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Sentado en una simple mesa de madera y mirando hacia el horizonte pude recordar el momento exacto en el que el salón de pociones se quedó completamente vacío, tan solo tú y yo estábamos allí, tu dormías tan pacíficamente y, al parecer, ni siquiera habías prestado atención a la clase. Mis piernas parecían moverse por si solas y se acercaban hacia ti, al llegar mi concentración tan solo se enfocó en observar tu linda piel siendo alumbrada por el sol mientras descansabas.

—Granger—había dicho yo lo más despacio posible intentando averiguar si estabas realmente dormida—Granger.

La comisura de tus labios se movió levemente, no abriste los ojos y ni tampoco te moviste, ¿por qué te veías tan hermosa de ese modo?, por un momento sentí la incomodidad que me invadía y se situaba en mi estómago, estaba enamorándome de ti, lamentablemente podía distinguir que yo era el único. Estaba cayendo lentamente a tus pies, y era algo que ni alguien tan inteligente cómo tú podía ver.

100 CARTAS PARA ELLA »DRAMIONE«[TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora