Un nuevo amigo

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Cuando desperté me encontré boca abajo, en una habitación muy luminosa. Me di la vuelta y vi que las paredes eran verdes y el techo amarillo. Me puse de pie. En frente de mí había una fuente. Era enorme. Me quedé allí, parada, como paralizada. ¿Qué hacía yo allí? Y lo más importante, ¿Quién me había llevado?

-¿Has descansado?- dijo una voz desconocida.
-¿Quién eres y dónde estoy?- le dije girándome a la voz.
Nadie respondió. Maldita sea. Me di cuenta de que no sabía ni qué ropa llevaba. Ay, dios. Me miré de abajo arriba. Llevaba la misma ropa que cuando entré en la casa prohibida. ¡La casa prohibida! ¡Mamá! Estaría preocupada. Me toqué los bolsillos buscando el móvil. No estaba.
-¿Buscas algo?- la voz volvió a hablar.
-Sí, busco... Esto... Mi móvil.- Me quedé mirando al propietario de la voz. Era un chico de 15-16 años, vamos, de mi edad, alto y de pelo largo, rubio. Parecía un elfo. Un momento... ¡Sus orejas! ¡¡No solo parecía un elfo, además era un elfo!!   Me le quedé mirando.

-¿Qué te pasa? -me dijo- Ah, mis orejas, cómo no. No soy un elfo, solo que mis orejas son... Raras.
-Pero también tienes pelo de elfo, y altura de elfo, y...- me pensé si decirlo- Eres tan guapo como un elfo.
-Vaya, gracias, tú también podrías ser una elfa, entonces.- se rio.
- ¿Ah, sí? - dije- ¿Por qué?
-Porque eres tan guapa como una elfa.- sonrió.- Por cierto... ¿Qué es esto?- sacó una cosa rectangular de su bolsillo.

-¡Mi móvil!- exclamé- ¡Lo tenías tú!
-Oh, esto es el "móvil" del que hablabas antes, ¿no?
-Sí, dámelo.
-Vaaaaale. Toma. - y me lo dio.- Pero quédate aquí conmigo.
-¿¿¿QUÉ??? ¿¿Por qué??- grité desesperada.
-Porque llevo años aquí solo y no me apetece que te vayas.
-¿Fuiste tú el que me metió en el saco?
-No. Fueron los transparentes.
-¿Los transparentes? ¿Y esos quiénes son?
-Mis secuaces.
-Eres muy raro- le dije- No estoy entendiendo nada de lo que me dices.
-De acuerdo. Empezaré desde el principio: Me aburro y me siento solo. Necesito a alguien que me haga compañía y... Bueno, tú pareces ser bastante maja.
-¿Y por qué no vas al instituto?
-Porque no me atrevo. ¿Y tú por qué no estás en el instituto?
-Porque es sábado. Y los sábados no...
-Bueno, bueno, da igual. Lo importante es que estás aquí conmigo. ¡Ya estamos los dos juntos! Esto es un sueño hecho realidad. Espera, creo que no estás entendiendo lo que te cuento. Empezaré desde el principio.

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