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Sus pies se hundían delicadamente en el pasto, su cabello danzaba con el viento otoñal de aquella época, una sonrisa escapó de sus labios al ver las rojizas hojas cayendo con gracia a su alrededor

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Sus pies se hundían delicadamente en el pasto, su cabello danzaba con el viento otoñal de aquella época, una sonrisa escapó de sus labios al ver las rojizas hojas cayendo con gracia a su alrededor. Alzó su rostro al sentir un leve apretón en su mano y observó a su acompañante, y pesar que los rayos del sol apenas le permitían ver bien su rostro, le regaló una sonrisa al hombre rubio de amables ojos azules.

—Papá, ¿mi hermanito nacerá en otoño? —preguntó con curiosidad.

—Así es, Asuna —afirmó su progenitor, deteniendo su andar. Soltó su pequeña mano y se arrodilló frente a ella, colocando sus manos sobre sus hombros—. Estoy seguro que serás la mejor hermana mayor del mundo.

Asuna frunció el ceño al mismo tiempo que llevaba su mirada violácea hacia el suelo.

—¿Y si Naruto no me quiere?

Minato se carcajeó levemente, provocando que su hija lo observara con molestia.

—¿Sabes lo que significa tu nombre? —Asuna ladeó su cabeza ante la pregunta y luego negó. Minato sonrió, enternecido—. Sol puro. Cuando naciste y te sostuve por primera vez en mis brazos supe que traerías luz y calidez no solo a nuestras vidas, si no que serías capaz de iluminar el camino de cualquier persona.

Las mejillas de la pequeña se encendieron con vergüenza, provocando que Minato riera y acercara su rostro al de su hija, depositando un beso en su frente.

—¿Cómo tu hermano podría no amarte? —preguntó, frunciendo ligeramente el ceño—. Lo hará como lo hacemos nosotros, Asu. Mi pequeño sol puro.

Asuna sonrió avergonzada. Minato se incorporó y volvió a tomar su mano, esta vez comenzando a caminar de vuelta a su hogar donde Uzumaki Kushina los esperaba.

—¡Al fin llegan! —reclamó Kushina, quien estaba de pie en la puerta apuntándolos con un cucharón, con su mano libre acariciando su abultado vientre—. La comida va a enfriarse, dattebane.

—Nos distrajimos caminando por el bosque, lo sentimos —murmuró Asuna. Su madre sonrió y acarició su cabello rojizo idéntico al suyo.

Comieron en un ambiente ameno, familiar, único. Aquella era la familia que había formado el Cuarto Hokage junto a su esposa, una kunoichi conocida como el Habanero Sangriento de Konoha. Una familiar llena de amor y valores, una familia shinobi.

Asuna estiró el labio en un puchero cuando su padre se incorporó apenas acabó su almuerzo. Sabía que debía marcharse a la Residencia Hokage a cumplir sus deberes, a su corta edad de cinco años comprendía que ellas no eran la única familia de Namikaze Minato porque la aldea completa compartía el mismo vínculo con él gracias a la voluntad del fuego.

—Volveré temprano —prometió Minato.

Asuna sonrió cuando su padre acarició su cabello y no pudo evitar correr hacia la puerta para despedirlo con su mano y darle sus buenos deseos.

TAIYŌ | UCHIHA ITACHIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora