Capítulo 3

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No tenía idea del cómo, cuándo o por qué Valery se encontraba en mi cama, y a pesar de que en parte ese hecho me gustaba, por otro me inquietaba si hubiese habido un poco de acción entre ambos y simplemente no la recordase, aunque claro, eso era imposible cuando ambos estábamos vestidos e incluso llevaba mi cinturón puesto.

¡Rayos! Perdón, qué bien.

Valery abrió los ojos y al toparse con mi atenta mirada, se puso un poco incómoda, por lo que preferí desviar la atención hacia otro punto de la habitación.

—Buenos días —murmuré con una ligera sonrisa, dándome cuenta de que mi voz está un poco más ronca de lo habitual.

—Buenos días. Debo irme, ni siquiera le avisé a mamá que...

—No te preocupes. No voy a dejarte ir si no has desayunado de todos modos.

Ella me vio algo indecisa, pero terminó accediendo y me siguió a la cocina.

Saqué pan, tocino y huevos para preparar el desayuno.

—No soy buen cocinero, pero te garantizo que no morirás de intoxicación o algo por el estilo —hice una mueca y ella comenzó a reír.

—¿Te ayudo en algo?

—No es necesario... — coloqué un par de huevos sobre una mesa, pero para mi desgracia salieron rodando y se quebraron al ser impactados contra el suelo, —Bueno, creo que en realidad sí la necesito —me rendí.

Limpié el desastre que había causado y Valery realizó el desayuno.

—Lamento no ser tan buen cocinero como Edward —resoplé en cuanto ella colocó los platos sobre la mesa.

—Pero eres bueno en otras cosas.

—¿Cómo en qué? —arquee una de mis cejas y ella se quedó pensativa.

—Eres carismático y buen detective.

—¡Wow, vaya talentos!

—Cantas bien.

—Edward lo hace demasiado similar a mí —le recordé, y ella pareció darse por vencida.

—No te menosprecies, Harry.

—Incluso él se ganó tu corazón y yo no —pensé en voz alta e inmediatamente me arrepentí de haberlo hecho, el ambiente se puso tenso, —Lo siento, lo pensé en voz alta; estoy hablando de más— llevé un bocado de comida a mi boca.

—Creo que ahora sí es tiempo de que me marche.

—Yo te llevaré —me apresuré a decir.

Cepillé mis dientes con rapidez, cambié mi camiseta y sin importar que todavía no estaba duchado, me fui.

Ambos nos encontrábamos demasiado silenciosos, en el fondo quería hablar, pero tenía el temor de que dijese alguna estupidez que estropeara la situación.

—Mañana debo recoger a mamá —finalmente me atreví a mencionar, ganándome su atención, lo que me tranquilizó un poco y continué conduciendo.

—Y ¿estás preparado?

—Creo que sí. Todo lo que está sucediendo da vueltas una y otra vez en mi cabeza, es como si estuviese cargando con un inmenso peso, pero tengo la sensación de que voy a liberarme un poco en cuanto se lo diga, aunque temo un poco por su reacción y a la vez su respuesta. Marcel es un buen chico, y no quiero que salga lastimado por algo que pasó hace tanto tiempo —suspiré.

—¿Qué piensa Edward al respecto?

—Ha estado bastante silencioso a decir verdad, supongo que son los tratamientos, son más fuertes que incluso los nuestros juntos. Sabe lo de Marcel, pero se tiene un lío grandísimo en su cabeza, por lo que no quiero abrumarlo, aunque está contento de que nuestra hermana y mamá van a poder visitarlo más seguido.

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