A las once de la mañana, se hallaba en su terraza, apoyada en el muro con su taza de café en la mano, tratando de recargar pilas con el magnífico sol, que había aquel día. Mientras que su hijo, pintaba con sus lápices en la mesa verde de madera, que había en un lateral.
La calma que había en el lugar, para nada existía en su interior. Después de la extraña charla con Oliver, no había vuelto a dormir, no conseguía llegar a tranquilizarse. Se sentía como inquieta. Y aquello, la enervaba mucho.
- ¡Joder! -Gruñó de mal humor, cuando el teléfono fijo, sonó desde el interior de la vivienda.
Miró con gran hastío hacia el interior. No podía ignorar por más tiempo, ninguna llamada, pues podía ser algo importante de su familia, y como aún seguía su móvil en estado off, tendría que responder.
Con paso obligado, entró en el interior y al acercarse al rincón donde se hallaba el aparato, pudo ver que se trataba de su madre.
Frunció el ceño por un segundo, pues hubiera jurado que la primera en incordiarla aquel día, sería su hermana Laura.
Quince minutos después, colgaba la llamada con su hijo corriendo a su dormitorio, mientras se quitaba el pijama con movimientos rudos por la emoción.
Sus padres, marchaban con la colla de amigos por una noche a un parque de atracciones grande, que celebraba su décimo quinto aniversario. Y todos, tenían descuentos grandes, al ser el hijo de uno de ellos quien se encargaba del gran espectáculo pirotécnico que éste iba a realizar. Y habían quedado en llevarse muchos de ellos a los nietos.
Daniel, los amaba como también amaba por un igual las atracciones. De modo, que aquel fin de semana, iba a ser solo para ella. Lo más seguro que llamaría alguna amiga, para salir a cenar.
Tras despedirse cincuenta veces de su hijo en casa de sus padres, con cierto resignamiento decidió que era el momento de darle encendido al teléfono, si no quería estar incomunicada con su hijo y padres. No debería de afectarle tanto, lo que hicieran o dijeran aquellos tres. Solo debía ignorarlos.
Y una vez que se sentaba tras el volante de su coche, su teléfono comenzó a emitir diferentes tonalidades, una tras otra a marcha continúa. Pasados los quince primeros pitidos, decidió ignorarlos y arrancar el vehículo, en dirección a una zona comercial. Se iría de compras por si al final salía con alguna amiga.
Pero los veinte minutos que duró el trayecto, los dichosos pitidos no callaban. Obvio, que los tres chalados se hallaban de tertulia.
Así que, soltando un fuerte resoplido, lo cogió de mal humor, para desbloquearlo y comprobar que efectivamente se hallaban de cháchara.
Y ahora, al volverse las dos rayitas azules, sabían que ella estaba allí ¿Cuánto tardaría su hermana en increparla?
Nada, volteó los ojos al leer el saludo.
-Laura: Buenos días doña borde
Le escribía su hermana, logrando que achicara sus ojos.
-Gemma: Hola estela, cómo estás
Y es entonces, al leer que Oliver, también se disponía a escribir, que su ansiedad volvía hacer acto de presencia.
-Oliver: Buenos días, duende nocturno.
Soltaba el muy idiota, recordando lo ocurrido de la noche. Para que una vez más, a su hermana le diera igual que ellos estuvieran presentes en su increpación.
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Tú
ChickLitSuperas un divorcio y no quieres saber nada de los hombres, pero aparece él y ayudado por tú hermana, te hacen la vida un infierno. PORTADA EDITADA POR @Sarelighlp