6-La Pesadilla Nunca Acabó

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Mis párpados empiezan a pesar. No me resisto, y me dejo caer en los brazos de Morfeo.

De repente me encuentro en un pasillo mal iluminado, con niebla. Mis pies están descalzos y el frío del suelo hace mi cuerpo estremecer.

Por alguna razón, avanzo.

Las plantas de mis pies arden al hacer contacto con el suelo. A medida que avanzo, una silueta se hace más visible entre la niebla.

Un hombre.

En cuestión de segundos, nos encontramos frente a frente. Puedo apreciar su belleza, sus ojos verdes y su piel increíblemente blanca.

El estira su brazo hacia mi. 

Las yemas de sus dedos rozan mi piel, sus suaves caricias hacen que un escalofrío me recorra de pies a cabeza. Cierro los ojos al sentir su tacto.

Nuestras respiraciones se mezclan, nuestros labios rozan y sus caricias ahora están en mi cintura. Me besa con lujuria, el tiempo se detiene a nuestro alrededor, y los segundos se vuelven horas.

Él se separa de repente, y el tiempo vuelve a correr con normalidad.

Pero ya no es el mismo.

Ahora, sus ojos son rojos, profundos... Su piel esta quemada, como si hubiese sobrevivido de un incendio. Sus uñas ahora son garras gruesas y afiladas. De su boca sobresalen colmillos, capaces de desgarrar un cuerpo humano.

Mis piernas tiemblan, el miedo se hace presente en mi. Él acerca sus manos a mi pecho con brusquedad, empujándome al vacío. Hago el intento de gritar, pero ningún sonido sale de mi boca.

Mi cuerpo impacta contra el suelo.

Contra la realidad.

Despierto en un mar de sudor, mis ojos tardan unos minutos para acostumbrarse a la oscuridad de mi habitación. Me levanto de la cama lentamente. Camino con pesadez hacia la ventana, abro lentamente las cortinas y...

No puedo creer lo que mis ojos ven.

Me llevo las manos a la boca ahogando un grito.

Delante de mi se encuentra el hombre de mi reciente pesadilla. Su mirada intimidante hace que una sensación de miedo recorra mi cuerpo. La ventana se abre por si sola. Quiero correr pero mi cuerpo no reacciona.

 Sus ojos rojos se encuentran con los míos.

— La pesadilla nunca acabó...

Una sonrisa diabólica se hizo presente en sus labios. Él lleva sus manos hacia mi cuello y una de sus garras empiezan a hacer contacto con mi piel, rasgándola a su paso. 

— Descansa, pequeña... Nos vemos en el infierno.

Mis Noches De Insomnio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora