Ya tardabas

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Nos sentamos en un banco. Mi padre se durmió. Mamá se le quedó mirando. Al cabo de un rato papá dijo:
-Haz la cena, mujer.
Mamá le miró. De repente se le erizaron los pelos de la cabeza, uno por uno. Estuvimos observando cómo subían los pelos de mi madre durante un buen rato. Un pelo, dos pelos. Tres pelos. Luego se puso coloradísima. Se puso de pie. Cogió a papá de la camisa y le dijo:
-¿Quieres cenar? -dijo con tono sarcástico.-  ¿Quieres cenar y no sabes cocinar? ¿Te das cuenta? Vives gracias a mí. Eres un tipo amargado que solamente se preocupa por beber y beber. ¿te parece justo vivir de mi esfuerzo? ¿de mi comida? ¿de mi vida? El 80 por ciento de lo que gano trabajando te lo gastas tú en botellas de cerveza. No comes ni bebes otra cosa que cerveza. Y ahora, como a ti te gusta el alcohol, tenemos que dormir en la calle porque nos han quitado la casa, no teníamos dinero suficiente para pagar los 2000 euros que debíamos de la casa, porque tu estúpido cerebro no piensa más que en beber y beber. "Cerveza por aquí, cerveza por allá. Dormir por aquí, dormir por allá. Mujer, haz esto, mujer, haz lo otro."  Eres un fracasado. No sé cómo pude enamorarme de ti. Estúpido viejo amargado. Te odio. No quiero ni verte. Fuera de aquí, ahora mismo. Ya no tenemos casi nada de dinero, y, aunque quisiera, no podría hacerte la cena. - mamá meneó a papá y de sus bolsillos cayeron 2 billetes de 5. - ¡Qué bien, mira, me quedo con tu dinero! ¿Qué te parece eso? No te gusta, ¿verdad? No, claro que no te gusta. Es horrible. Vaya, ya no tienes dinero, qué pena, de verdad. No tienes dinero y yo no te voy a dar nada. Ni comida, ni cama, ni ropa, y, por supuesto, no te daré cerveza. Ni vino, ni nada que lleve alcohol. Es más, puedes irte. Muy lejos. Vete con alguno de tus amigos bebedores, seguro que ellos solucionan tu problema. Ellos te darán dinero. Ahora, vete.

Yo miraba asombrada a mi madre. Era impresionante ver cómo mi padre, aterrorizado, se agachaba a medida que mamá iba subiendo el tono de voz. Aquel borracho perdido se merecía eso y mucho más. Retrocedió asustado, y se fue corriendo. Miré a mamá. Parecía satisfecha. Normal. Yo lo estaría.

-Ya tardabas.- le dije.
-¿Cómo dices?- me miró extrañada.
-He dicho que ya tardabas.
-Ah. ¿Te refieres a lo de papá?
-Por supuesto. Era un ser despreciable, mamá. Era un... Un...
-Vale, ha quedado claro. -me cortó.
-¿Qué haremos ahora?- cambié de tema.
-No lo sé, cariño, no lo sé.

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