No volváis.

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Aquel coche aparcó enfrente de nuestro bar. De él salió una señora con ropa ajustada y unos tacones de 3 metros como poco. Se acercó a la puerta y llamó a la puerta. No teníamos timbre, no nos daba el dinero.
Mi madre abrió la puerta, y, antes de que le diera tiempo a preguntar nada, la señora entró y se sentó en el sofá. La miré. Me miró.
-¿Quién eres?- la pregunté.
-¿Acaso importa?- dijo con voz impertinente.
-Bueno, mi hija solo ha preguntado.- le soltó mamá en mi defensa.
-Qué casa más asquerosa.-nos observó detenidamente y dijo: Haced la maleta. No tardéis.
¿A qué se refería con "Haced la maleta"? No entendía nada.
-¿A qué esperáis?- gritó- ¿No me habéis oído?
Estábamos anonadados.¿Quién era aquella mujer y qué quería de nosotros?  Como no me daba buena espina subí lentamente las escaleras y fui a mi habitación. Saqué dudosa la maleta de debajo de la cama.
Como todo lo que había en casa, era vieja, pequeña y barata. Las únicas cosas un poco más caras que teníamos las vendíamos según íbamos necesitando dinero.
Estaba metiendo la poca ropa que tenía en la maleta cuando mi madre apareció en la habitación. La miré. Estaba llena de moratones por todo el brazo y miraba al suelo tristemente.
-¿Qué quieres, mamá?- dije- ¿Necesitas algo? Estoy haciendo la maleta.
-Cariño, tengo que hablar contigo.-Me miró nerviosa.- Esa señora...  ¿Por qué la has hecho caso?
-Porque no parecía venir a "tomar el té" con nosotros- Respondí con tono sarcástico.
-De todas formas, has hecho bien.-Se miró el brazo con moratones y prosi_
guió- Pero yo sé quién es.
La miré. ¿Ella lo sabía? ¿Y por qué no me lo había dicho antes? Estaba un poco enfadada. ¿Yo aterrorizada por aquella señora y mi madre sabiendo quién era y sin hacer nada?
-¿Y quién es?- Pregunté esperanzada.
-La mujer a la que le vendimos la casa.
-¿Y qué hace hace aquí?- Cerré los ojos para no pensar en lo que estaba pensando. Yo ya lo sabía. Sabía porqué estaba aquí esa señora. Y sabía que tenía que seguir haciendo la maleta.
Cuando bajamos todos con el equipaje hecho, la señora nos enseñó unos papeles y dijo:
-Adiós.Y no volváis.

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