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¡Era una completa capulla!

Con gran enfado, apartó la colcha de su cama de una patada, para bajarse de ella y salir del dormitorio a las tres de la mañana. Suerte, que al día siguiente era sábado y no trabajaba.

Pero la principal culpable de su estado de insomnio, era su hermana Laura. Acusó con un gruñido, encendiendo la luz de su estudio.

Fue, cuando se dio cuenta, que se había dejado el móvil en el dormitorio. Y aquello, solo logró que aumentara su mal humor. Porque últimamente, empezaba a tener sentimientos de rechazo, hacia el pobre aparato.

Volvió tras sus pasos, para encontrar el móvil encima del edredón blanco. Lo agarró gruñendo en el proceso, para dirigirse nuevamente a su habitación que hacía de estudio.

Era mejor avanzar en su trabajo, que cerrar los ojos y toparse todo el rato, con la mirada de Oliver.

¡Sí! No conseguía conciliar el sueño, debido a que su maldito subconsciente la había traicionado. Al parecer, no quería desprenderse de aquellas fotos, donde parecía que el muy mal nacido, le dedicaba la burla solo a ella.

Ahora, quien parecía tener quince años, era ella. Se hallaba peleando con su mente, quién empezaba a querer ser la presidenta del club de fans de Oliver.

¡Ridículo!

Aquello, no podía estar sucediendo. Ahora no, aún no. Acaso era tan difícil, poder vivir por un tiempo, con el único amor de su hijo. No quería volver a sentir burbujas, nervios y falta de aliento, ante la puñetera presencia de las feromonas masculinas.

Quería declararse independiente de sexo, por un buen tiempo o infinito, debido a su repulsa por las suegras. Cuando te gustaba un tío en la cama, continuabas viéndolo más y si todo iba bien, tocaba conocer tú grano en el culo. La suegra... Y como toda mujer repulsa el acné, pues ya no había cabida para el sexo.

Tocaría visitar en su momento una tienda de juguetes.

Dejó caer su cuerpo en su sillón tapizado, con mariposas, sellos de correos, torres Eiffel y demás imágenes de diferentes lugares, muy simbólicos en el amor. Volviendo a ceder, en desbloquear su teléfono móvil y abrir la ventana de chat, donde se hallaba él mirándola constantemente sin cansarse.

Aquello, debía cortarse con la sierra de matanza de Texas.

Con cierta ansiedad, se fue a ajustes y volvió a salir del grupo, sonriendo porque estaría por unas horas libre y a tomar por saco, las fotos del idiota.

Su corazón iba a mil por hora, pero era lo correcto. Aspirando con fuerza, cerró la tapa de la funda, cuando el aparato vibró en sus manos con el leve pitido que llevaba la aplicación de wattshap.

¡Qué coño hacía su hermana despierta a aquellas horas!

Con mal humor y dispuesta a encizañarse con ella, abrió la ventana y se quedó muda al ver que era Oliver.

¡Joder, joder!

Su corazón, pasaba de trotar a cabalgar con desenfreno. Al comprender, que aquello era como estar a solas con él.

Pues, solo tenía que ignorarlo... ¡Ding! Sonó, tras escribir él, y con nervios a flor de piel, maldecía a sus ojos por deslizarse en contra corriente a sus deseos, a leer lo puesto por él.

- Oliver: vaya, vaya... Ni en la madrugada juegas como los angelitos.

-Estela: (Emoticono Dedito corazón)

-Oliver: ¿Insomnio por algo en concreto?

Se le acababa de erizar todo el bello corporal, sin poder evitar el mirar tras su espalda, por si el idiota estaba allí. Acaso tenía sentido extrasensorial, rebufó enfadada.

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