El habitante

40 3 0
                                    

Mamá y yo nos abrazamos para darnos calor y nos quedamos dormidas. A la mañana siguiente yo no podía parar de pensar en aquella casa... Me llamaba muchísimo la atención, pero claro, no podía ocuparme de pensar en tonterías como esa, así que... Decidí quitarme de la cabeza esa absurda idea de que...
Espera, ¿y si no era una idea tan absurda? En la puerta ponía prohibido pero...   No teníamos a dónde ir, y no creo que nos dijeran nada... La casa estaba abandonada, después de todo, así que...

-Mamá, creo que deberíamos ir a la casa prohibida.
-¿Cómo que la casa prohibida? ¿Y eso qué es?- me dijo extrañada.
-¡Pues qué va a ser! ¿Nunca te has fijado? Enfrente del bar hay una pequeña casita rodeada de musgo que...
-Espera, espera... ¿Te refieres a la casa que tiene un cartel en la puerta que pone PROHIBIDO? Porque si es así, no vamos a entrar.
-Porfaaaaaaa- puse carita de cordero degollado.

Mamá se quedó como pensándoselo.
-Bueno, de acuerdo... Iremos.
Nos levantamos y fuimos directas a nuestro bar, que ya no era nuestro bar, y cuando llegamos nos encontramos conque una señora estaba dando golpes con un martillo a la puerta. Esta se iba cayendo a cachos.
Nos quedamos mirando a aquella señora impresionadas. Ella también nos miró.  ¿¿¿Qué se creía que estaba haciendo??? 
-Oiga, señora, ¿qué hace?- le pregunté.
La señora no me respondió. Simplemente se me quedó mirando con cara de pocos amigos y siguió a lo suyo.     Mi madre, sin decir nada, se giró y se fue andando a la casa abandonada.  Yo la seguí, no sé qué otra cosa podría haber hecho. Cuando tuvimos el gigantesco cartel delante de nuestras narices, sentí pánico.
-Mamá, creo que deberíamos irnos.
-Tranquila, Laura, sólo es una casa.- me tranquilizó mi madre- no te va a comer.
-De acuerdo.- y entré.

Primero aparté las telarañas de la puerta y la moví un poco. Chirriaba. Pasé muerta de miedo y busqué la luz.
Nada. "Tendré que caminar a oscuras." Me dije. Pero entonces tropecé con algo duro. Era cuadrado, y parecía estar un poco roto. Y si no lo estaba, ya lo rompí yo al pisarlo.

Lentamente, me agaché y cogí esa cosa cuadrada. Intenté salir fuera de nuevo para ver qué era aquel extraño objeto, pero no encontré la salida. Estaba perdida. Llamé a mi madre a gritos, pero no respondió.
"Qué raro." pensé. "Esto no es como me lo había imaginado. Las cosas están llenas de polvo, aunque supongo que es lo normal en una casa abandonada.".   

De repente sentí como que alguien me tocaba el hombro.  Me giré, y entonces la cosa cuadrada se me cayó, y me di cuenta de que no veía ni el suelo, cómo iba a ver a una persona. Si es que aquella cosa que me había tocado era una persona...
-¿Hola?- dije suavemente.
-Hola- dijo una voz en alguna parte.
¿Qué estaba pasando? Primero nos echaban de nuestra casa, después mi madre daba plantón a mi padre, me encontraba en una casa abandonada, no sabía dónde estaba mi madre y no veía ni mis propias narices, delante de un desconocido que me hablaba. Era muy, muy raro. Tenía miedo.

Cuando había cogido fuerzas para preguntarle a ese, o esa, o a lo que fuera que quién era, algo me cogió del brazo y me dio un golpe en la cabeza, y sentí cómo me arrastraban hacia no sé dónde. Oh, Dios, eso no tenía buena pinta.
Cuando me quise dar cuenta ya había perdido el conocimiento.




ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora