Una mañana en aquella habitación.

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-Era eso acaso el sol?- pensé mientas trataba de abrir los ojos para identificar la tenue luz que bañaba mi cabeza.

-Juro por mi vida que si era una broma de James o de los muchachos los molería a golpes- continúe.

Mis párpados estaban pesados, sentía mis piernas inmóviles y las fuerzas para vagamente realizar burdos movimientos con mis brazos, se me habían escapado.

Con calma y aún cuando me estaba costando mucho incorporarme, logre abrir bien los ojos.

No era ninguna broma de James, esa luz que golpeaba mi rostro en plena resaca era el sol. El sol entrado por las ventanas del techo de ese lugar... Ese lugar.

-Este lugar definitivamente no es parte del departamento de James- pensé preocupado.

No reconocí nada del lugar y no recordaba bien a nadie de los que allí se encontraban.

El como y el porque de mi actual situación era algo que desconocí por completo.

Sentía la necesidad de huir, de correr de aquel lugar. Revisando mis fuerzas una vez más mientras mis entrecerrados ojos hacían su mejor esfuerzo para ubicarme en espacio y tiempo.

Al cabo de unos instantes caí en cuenta que junto a mi boca abajo y realmente mal tratado se encontraba James.

Logre incorporarme mientras analizaba sin ningún buen resultado las pocas cosas que lograba recordar.

Sacudí a James con las pocas fuerzas que aún me quedaban mientras lo llamaba por su nombre.

Nada.

Me desprendí de mi chaqueta, no sin antes tomar la caja de cigarrillos que por instinto sabía residían en el bolsillo interno de la chaqueta compartiendo morada con un viejo encendedor negro con un elegante empaque externo de cuero desgastado por tantos años y más aún daños.

Sosteniendo ambas cosas entre mis manos aún temblorosas extendí mi cazadora negra sobre el dorso desnudo de James que se encontraba temblando dormido sobre una alfombra en el centro de la habitación.

Busqué mi camino entre los muebles las botellas vacías y los cuerpos inertes desplegados por el piso caminé hacia lo que parecía la puerta de un balcón o algún patio.

Al atravesar el umbral de aquella puerta corrediza de madera mi sorpresa fue en aumento al descubrir la silueta arrimada a la baranda del balcón.

¿Podía ser verdad?

La silueta de espaldas de Clara observando el amanecer de la ciudad estaba ante mis ojos, incrédulo la recorrí con la mirada.

Si, en efecto era ella. Con el dorado de su cabello en la espalda y ese lunar que marcaba el inicio de su espalda a un costado de su hombro derecho... Era ella.

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⏰ Última actualización: Jul 03, 2014 ⏰

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