La puerta se abre con violencia. Su aroma invade mis fosas nasales y hace que un escalofrío recorra mi cuerpo. Una figura se hace presente: Es él.
Mis gritos amordazados llenan la oscura habitación.
— Cállate — Su voz sale fría, sin expresión alguna en su tono; como si tener a una menor encerrada fuese algo de todos los días.
Escucho sus pasos decididos acercándose cada vez más, mis ojos alcanzan a ver su silueta imponente.
Su mano izquierda se alza con brusquedad e impacta en mi mejilla.
— Que te calles — Repite con odio, para luego alejarse a un rincón del cuarto.
Lágrimas recorren mis mejillas, lágrimas con sabor a recuerdos; recuerdos fríos de aquellas solitarias noches, solitarias noches no tan solitarias, acompañadas de una bolsa de hielo y un fuerte dolor punzante, un dolor punzante provocado por el hombre que me dio la vida, la vida que ahora quería quitarme.
Siento el peso de una mirada sobre mí, me recorre lentamente, de pies a cabeza. Los segundos se vuelven horas y las miradas se multiplican; me siento observada, como un despreciable animal de circo.
Pero eso no es real.
O por lo menos, no del todo.
Solo hay una persona aquí, una persona soberbia, fría y manipuladora. Una persona maltratadora y abusiva.
Sus pasos suenan con pesadez y se acercan otra vez hacia mí. El ruido del seguro de su escopeta me hace estremecer.
— Ya no me sirves de nada, pequeña — Sus dedos acarician mi mejilla magullada, limpiando las lágrimas con delicadeza.
En ese momento mi cerebro reaccionó: iba a morir en cuestión de segundos.
— Yo nunca quise hacerte esto — Sus labios rozaron los mios — Perdoname hermanita, sabes quién me obligó.
Un estruendo ensordecedor inunda mis oídos.
Un liquido espeso cae por mi cuerpo.
Pero no siento dolor. La sangre no era mía.
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Mis Noches De Insomnio
De TodoEn mis noches de insomnio mi mente crea historias, que quiero compartir con ustedes. Ponte cómodo y adelante, las puertas a mi mundo están abiertas.