Anahim

La repentina ausencia

Gino bebió conmigo varios minutos sin decir una sola palabra. Rompí el silencio para preguntarle sobre Ted Hox, a quien él conocía bastante bien. Recientemente habían celebrado una venta. Gino había comprado la antigua y ostentosa sede de la Agencia en las afueras de Gerlach. Su plan era convertirlo en un casino. Sus planes incluían a todo el pueblo.

-Esto en poco tiempo se convertirá en una ciudad, hay que lograr que los visitantes casuales que vienen por el festival se enamoren de este pueblo y se transformen en habitantes. No es tan difícil, solo llevara tiempo. Tiempo y política, claro.

Mientras él decía esto, yo internamente me preguntaba si Gino era tan abierto sobre sus planes con todos sus huéspedes o si por el contrario sólo lo era con los que compartían su insomnio. Lo cierto es que se sentía cómodo con mi presencia y dio rienda suelta a la conversación. Me contó su estrategia para ganar la alcaldía y sus intenciones de comprar tierras en los alrededores de Gerlach, propuesta que estaba siendo obstaculizada por la actual administración. Sin duda sus ideas eran demasiado brillantes para el ambiente en que se movía. 

Con respecto a Ted Hox y a la agencia me dijo que era mejor no meterse con ellos. Teddy era conocido por sus reacciones violentas y del señor Rogers se sabía poco y nada. El alcalde es el único amigo que tiene en Gerlach además de Hox y los otros socios. Mucha gente creía que estaba demente y había un mito que rodeaba a su empresa.

-La gente habla mucho, uno no sabe a quien creer- dijo Gino plantando más duda sobre el terreno.

-¿Y de nosotros que dice la gente?

-¿De los extraños que vienen a visitar el pueblo? No son los únicos, desde que Rogers se instaló aquí abundan los extraños... A mi sinceramente me preocupa su socio

-¿Ocurrió algo?

-Supongo que ya nos enteraremos mañana. 

-No entiendo

-Pensé que lo sabía. Se fue hace una hora, justo antes de que usted viniera. Pensé que lo sabía.