20-Policial Clásico

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Un sonido insistente inundó la habitación.

— ¿Aló? ¿Si? Claro, digame — Su gruesa voz silenció el estruendo — Entiendo... ¿Afueras de la ciudad dice? Si, claro. Esta bien, allí nos vemos entonces — Y colgó.

— ¿Quién era? — Pregunté con entusiasmo.

— Erwin, del cuerpo de investigadores de las afueras de Drekbell.

El "famoso" Erwin Black, encargado general del cuerpo de investigadores del país. Un puesto demasiado alto para un coeficiente intelectual tan bajo.

— ¿Otra vez?

— Aunque no lo creas su capacidad para resolver algunos casos no es muy alta — Soltó una risa imponente — Prepara tus maletas, nos vamos a las afueras de Drekbell.






— El tren es un asco, ¿no creen? — Una sonrisa ladina se formó en los labios de Erwin, que se aproximó a paso de tortuga hacia nosotros — Bienvenidos a la hacienda.

— Gracias por tu bienvenida tan acojedora — Dije con sarcasmo.

— Así que tu eres Cornelia Whistl — Agarró mi mano y depositó un beso en ella — He oído hablar muy bien de ti, señorita.

— No hay tiempo para presentaciones — Soltó con desagrado mi acompañante.

— Tranquilo, Octavius, tenemos tiempo de sobra, relajate.

— No quiero perder mi tiempo aquí, así que por favor, procede.

— Bien — Rodó los ojos sin un ápice de paciencia — Por aquí, por favor — Hizo un ademán con la mano para que siguiéramos sus pasos.

Una limosina negra esperaba por nosotros.

— ¿Qué rayos...?

— ¿Les gusta? Tengo el placer de darme mis lujos— Me giñó un ojo — Suban, el dueño de la hacienda los está esperando. Los asientos de la lujosa limosina eran de cuero.

— ¿Y los informes?

— A eso iba — Cerró suavemente la puerta y se removió en su lugar, el auto se puso en marcha — La víctima es Oreon Black de tan solo 16 años recién cumplidos, su tía, Valeria Valastro, vio a una mujer asesinando a su querido sobrino, necesitamos que tu, Cornelia, tomes los testimonios de las principales sospechosas; La madre y las hermanas gemelas de Oreon Black — Asentí — Y tú, Octavius, ayudarás con la investigación del caso — También asintió.

— Llegamos — Habló el chofer con un aire de cansancio notable a la vista.

— Gracias.

Bajamos del auto y divisamos el lugar; una hacienda gigantesca, con lindos jardines perfectamente arreglados, una casona antigua de aproximadamente 3 pisos y, más allá del parquizado, el sol empezaba a perderse entre un bosque frondoso de delicados árboles de distintas especies.

Frente a la casona se encontraba la familia Black con un semblante de tristeza, la madre lloraba a moco tendido abrazada a su hermana, las dos niñas idénticas se encontraban sentadas en el suelo, con la mirada inexpresiva.

— Buenas tardes — Saludamos con cortesía.

— No tan buenas — Sollozó la pelirroja apretujando aún más a la que supongo sería Valeria, quien la miró un tanto disgustada.

— Bien, vamos dentro, hay que trabajar — Erwin abrió las puertas de la casa como si fuese suya.

Avanzamos con timidez.

— Hola — Un hombre un tanto debilucho se hizo presente en la habitación — Soy August Black, el padre de Oreon — Una sonrisa ladina se formó en su rostro.

Me detuve unos microsegundos a mirarlo con suma atención; su cabellera era de un rubio ceniza, cortado al estilo militar, sus rasgos eran finos, y su altura media.

Nada relevante.

— Cornelia — El investigador me sacó de mis pensamientos — Por aquí — Me hizo un ademán para que entrase a una especie de oficina que se encontraba a mi derecha que utiliazariamos como lugar para tomar declaraciones — Necesito que tomes apuntes de todo lo que te digan, ¿Entendido? — Asentí — Bien, el primer interrogado será el padre — Me entregó una libreta de tapa dura y un bolígrafo — Suerte — Y se marchó.

 Me ubiqué en uno de los sillones de cuero.

Pocos segundos pasaron y August se hizo presente en el habitáculo, tomando asiento a mi lado.

— Y ¿Bien? ¿Puede explicarme con lujo de detalles todo lo que sucedió la tarde de ayer?

— Claro — Carraspeó la garganta — Mi hijo cumplió 16 años el sábado pasado, y es una tradición familiar cazar en nuestros bosques — Iba asintiendo mientras tomaba notas lo más rápido que mi mano lo permitía — Ayer iba a ser su primer gran día, todo empezó de maravilla, en la mañana le enseñé a usar el arma, cosa que no le fue muy difícil, paramos para el almuerzo y luego fuimos al bosque a poner en práctica sus habilidades. — Miró al techo con nostalgia — En un momento nos separamos; yo fui al río y él se quedó en uno de los claros. No fue por mucho tiempo, tal vez una hora y media, pero cuando llegué a donde estaba él vi su cuerpo inerte y a su tía llorando desconsoladamente, tardé unos segundos en entender la situación; mi hijo estaba muerto. — Sus manos se formaron en puños — Y estoy seguro de que esa arpía disfrazada de un inocente alce lo mató — Golpeó la mesita ratonera con rabia. — Ya puede irse. El asintió y salió de la sala. No pasó mucho tiempo hasta que dos siluetas femeninas ocupasen su lugar. — Hola — Me saludaron a la vez. — Hola — Les regalé una sonrisa — ¿Pueden decirme qué pasó la tarde de ayer? — Repetí por segunda vez el sermón. Asintieron. — Padre y hermano fueron a cazar — Volvieron a hablar al unísono — Nosotras no sabemos nada más que eso; ellos fueron a cazar. — ¿Saben algo de su tía? — Tía salió a buscar a padre y a hermano porque estaba por anochecer, pero ella no mató a hermano. — ¿Entonces quién mató a Oreon? — La rubia lo mató — Su perfecta coordinación daba escalofríos. — Bien, eso es todo, chicas — Me removí inquieta cuando ellas salieron de la habitación. La puerta se abrió con timidez, la madre de Oreon entró vacilante. — Tome asiento — Ella obedeció. — No sé nada — Sollozó — Todos aquí parecen sospechosos. — Lo sé — Asentí — Pero necesito que colabore conmigo. — Es que no sé nada — Negó con la cabeza de una manera insistente — Absolutamente nada, solo pasó; de un momento a otro Oreon estaba muerto de un balazo en la frente — Rompió en llanto y se retiró con las piernas temblando. Valeria se hizo presente. — Hola — Soltó seca. — Hola, ¿Puedes decirme qué pasó la tarde de ayer? — Oreon y August fueron a cazar, y como tardaron mucho tiempo fui a buscarlos al claro — Lágrimas empezaron a recorrer sus mejillas — Cuando llegué vi una silueta, no se veía muy bien su rostro, pero era una mujer. — ¿Nada más para declarar? Negó con la cabeza y se retiró de la habitación.

— ¡Llegaron los resultados de la autopsia! — Erwin se adentró con unos papeles en su mano seguido de Octavius.

Tomaron asiento a mi lado.

— No se ha encontrado nada relevante... Los médicos forenses ya sacaron la bala de su cráneo, es, definitivamente, una bala de escopeta — Se rascó la nuca — Entre las ropas encontraron un cabello sintético rubio, en los bolsillos tenía solo un par de balas, un rosario y una estampita de una virgen.

— ¿Un cabello?

— Si — Asintió mientras se llevaba una galleta a la boca — Nada relevante — Y siguió leyendo los archivos.

En ese momento mi mente conectó todos los cables.

— Octavius, necesito que vengas conmigo, Erwin, por favor, necesito ese cabello.

Salimos de la habitación.

— Ahora todo tiene sentido, ¿No es cierto?

— ¿Lograron resolver el caso? — El padre de Oreon nos miró confundido.

— Algo así... Necesitamos registrar las habitaciones — Asintió titubeante — Gracias.

Nos guió por los acojedores pasillos de la casona hasta llegar a un habitáculo no muy grande con 5 puertas - contando por la que acabábamos de pasar - blancas de una delicada madera.

— Permiso — Dijimos a la vez y nos adentramos en una de las habitaciones; definitivamente, de las gemelas.

Parecía un mundo aparte; todo era rosa pastel -muy contrario a ellas-, dibujos de un rosa aun más claro desfilaban por las paredes, decorándola tiernamente.

— No creo que haya nada que ocultar aquí, mis hijas son inocentes — August se adentró rápidamente y se posó delante nuestra — ¿No creen que deberían buscar en la habitación de Valería?

— Por favor, no nos interrumpa, nosotros somos los profesionales — Octavius empezó a recorrer la habitación.

El señor Black formó las manos en puños y salió azotando la puerta.

— Que carácter — Reí.

— ¿Quién crees que es la asesina? — Sus ojos analizaban cada centímetro con suma atención.

— Leíste las declaraciones, ¿Verdad? — Asintió mientras seguía con su inspección — Todo es confuso, todos los cabos están enredados.

Volvió a reír.

— Y ya es hora de desenredarlos — Sus dedos acariciaron la pared e hicieron una leve presión en ella. El seguro de una puerta se abrió — ¿No crees? — Se acercó a un pequeño -casi invisible- relieve en el papel tapiz — Las casas antiguas tenían complejos escondites, que hasta el día de hoy, como verás, perduran — Abrió la puerta con sumo cuidado.

Me acerqué lentamente y al momento me arrepentí.

Muñecas decapitadas descansaban en las repisas del cuarto, miraban fijamente la entrada del mismo, recibiendo con una sonrisa rasgada a los invitados.

Se me erizó la piel al instante en poner un pie dentro de ese infierno. Mis ojos recorrieron la habitación con temor, fijándose en cada detalle. Una maleta color oro viejo -aunque bastante lujosa- descansaba en un mueble bajo las estanterías. Octavius se acercó mientras se colocaba unos guantes de vinilo.

— ¿Qué haces? — Mi voz salió levemente entrecortada.

— Desatando uno de los cabos — Manipuló el cierre de la maleta con cuidado y la abrió.

Se quedo unos segundos examinándola y luego me hizo señas para que me acercara. No le hice caso omiso.

— Una peluca... — La maleta contenía una peluca sintética rubia; idéntica al cabello que encontraron en la ropa de Oreon.

— No hay solo una peluca — Empezó a revisar, sacando ropa de mujer, dos pares de tacones, la peluca, maquillaje, pechos falsos y $5000 en efectivo, metiendolo todo en bolsas de evidencia — Parece que alguien tiene una doble vida aquí... Oreon la descubrió esa tarde e intentó confrontarlo. Y viendo la probabilidades, hay un solo sospechoso.

— August Black — Asentí.

Todo cuadraba.

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⏰ Última actualización: Nov 29, 2017 ⏰

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