto lo dejo sobre la cama los nervios parecen atacarme con más fuerza e intento recordar la última vez que me sentí así por un hombre, y llego a la conclusión que fue hace mucho tiempo. 

Esa maldita vocecita en mi cabeza que siempre padece de mal humor, me advierte que me estoy metiendo en algo muy complicado, pero me sacudo tanto mental como físicamente y tomo el vestido. Hoy lo pasaría de mil maravillas, disfrutaría de la noche.

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