Conocía a Lucius. Incluso cuando él había abandonado su lado racional y sereno, incluso cuando ya no respondía a las señales pactadas, yo conocía a Lucius. O al menos eso creí siempre, creí tener el control sobre él. Desde lo de Tessa me tuve que hacer cargo de algo más que del desarrollo de nuestra empresa. No era justo, no era noble, pero era necesario. Tenía que mantenerlo controlado. Alejarlo de todo lo que pudiera dañarlo. Era una tarea demasiado pesada para una persona sola. Demasiado pesada para un amigo.
Los primeros días siempre son los más difíciles porque uno no conoce los peligros que encierran las cosas. Todas las cosas encierran un peligro. Eso es lo que él me enseño. Los barbitúricos, los cuchillos de cocina, la llave del gas, los pisos altos, las bolsas de plástico, todos los objetos cortopunzantes habidos y por haber. Todo era un obstáculo para su supervivencia y una salida para su dolor.
Había que tener paciencia y tiempo y yo carecía de las dos. Y me hice duro, había que hacerse duro. Y si me convertí en ese monstruo fue por él. Debía educarlo, debía sacarle todo esa culpa de encima y no tuve muchos más recursos. Pero él aprendió, salió de todo aquello en lo que estaba inmerso y fue volviendo poco a poco. Volvió a su trabajo de oficina. Volvió a ser socialmente funcional. Hacía los libros de contabilidad, los informes trimestrales, se encargaba de mover los archivos y hasta empezó a atender a las y los representados/as en su oficina de Sacramento. Todo lo hacía estupendamente. Había aprendido mis señales y controlaba sus impulsos. Era incluso mucho mas efectivo que antes, solo que ya no era el mismo.
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Anahim
Mystery / ThrillerLucius y Andrews buscan una nueva modelo para su agencia. Creen encontrar a la persona indicada en un pequeño pueblo de Nevada.